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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

miércoles, 28 de mayo de 2014

AFORTUNADAMENTE, NO TODOS SOMOS IGUALES / Por BENJAMÍN BENTURA REMACHA



"...De ahí al siglo XX, con los hijos del “Papa Negro”, Manolo, Pepe, Antonio, Miguel, Ángel Luis y Juanito. Un caso parecido, a Pepe no le tocó un toro y a Antonio le dio una voltereta mortal una utrera. Y uno era un extraordinario banderillero y perfecto estoqueador y el otro estilizaba la naturalidad con capote y muleta, pero con las banderillas era solamente fácil y con la espada, habilidoso..."

AFORTUNADAMENTE, NO TODOS SOMOS IGUALES

BENJAMÍN BENTURA REMACHA
Lo pienso muchas veces: ¿qué sería de nosotros si todos fuéramos iguales? Primero, no seríamos; después, sería aburridísimo. La igualdad ¿es una entelequia en su segunda acepción, un sofisma, una quimera o una utopía? No es verdad pura ni ante la Ley, por lo menos en lo que se ha dado en llamar “violencia de género”. Más bien todos somos diferentes. Por ejemplo, los toreros. No son iguales ni los hermanos. Pensemos en los Romero y Martínez del XVIII al XIX, Pedro, José, Antonio y Gaspar, los nietos de Francisco e hijos de Juan. 
A Pedro Romero dicen que los toros no le hicieron ni un rasguño en los veintiocho años de profesión y los 5.500 (¿?) toros que mató, mientras que su hermano Antonio murió de cornada en Granada y Gaspar, también hermano y banderillero, en Salamanca. 

De ahí al siglo XX, con los hijos del “Papa Negro”, Manolo, Pepe, Antonio, Miguel, Ángel Luis y Juanito. Un caso parecido, a Pepe no le tocó un toro y a Antonio le dio una voltereta mortal una utrera. Y uno era un extraordinario banderillero y perfecto estoqueador y el otro estilizaba la naturalidad con capote y muleta, pero con las banderillas era solamente fácil y con la espada, habilidoso. 

Entre una familia y otra, los Gómez Ortega, dos, pero de lo más disparejos: Rafael, pura y divina inspiración; José, técnica magistral pero lo mató un toro burriciago. 

Los Belmonte, los hermanos José y Manuel y el hijo de Juan, Juanito Belmonte Campoy, de un gran parecido físico pero ninguno en su estilo y comportamientos taurinos; los Martín Vázquez, con un Pepín de gracejo impar, los hijos de Cayetano el de Ronda, los Dominguín y Luis Miguel, los Armillita y Fermín, los Girón y César, Victoriano Valencia, sus tíos y su primo, los Esplá que tenían el mismo profesor, su padre, los Campuzano, Tomás un mazacote, José Antonio, flexible y armónico, Pepe Luis y los Vázquez, aunque digan que no existen escuelas en el toreo, parecidos con Manolo y Antonio, los Chicuelo, padre, hijo y nieto, el duende revoloteando y los Paquirri, pese a que a última hora Francisco Rivera Ordóñez cogiera los palos, pero ¿y su hermano Cayetano, al que tardó años en entrarle la afición? 

Variedad, diversidad. El otro día se presentó en Madrid un hijo de Antonio José Galán. No se parece a su padre. Se aprende la técnica de torear, no se transmite el estilo, la personalidad. Es que no hay dos hombres iguales. ¿Ha habido toreros gemelos o mellizos, medios dicen en mi pueblo? No lo recuerdo.

