Cañada Real
"...El Goya antitaurino apareció de tapadillo en ese intrincado organismo que es el Museo Nacional del Prado, en una exposición de su Tauromaquia (1816) en la que un botarate (creo que era una señorita, pero ni me voy a molestar en levantarme a mirar el catálogo) aventuró por primera vez esta hilarante hipótesis..."
La Goyesca. Por el mar corren las liebres; por el monte, las sardinas; y por Bellas Artes, "les précieuses ridicules"
La conmemoración del 2 de Mayo este año tiene un tinte especial en cuanto a la llamada Corrida Goyesca, dado que, según cuatro listos, ahora resulta que Goya era un furibundo antitaurino que si hubiese vivido en nuestra época no habría probado la carne, rendido ante la suculencia del tofu, y habría recomendado a las majas (la desnuda y la vestida) que usasen esponjas de mar en vez de compresas. El Goya antitaurino apareció de tapadillo en ese intrincado organismo que es el Museo Nacional del Prado, en una exposición de su Tauromaquia (1816) en la que un botarate (creo que era una señorita, pero ni me voy a molestar en levantarme a mirar el catálogo) aventuró por primera vez esta hilarante hipótesis. Como no había redes sociales de ésas, apenas nadie se enteró del rebuzno y la cosa quedó en nada, pero hete aquí que en estos días la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, institución que alberga una notabilísima colección de pintura y cuyos académicos son, en general, personas de buen sentido, ha colgado, sin venir a cuento, en su Calcografía Nacional, los grabados de Goya junto a los monos de unos viñetistas de periódico y de cuatro ilustradores ignotos para montar una innecesaria tenida antitaurina que nadie demandaba y, por supuesto, nadie se podía esperar en una institución gobernada con un mínimo de criterio y de gusto. Así, pues, ahí tenemos haciendo el ridículo a personas cultas y formadas cuyos nombres se listan al final de estas letras para público escarnio.
Una vez centrada la cuestión del antitaurinismo académico sobrevenido ya podemos explayarnos en la evocación de la tarde de este 2 de mayo de 2016 en que, como otros años, se permitió al público andar por el ruedo hasta que salió el de la tolva a pintar las rayas, nada goyescas, como preámbulo al paseíllo de esas simpáticas figurillas disfrazadas que eran los matadores, sus cuadrillas, los mulilleros, los monos y los areneros. Nos cabe el consuelo de pensar que si acaso persiste lo del antitaurinismo de Goya, que suponemos irá a más viendo cómo van los tiempos, se podría ir pensando en cambiar el nombre por el de Corrida Cornejiana, por Cornejo el de los disfraces del cine, al cual en cierto modo también se le homenajea.
Para esta corrida del 2 de Mayo los que la organicen, supongo que el Centro de Asuntos Taurinos de la Comunidad de Madrid, pensó en que lo óptimo era contratar los toros del ex-matador de toros Joselito Arroyo, a quien cariñosamente conocemos como Pepito Veragua, en su faceta de ganadero, aprovechando que se cumplen veinte años de aquella gran tarde de hace veinte años tal día como hoy.
No se puede decir que a lo largo de la historia los matadores de toros hayan pintado mucho en el mundo de la ganadería. Desde el señor Curro Cúchares hasta nuestros días ha llovido lo suyo y más bien se pueden contar con los colores de un semáforo los matadores que han tenido cierta relevancia en la faceta de la cría y selección del toro de lidia. Pepito Veragua tiene dos ganaderías -El Tajo y La Reina- cuyos hierros son, respectivamente, el 8 y el 4, la cara de tu retrato. Su procedencia, como no podía ser menos, Domecq Díez, juampedritis que te crió. El sábado desencajonaron unos toros en la Plaza y me parece por las pintas que no eran los mismos que hoy salieron por la puerta de chiqueros, o lo mismo alguno si que era.
