Salvador Sánchez Povedano, más conocido como “Frascuelo”. Un hombre que ejerció de torero dentro y fuera de la plaza y que, para ejemplo de quienes quisieran ser toreros, dejó en herencia un decálogo de ética que todo el mundo taurino conoce como
LOS DIEZ MANDAMIENTOS DE FRASCUELO
• Primero: Amar a Paquiro sobre todas las coletas.
• Segundo: No jurar que vas a meterte en el morrillo de los toros para luego no arrimarte nada.
• Tercero: Santificar la fiesta española, entendiéndose que santificarla no es tirar el pego.
• Cuarto: Honrar a la afición que da cuanto se le pide y más de lo que puede.
• Quinto: No matar como Rafael el Gallo.
• Sexto: No amolar tanto a los toros ni a los espectadores.
• Séptimo: No hurtar las ingles a las arrancadas de los astados, ni hurtar tantos billetes como se viene haciendo.
• Octavo: No decir en los telegramas que tú estuviste colosal y tu compañero desastroso.
• Noveno: No desear la cupletista o súper-tanguista de tu prójimo.
• Décimo: No codiciar el contrato del colega; ni el colchón del zapatero, del hojalatero y del tapicero, cuando el colchón va a la casa de empeños para luego no ver más que huir a los toreros de arriba, de abajo, de la derecha y de la izquierda.
- Como cierre de esta Breve semblanza, dejaremos en el aire estos versos de María Victoria Atencia, extraídos de su libro “La intrusa”.
RETRATO DE FRASCUELO
Montera sobre el muslo, pie pequeño, entrecejo/
poblado, el fogonazo del magnesio detiene/
en tu recuerdo al toro y en el sepia tu imagen,/
como tuvo la tarde tu capote en suspenso./
Yo te quito las medias de seda rosa, el luto/
rural de tu corbata, que en la cómoda cubren/
mi peina de carey, mi mantilla de blonda.
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