Sí recuerdo que no es la primera vez que se suspende una corrida en Las Ventas por cogida de los diestros actuantes. En los medios españoles se nos han rememoradado los festejos del 25 de mayo de 1975 (Ruiz Miguel, Antonio José Galán y el sobresaliente Julián de Mata), día en el que Bartolomé Sánchez “Simón” solicitó matar los toros que quedaban y no se le autorizó, el 26 de mayo de 1979 (Rafael de Paula, Manolo Cortés y Ruiz Miguel) , en esta ocasión se ofreció Jaime Ostos y tampoco fue autorizado, y el 28 de mayo de ese mismo año (Paco Alcalde, Ortega Cano y “Niño de Aranjuez”). 
Pero ha sido en la francesa SEMANA GRANDE en donde nos han mostrado que el 26 de junio de 1955, en una novillada de Bohórquez, resultaron heridos Juan Gálvez, Jaime Ostos y Morenito de Talavera III y fue el primero de los de Talavera, Emiliano, el que remató al novillo que estaba en el ruedo, pero no se le permitió lidiar al resto que quedaban en los chiqueros.

Otra cosa de las que me han interesado estos días es el recuerdo de Camilo José Cela y sus veleidades toreras. Hasta se afirma que quiso vestir el traje de luces y se citan sus obras de “El Gallego y su cuadrilla”, “El toreo de salón”, con aquel novillero que se tenía que lavar los pies cuando la dueña de la pensión requería sus servicios, “Izas, rabizas y colipoterras”, quizá por la Carmen, “mujer marchosa y de mucho temperamento, churriana bien churreada de churre y con cara de matador de reses bravas (novillos-toros)”, o su diccionario “Rol de cornudos”, en el que aparecen 354 definiciones de humanos de bien adornadas sus testas con cornamentas de los más variados estilos. Lo del Moisés de Miguel Angel no son cuernos, son rayos de luz. Pero lo curioso es que el más famoso de los toreros gallegos, casi el único, tenía por apellido el de Cela, Alfonso Cela y Villeito, “Celita” de sobrenombre, de San Vicente de Carracedo, Lugo, y que tomó la alternativa en La Coruña el 15 de septiembre de 1912 de manos del “Papa Negro”, con toros de Flores y en presencia de Agustín García “Malla”. Lo más cercano, el actual Iván Fandiño, como su apellido indica, de origen gallego pero nacido en Orduña, País Vasco, paisano de Diego Mazquiarán, conocido por “Fortuna” porque de chico le atropelló un tren y no le pasó nada, que se encontró ¿casualmente? con un toro en la Gran Vía de Madrid y lo mató de una estocada, hazaña por la que fue condecorado con la Cruz de Beneficencia. Este era natural de Sestao, lugar vizcaíno que estos días está de actualidad por no sé qué asuntos del alcalde y los emigrantes. Por esta razón ha salido en los periódicos una foto de un salón de este ayuntamiento y en sus paredes aparece colgado el retrato de Diego Mazquiarán, honor que debería de extenderse a otros municipios vascos como el de Elgoibar, patria chica de Luis Mazzantini, una galería de retratos en Bilbao, donde nacieron Castor Jaureguibeita “Cocherito”, Rufino San Vicente “Chiquito de Begoña”, Martín Agüero, José Muñagorri y Pedro Robredo; en Eibar, cuna de Pedro Basauri “Pedrucho”; Domingo Uriarte “Rebonzanito”, de Rebonza; Jaime Noaín, de Gallarza; José Mari Recondo, San Sebastián, y de Baracaldo, Manolo y Rafael Chacarte y Pascual Mezquita. No cabe en esta relación Josu Ternera (Urrutikoetxea), de Miravalles, porque no llegó a tomar la alternativa de matador y sí, Luis García Campos, de Recalde, que, aunque no pasó de novillero, alcanzó el doctorado “cum laude” en la pintura taurina y en la belleza humana.

Me he esforzado en la cita de matadores de toros que en la historia han sido, casi una guía telefónica, para compensar la casi total ausencia de diestros actuales retirados o en activo, salvo, lógicamente, los actuantes en la Feria de San Isidro, en las transmisiones televisivas. Modelos, futbolistas, Ramonchu García, cocineros, Boris, cantantes, Sabina, cineastas, nadadores, algún mariquita que otro, anfibios y trepadores. ¿Dónde están los toreros? No van a los toros y no les invitan al selecto palco de opinantes. Sintomático.

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