Pues bien, para su presentación en Madrid y su correspondiente toma de antigüedad Joselito Arroyo se trajo a su pueblo seis galanes con una diferencia de algo más de 9 arrobas entre el más chico y el más grande, o sea cien kilos de abismo cárnico. En cuanto a presencia la corrida decía poco, con algunos realmente chicos; y en comportamiento tampoco digamos que vaya a dejar una huella indeleble en la afición: tres pusieron de su parte todo lo posible para el lucimiento de sus matadores y otros tres fueron algo menos claros pero sin asomo de mala leche ni ganas de aguar la fiesta a nadie, mansearon en general en la pelea con los del kevlar y la adarga en astillero y al más grande de la corrida, Milagroso, número 40, le pegó Héctor Vicente un puyazo bien agarrado que fue un emocionante tour-de-force entre la bravuconería y el empuje del toro y el vigor con que el picador defendió su posición.
Abrió cartel Miguel Abellán, que es matador de toros desde 1998, vestido de blanco, tal y como es su costumbre. Es torero muy visto en Madrid, de donde creo que no ha faltado en ninguno de todos los años que lleva como matador de toros y por lo tanto es harto fácil esperarle con el prejuicio que se ha ido formando a lo largo de tantas actuaciones como le llevamos vistas: que estará mejor en su primero, que en su segundo quedará desdibujado, que toreará tomando todas las precauciones y todas las ventajas, que no se irá al pitón contrario, que usará el pico de la muleta de manera inmisericorde para citar, que se echará fuera al herir... A estas alturas Miguel Abellán es un permanente déjà-vu del que apenas se espera nada. El año pasado en la de la Prensa cobró una oreja de un toro de Parladé y dejó unos naturales, algo es algo; hoy, nada, salvo dos trasteos largos y tediosos, el primero de los cuales se lo hizo a un toro enormemente colaborador y bien mandado que, como dijo aquél, se fue sin torear. El viernes que viene vuelve a Las Ventas en el inicio de San Isidro con los lisarnasios del Valdefresno.
Cuando Iván Vicente tomó la alternativa mi niño tenía cinco añitos y hoy se anda el tío en segundo de la carrera: todo lo que ha cundido a mi vástago en estos quince años apenas le ha servido a Iván Vicente para consolidar una mínima posición como matador de toros, fijar un sello personal o firmar una docena de faenas. Un eterno aspirante, diríamos. Tiene finas maneras, mueve bien el capote, se pone con elegancia y... llega el toro y lo descompone. Iván Vicente tiene ante él un muro infranqueable, una mediana de autopista llena de adelfas que es el hilo del pitón y de ahí no pasa aunque le disparen desde un dron de esos. Se pone por fuera, vacía hacia afuera, cae hacia atrás y su relación con el toro es de pura tangencialidad, algo meramente circunstancial. Se ve bien a las claras que él estaría mucho más a gusto si no hubiese toro por allí, porque ni aunque le salga una hermana de la caridad bondadosa y embestidora como su primero de esta tarde, el novillete Naranjito, número 56, es capaz el hombre de transgredir su sacrosanta creencia de no ponerse en el viaje del toro, no le vaya a pasar algo. Coloca bien a los toros al caballo y sale, como debe ser, por delante del arre. Hoy se puso como complemento de su vestido goyesco unas medias negras que parecían unos calcetines Ejecutivo y eso demuestra bien a las claras que los que están próximos a él no le aconsejan de manera confiable. Medite en eso el torero.
