Madrid, 07 Noviembre 2021
Y en esa situación, de hambre, hemos visto este año en España a un novillero mexicano, Isaac Fonseca. Un joven, 23 años, no tan joven para militar en las filas novilleriles, que ha decidido ponerse en lo más alto a base de entrega, de valor, de ganas de abrirse paso, pero que también se pone a torear bien a poco que le dejen sus oponentes.
No hay obstáculo que le pare, por las buenas o por las bravas, lo suyo es alcanzar el triunfo allá penas si es a costa de lo que sea, incluidas, por supuesto, cornadas o volteretas. El triunfo es el objetivo y a él se aferra siempre predispuesto a todo.
Ayer se hizo con el triunfo en la final de la Liga Nacional de Novilladas que ha transcurrido por la geografía española durante este año. No lo tenía nada fácil pues alternaba con lo más granado, los triunfadores, como él mismo, de los circuitos regionales.
Frente a él estaba la calidad y el buen corte del murciano Jorge Martínez, la buena actitud del salmantino Manuel Diosleguarde y, el gallo de pelea y líder del escalafón, el extremeño Manuel Perera. No lo tuvo fácil, pero su inequívoca determinación estuvo por encima de sus compañeros de paseíllo.
Interesantes han resultado cada uno de los circuitos celebrados, y con ellos se ha dado un paso muy importante para que afloren esas vocaciones toreras de los jóvenes que de tan pocas oportunidades disfrutan.
Isaac Fonseca, para orgullo de su tierra, Morelia, y de México entero, se ha hecho con el triunfo que le ha de catapultar, ahora que comienza la temporada mexicana, a los primeros lugares en los ruedos aztecas. Para 2022 se abre un hueco en los carteles de las novilladas de España, donde su arrojo ha de tener un lugar asegurado.
Cuatro novilleros diferentes entre sí y, finalmente, la balanza se inclinó por quien más dispuesto y convencido estaba de cuál era su objetivo en la tarde. Nuestra sincera felicitación a Isaac Fonseca, unida al deseo de que sea el punto de partida para que tenga un gran futuro, así como que estos certámenes lo sean para todo el escalafón novilleril.
Cuando se tiene hambre no se hace ascos a ningún plato, como tampoco se repara en que pueda gustarte más una cosa que otra. El objetivo, saciar el hambre, lo es todo.
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