"...Sí tiene algo de concierto, de reunión. Las paellas son celebratorias y casi conspiratorias per se. Se le da la vueltecita casi en plan caldero. Paella aquelarre. Eso se admite. Y lo dice un valenciano y además en fallas. La Guardia Civil tiene límites muy claros en lo asociativo, pero… ¿una paella es asociación?..."
Hughes
Abc
Rosa Díez pide “máxima pena” para el hijo de Tejero y su paellita. O como dicen en La Sexta, la comilona. Hombre, para comilona, factura en mano y efectuado el per cápita, las de los sindicatos y sus mariscadas. Creo que comilona es para mesa y mantel y mariscada. Una paella no es comilona. Sí tiene algo de concierto, de reunión. Las paellas son celebratorias y casi conspiratorias per se. Se le da la vueltecita casi en plan caldero. Paella aquelarre. Eso se admite. Y lo dice un valenciano y además en fallas. La Guardia Civil tiene límites muy claros en lo asociativo, pero… ¿una paella es asociación? Lo más cerca que puede estar una comida del hecho asociativo, pero… Asombra ver la rapidez del aspaviento. Esa apelación, tan discrecional, a la ejemplaridad. Rapidito, mucho más rápido porque para esto sí es gerundio. ¿Cesado? Poco es. Una celebración gagá de una efeméride que sólo tiene el aroma vintage y naftalínico de un Casa Pepe. No es el sitio, un cuartel, pero una comida no parece en sí mismo un delito. ¿Hubo proclama pública? ¿Se gritaron Vivas extemporáneos? A mí no me inquieta que haya un sector del ejército (cuatro tíos, para ser concreto) nostálgico. No puedo hacer nada contra ello, no es mi rollo, pero no siento amenaza alguna. Pero hay un evidente dominio del aspaviento y una asimetría muy clara de la efeméride. El Estado, España, la Constitución, el Cotarro, la Madre del Cordero o como quieran decirlo tiene varios gravísimos enemigos, amenazas muy serias. Asuntos moralmente escabrosos. Heridas de legitimidad. Asesinos campantes. Desafíos a la legalidad vigente (lo de la legalidad vigente suena ya al chiste del indiferente) y asuntos de difícil entendimiento en los que no hubo ni rapidez, ni ejemplaridad ni esa cosa (tan catalana, por cierto) del “poca broma”. La sensibilidad ultra también es hija de Dios.
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