Y Juan del Álamo... O Juan del páramo. Se vino a Madrid enfundado en goyesco gris con bordados de fantasía, como si dijéramos inspirado en las pinturas negras, y se lió a darle pases y más pases al tercero, Deseadito, número 49, con el que llegó a un pacto de caballeros: “Yo no te toreo y tú no me molestas”. En esa inteligencia se desarrolló la relación entre el de Ciudad Rodrigo y el de San Juan de Piedrasalbas, sin que entre ellos se estorbasen lo más mínimo salvo en el momento de la estocada, fuerza mayor. Ahí anduvo el hombre con sus trapazos de acá para allá sin que nada en su labor merezca el recuerdo. Fue vitoreado sin ton ni son y sin fuerza cuando consiguió enhebrar unos pases con otros, pues hay gentes que creen que eso es torear, y cuando cobró una estocada tendida salieron algunos pañuelos. La labor de los peones, que rodearon el toro de capotes para evitar en lo posible su arrastre y el tranco caracolesco de las mulillas comandadas por sus mulilleros a pasitos milimétricos hicieron lo suficiente para que saliesen algunos pañuelos más y para favorecer la asesoría de Tinín en orden a que Cano Seijo ( don Javier) sacase el moquero blanco, esta vez no se equivocó de color, que regalaba una inmerecida y olvidable orejilla a Juan del Álamo. Con la Puerta Grande entreabierta se le atravesó el sexto, que comenzó a huir a la salida de los muletazos impidiendo la necesaria concentración y haciendo imposible la soñada salida a hombros.
El Palco Municipal volvió hoy a estar lleno de gente (¡la gente!) y su roída barandilla apareció hoy cubierta por una flamante bandera nacional, que a buen seguro eso es cosa de Fernández, a quien no sólo en San Sebastián de los Reyes se conoce por Fernández.
Académicos de número de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, distinguidos profesores, investigadores, músicos, artistas, millonarios, arquitectos, cineastas, investigadores, funcionarios, jubilados, periodistas que están haciendo el ridículo gracias a la exposición de la Calcografía Nacional:
Venancio Blanco Martín, Luis García-Ochoa Ibáñez, Cristóbal Halffter Jiménez-Encina, Antón García Abril, Miguel Rodríguez-Acosta Carlström, José Luis Sánchez Fernández, Antonio Bonet Correa. Julio López Hernández, Joaquín Soriano Villanueva, Antonio Fernández de Alba, Luis de Pablo Costales, José Hernández Muñoz, Agustín León Ara, Josep María Subirachs Sitjar, Miguel de Oriol e Ybarra, Gustavo Torner de la Fuente, Tomás Marco Aragón, Manuel Galduf Verdeguer, José Luis Álvarez Álvarez, Rafael Manzano Martos, Teresa Berganza Vargas, Antonio Gallego Gallego, Alfredo Pérez de Armiñán y de la Serna, Luis Feito López, Alberto Schommer, Pedro Navascués Palacio, Rafael Canogar, Manuel Alcorlo, Manuel Carra, Carmen Laffón de la Escosura, José María Luzón Nogué, Ismael Fernández de la Cuesta, Francisco Calvo Serraller, Fernando de Terán Troyano, Jordi Teixidor de Otto, Darío Villalba Flórez, Víctor Nieto Alcaide, Juan Navarro Baldeweg, Manuel Gutiérrez Aragón, José Luis Yuste Grijalba, Alfonso Rodríguez Gutiérrez de Ceballos, Gregorio Marañón y Bertrán de Lis, Rafael Moneo Vallés, José Ramón Encinar Martínez, Juan Bordes Caballero, Alberto Corazón Climent, Javier Manterola Armisén, Simón Marchán Fiz, Antonio Almagro Gorbea, Publio López Mondéjar, José María Cruz Novillo, Miquel Navarro, Enrique Nuere Matauco, Luis Fernández-Galiano Ruiz, Román Gubern Garriga-Nogués y José Luis García del Busto Arregui.
Capital animal frente a Las Ventas
Abellán, Vicente, Álamo
Antitaurinos goyescos horrorizados
El Buñolero
Palco municipal
Habilitado, el primer tajirreina en Madrid
La sombra del tajirreina es alargada
Los Ejecutivo
Las trazas, 1
Las trazas, 2
Hasta el rabo todo es tajirreina
Otro Buñolero
Las trazas, 3
Las trazas, 4
Consultoría y asesoría
La afición
Un croissant quemado
Las trazas, 5
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