'..Tres años antes del 11-M y en mitad de una crisis diplomática entre España y Marruecos, que llega a retirar a su embajador de Madrid, Zapatero visita por su cuenta y riesgo a Mohamed VI en el Palacio Real marroquí. Ambos posan ante un mapa con el Sáhara occidental como parte del reino..'
Nuestro aliado Marruecos
Javier Torres
En los días despejados algunas playas gaditanas permiten atisbar Marruecos en el horizonte. La tierra que intuimos al otro lado del Estrecho corresponde oficialmente a un país aliado que, en realidad, es la mayor amenaza para nuestra seguridad. Nuestro vecino del sur lleva pateándonos la espinilla desde su creación como Estado en 1956. Los moratones más habituales son la inmigración ilegal y el narcotráfico, elementos que Mohamed VI utiliza como armas para chantajear a España.
Desde su llegada al poder en 2018, Sánchez ha enviado mil millones de euros en ayudas y préstamos a Marruecos, que destina una parte de ese dinero al control de la frontera. El chiste se cuenta solo. Además, esta semana Mohamed VI ha indultado a casi 20.000 condenados a prisión, 58.000 en apenas seis años, incluidos 121 terroristas. Muchos llegan a España a través de la ruta habitual de la inmigración ilegal, fenómeno que Sánchez asume anunciando el mismo día del indulto que repartirá a todos los que lleguen. El PP hace las contorsiones esperadas: cierra el centro de Pozuelo, mantiene el que abrió en Fuenlabrada y dice que es imposible oponerse al reparto. Que se lo digan a Puigdemont.
El turnismo finge riña, mas comparte lo esencial. Y la sumisión a Marruecos es parte de nuestra acción exterior. Pura política de Estado trazada por el PSOE, partido más promarroquí de Europa, donde Mohamed VI compra voluntades entre una clase política rendida a Rabat. Felipe González (PSOE bueno) tiene un palacete de 2,5 millones en Tánger y Zapatero viaja a menudo para pronunciar conferencias remuneradas gracias a su gran amistad con el rey.
Tres años antes del 11-M y en mitad de una crisis diplomática entre España y Marruecos, que llega a retirar a su embajador de Madrid, Zapatero visita por su cuenta y riesgo a Mohamed VI en el Palacio Real marroquí. Ambos posan ante un mapa con el Sáhara occidental como parte del reino. Ahí se forja una estrecha relación que refuerza los intereses marroquíes y los de Ferraz hasta hacerlos confluir. Los españoles, en medio, pagan la cuenta de un banquete al que no están invitados.
Las consecuencias del pacto comienzan a palparse en unas calles cada vez menos seguras. El auge migratorio que España experimenta en las últimas décadas obedece en gran parte a la relación con Marruecos. En 1992 firman el acuerdo para la readmisión de extranjeros entrados ilegalmente, pero el pacto no se aplica hasta una década después. Actualmente, sobra decirlo, es papel mojado.
Hoy los marroquíes son la primera comunidad extranjera en España (casi un millón) y también en las cárceles (30% de los reclusos foráneos). En el plano estratégico, Marruecos aspira a liderar la Comunidad Islámica de España presidida por el sirio Aiman Adlbi, reelegido el año pasado pese a estar investigado por financiación del terrorismo yihadista en su país. Es cuestión de tiempo que Marruecos se haga con ella. De momento, controla la Federación Española de Entidades Religiosas Musulmanas, la segunda asociación más importante, y muchas de las mezquitas que, de facto, funcionan como consulados marroquíes para cohesionar a su población en el extranjero.
Esta quinta columna, por supuesto, jamás se integrará, como advierte Hasan II, gran amigo del emérito, durante una entrevista en 1993 a propósito de la creciente población marroquí en Francia. “Nunca serán 100% franceses. Se lo puedo asegurar”.
En el caso español, el historial de agravios viene de antiguo. Con la independencia de Marruecos en 1956, España comienza a sufrir las aspiraciones expansionistas de la monarquía alauí. Entrega Tarfaya, que formaba parte del protectorado en África, a través del acuerdo de Cintra en 1958, Sidi Ifni en 1969 y, lo más sangrante, el Sáhara español en 1975, cuando Hasan II aprovecha que a Franco le quedan pocas semanas de vida para promover la Marcha Verde.
En 2002 llega la agresión en el Perejil. Días antes de su boda, el joven Mohamed VI ordena tomar el islote a una pequeña dotación de la gendarmería marroquí para calibrar la respuesta española. Aznar responde militarmente y recupera el territorio sin heridos. La operación, por supuesto, cuenta con el aval de la UE.
Dos años después, el 11 de marzo, España sufre el peor atentado terrorista de su historia. La sentencia de la Audiencia Nacional ignora la autoría intelectual de la masacre, aunque la mayoría de los condenados son marroquíes, igual que en los atentados yihadistas de Barcelona y Cambrils de 2017.
En agosto de 2014 una patrullera de la Guardia Civil da el alto a una embarcación de recreo en la que navega Mohamed VI, que digiere mal el episodio. Cinco días después 1.000 inmigrantes ilegales penetran en España. La mayor exhibición de fuerza, sin embargo, está por llegar. En mayo de 2021 Mohamed VI lanza a miles de jóvenes marroquíes contra la frontera de Ceuta en represalia por la hospitalización en España del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali. La policía marroquí no sólo no se opone a la invasión, sino que abre las puertas para facilitar el paso. En apenas unas horas 8.000 ilegales entran en una ciudad de 85.000 habitantes. El desafío marroquí se traduce en un formidable ejemplo de guerra híbrida que queda sin consecuencias. O no.
Un año después Sánchez reconoce la propuesta de autonomía de Marruecos para el Sáhara Occidental. Un cambio de postura en la política exterior española que Moncloa justifica porque Estados Unidos hace lo propio en 2020.
Mientras tanto, Ceuta y Melilla siguen sin estar bajo el paraguas de la OTAN, lo que supone que España estaría sola frente a Marruecos en caso de ataque militar. Envalentonado, nuestro aliado no sólo aspira a arrebatar los territorios españoles —no coloniales— de Ceuta, Melilla, Peñones de Vélez de la Gomera y Alhucemas y las islas Chafarinas, sino también las mismísimas islas Canarias.
Marruecos, como demostró en 1975, 2002, ¿2004? y 2021, es la mayor amenaza que España padece en el plano internacional. Y eso que oficialmente sigue siendo nuestro aliado.

Que TRAIDOR. Y la TRAICIÓN a continuado,
ResponderEliminar