Jiménez Fortes en un pase de pecho
Fotografía: Rober Solsona
Tres promesas en Fallas
Debut de los tres matadores en Valencia con una manejable corrida de Valdefresno
Andrés Amorós / ABC
A la entrada, saludo a dos viejos amigos, El Soro y Paco Brines. Se cumplen treinta años de la alternativa de Vicente, le entregan un obsequio, le brindan el sexto toro. Me enseña su pierna, «reconstruida». Todavía sueña con torear... Brines es un grandísimo poeta, una persona exquisita, un aficionado a los toros exigente, que sigue recordando a Antonio Ordóñez. Los dos representan dos sensibilidades valencianas: la traca y la finura mediterránea... ¿Disfrutarán esta tarde?
Los tres diestros hacen el paseíllo desmonterados, tomaron la alternativa el año pasado: Dufau, en Mont de Marsan; Silveti, en Gijón; Jiménez Fortes, en Bilbao. ¡Qué importante sería una nueva figura de Francia y de México! De las tres promesas se espera la ilusión, se teme la impericia. Para torear, además de valor, hace falta mucha cabeza: no tanta como la de Leonardo da Vinci que corona una falla, alta como una casa de siete pisos...
Los toros de Valdefresno son manejables, nobles, mansotes. Flojea demasiado el primero. Dufau tiene oficio pero transmite poco. Aunque está correcto, no pone la sal que el toro no tiene. Lo mejor, la estocada. En el cuarto, aprieta el acelerador: después de dos largas de rodillas, es encunado y sufre gran voltereta, en verónicas. La lidia es trabajosa, deslucida. Intenta justificarse, alarga demasiado la faena: el toro no cuadra.
Al mexicano Diego Silveti, de ilustrísima dinastía, le toca el segundo, el mejor, un toro con mucha nobleza. Luce su vistoso capote. Al comienzo de la faena de muleta, hace el poste y el toro se lo lleva por delante. Dándole distancia, consigue notables naturales, remates garbosos. Ha habido buenos muletazos pero ha faltado un concepto unitario. Como se pasa de faena, el toro no cuadra. Si en el segundo ha estado valiente, bullidor, en el quinto, de cuatro años justos, muestra otra vertiente, de más clase, pero el toro se raja del todo.
El malagueño Jiménez Fortes exhibe solvencia y valor en el tercero, al que mata muy bien. Lo noto más seguro. En el sexto, aplauden a Tito Sandoval, saluda Curro Vivas. Está muy dispuesto, se queda en el sitio, pero el toro se raja y tarda en matarlo.
Por mostrar voluntad, los tres han abusado de alargar las faenas. Es un error: se complica la suerte de matar y el público se enfría.Recuerdo el verso clásico: «Lo que prometió, cumplió». Esta tarde, las tres promesas han cumplido solamente en parte. Ni Paco Brines ni El Soro —me temo—han disfrutado demasiado.
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