la suerte suprema

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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

sábado, 17 de marzo de 2012

EL INCENDIO DE LAS VENTAS EN 1963 / Por Aquilino Sánchez Nodal

En la noche del 7 de julio de 1963 se incendió la plaza y las andanadas quedaron prácticamente destruidas. Sólo se suspendió un festejo y, tras los trabajos de remodelación, se reanudó la temporada diez días después. (Julia Rivera)

¿ HAY ALGUIEN AHÍ ? 
EL FUEGO DEVASTADOR 

Aquilino Sánchez Nodal
Madrid, 17/03/2012.- Varias veces lo repitió a grito "pelao" Joaquín García Valdecasas desde la bocana de acceso a la andanada del 6. Nadie respondió. El humo llegaba a la grada en pase circular invertido. Joaquín era el mayoral de la plaza de toros de Las Ventas. En pocos minutos las llamas alcanzaron extraordinaria altura animadas por el viento habitual del coso y el sediento verano madrileño. El resplandor proyectado podía verse desde El Escorial. El vaquero corría, fuera de si, hasta el teléfono de la oficina en el patio de arrastre cuando advirtió la figura de un extraño en huida pegado a la pared. A nervio "desatao" avisó a la policía. Llamó a los bomberos, que por estar el parque en la plaza de Roma tardaron minutos en llegar. 

El lío había comenzado a la una y media de la madrugada en el pasillo interior que está debajo del reloj en una pila de almohadillas retiradas al final del festejo celebrado por la tarde. La causa del incendio no se debió a un cortocircuito, ni a una puna de habano mal apagada, fue provocado. El lugar estaba bien escogido, recóndito y solitario, ideal para destruir toda la plaza desde su parte más combustible, la cubierta. Aquel perturbado, un don nadie que quería ser alguien con un momento de gloria y la posibilidad de unir su nombre a la historia del toreo. Fracasó, nunca se ha mencionado su identidad. Los agentes lo detuvieron a las dos y cuarto del mismo día. Como se sospechaba, estaba mezclado con los curiosos que cotilleaban en los alrededores. Los aficionados debemos tener presente los acontecimientos que han sucedido en el pasado para prevenir lo que pudiera suceder en el futuro. De igual manera, los profesionales están obligado a conocer las hazañas realizadas por los toreros que les precedieron para garantizar con fuerza la continuidad de la fiesta. Se acababan de cumplir los treinta años desde la inauguración de Las Ventas y apenas se habían completado veinticinco temporadas. Por primera vez se cerraban las puertas en pleno desarrollo del ciclo. La plaza se convirtió en una antorcha el día 8 de Julio de 1.963. Aquella tarde se había celebrado una novillada sin más historia que la ilusión. Cinco novillos de don Juan José Ramos Matías y Hermanos y otro de Rodríguez para los novilleros, Amadeo dos Anjos, Agapito García "Serranito" y el mejicano Gabino Aguilar. Al galope se desalojaron de las cuadras los ochenta caballos que se encontraban para servicio de picadores. Las veintiuna reses, entre novillos, cabestros y sobreros, permanecieron en los corrales atendidos por Joaquín García para tranquilizar y vigilar el desconcierto producido por el alboroto de sirenas, gritos de mando y humo. Al siguiente día, 9 de Julio, como es habitual, se personaron las fuerzas "frikis", el jefe de Orden Público don José María Gutiérrez del Castillo, el teniente alcalde del distrito centro don José Lamas, el comisario jefe de Ventas y todos los "madamases" de la policía municipal y de los bomberos, disfrazados de militares prusianos. Todos, por unanimidad, declararon - "El incendio ha destruido la cubierta y parte de las andanadas. Además, ha chamuscado la parte alta de la fachada". La Diputación y la empresa habían previsto obras de remodelación, reducir el ruedo, ampliar barreras y contras y alguna mejora más ... todo quedó aplazado sin fecha. La reforma consistió en aumentar una fila en las andanadas, pasó de tener, seis quemadas a siete actuales. A los diez días se reanudó la temporada, el 18 de Julio, con una corrida de toros del Pizarral para los diestros, Antonio Bienvenida, Pepe Cáceres y José María Clavel. A la empresa la quedan seis años más de explotación del coso y no podía dejar cerrado el grifo del oro mucho tiempo. El aforo quedó reducido a 17.500 espectadores y la chapuza continuó bastantes semanas más entre actos. 

Al finalizar aquella inolvidable temporada los empresarios, don José María Jardón y don Livinio Stuyk ofrecieron una rueda de prensa: - "La plaza de toros e Madrid es la más difícil de gestionar de todas, por las exigencias que soporta. Tiene los precios más baratos para ver una corrida de toros. Las Ventas es la plaza de toros de toda España donde más toros de devuelven a los corrales. Los toreros que no han querido venir a torear ha sido por miedo o por respeto, nunca causado por la empresa". - Todos los aficionados sabemos que esto no era, ni es, del todo cierto. La razón más importante para que las figuras no compadezcan en Madrid es el económico. Nada de miedo o respeto, los puestos son limitados, los empresarios tiene que pagar favores colocando a matadores y, el romanticismo o el altruismo nunca han sido las mayores virtudes de los politizados gestores de las Ventas. 

¡Todo por la pasta! De cualquier forma debemos reconocer que los años que estos empresarios fueron responsables, la plaza e Madrid gozó de máximo prestigio y aumentó considerablemente la parroquia. Pero para nosotros no nos basta con que haya más beneficios, ni más abonados, ni tampoco se trata de que la fiesta sobreviva, es imprescindible que vuelva a ser nuestra.

1 comentario:

  1. Yo fui uno de chavales que aviso al capataz de la plaza que se estaba quemando,me parece que se llamaba Cayetano, asi le llamabamos nosotros tenia el pelo blanco y muy mala leche,aquella noche le avisamos llamando por la puerta de caballos que era donde vivia el,nos abrio la puerta en calzocillos, cuando le dijimos que la plaza se estaba quemando no se lo creia y le dijimos mira para la grada y andanada, entonces fue cuando salio corriendo a avisar a los bomberos.Fue una noche inolvidable pese que las bocas de riego de la avenida de los toreros no funcionaban. Un saludo de un chaval que vio que se quemaba algo suyo.

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