la suerte suprema

la suerte suprema
Pepe Bienvenida / La suerte suprema

miércoles, 26 de agosto de 2015

Bilbao.-3ª de las Corridas Generales: Tres estupendos toros de Jandilla, oreja para El Cid y otra para Garrido de uno de los peores / por J.A. del Moral



"...Los dos primeros espadas que actuaron ayer en esta importante feria lo hicieron por su pasado. El tercero, por su futuro: Juan José Padilla, El Cid y José Garrido..."


Tres estupendos toros de Jandilla, oreja para El Cid y otra para Garrido de uno de los peores.

J.A. del Moral25/08/2015
De los tres toros de alta nota que se lidiaron de Jandilla, dos cayeron en las manos de Juan José Padilla y uno en las de El Cid. Aunque el jerezano podría haber cortado oreja en sus dos oponentes si hubiere matado pronto y bien, los desaprovechó en su desbaratado modo. El Cid anduvo bien con el suyo pero en sus mejores años le habría cortado las dos. José Garrido se llevó el peor lote de la corrida y anduvo muy por encima de ambos. Sobre todo del tercero del que cortó la oreja más valiosa por meritoria de la tarde

Bilbao. Plaza de Vista Alegre. Martes 25 de agosto de 2015. Tercera de feria. Tarde despejada y agradable con algo de viento. Media entrada.
Seis toros de Jandilla, bien aunque desigualmente presentados y de vario juego con tres excelentes. Bravo y noble el primero. Muy deslucido con guasita pese a su sosería el segundo. Complicado por su genio el tercero. Excelente en la muleta el cuarto que fue premiado con vuelta al ruedo. Nobilísimo el quinto. De noble a pronto parado en la muleta en sexto.

Juan José Padilla (corinto y oro): Estocada y descabello, ovación con saludos. Metisaca en los bajos y estoconazo muy trasero, aviso y vuelta por su cuenta que fue protestada.
El Cid (verde botella y oro): Estocada, silencio. Buena estocada, oreja.
José Garrido (obispo y oro): Estoconazo contrario, oreja y petición de otra. Estocada, ovación.

Los dos primeros espadas que actuaron ayer en esta importante feria lo hicieron por su pasado. El tercero, por su futuro: Juan José Padilla, El Cid y José Garrido.

Padilla es muy querido en Bilbao desde sus machadas frente a las corridas más duras que siempre envolvió con su simpatiquísima chabacanería y que culminaron encerrándose en solitario con una corrida de Miura. Tarde en la que no estuvo como cabía esperar y que marcó un punto y aparte en su larga carrera, a la baja desde entonces. Pasados los años y cuando daba señales de que le faltaba poco para colgar el traje de luces, padeció una terrible cornada en la feria de El Pilar en Zaragoza de la que se salvó por puro milagro. Salvó la vida, sí. Pero perdió un ojo y parte de su cara. Ante la incredulidad admirativa de los públicos, fue capaz de reponerse, de superar física y anímicamente la tragedia y aún está en el machito jugando con la suerte cada tarde que torea entre sustos y emociones. También entre risas, que todo hay que decirlo. Es la inercia que todo esto le ha proporcionado más dinero del que pudo soñar y la que le mantiene en los carteles feriados.

La inercia del triunfo, en efecto, dura mucho en el toreo. Y si el triunfo es de los grandes, muchísimo más. Es el caso de El Cid que acumula tantas inercias de esta especie que todavía se ve anunciado en muchas ferias aunque ya no en los lugares de privilegio que ocupaba ni imagino que con el mismo dinero. Cada vez que torea en la plaza de Vista Alegre bilbaína es inevitable recordar su tarde histórica también en solitario frente a seis toros de Victorino Martín. Fue la tarde de su vida. Y mira que ya había acumulado grandes éxitos en muchas plazas. Los más determinantes en Sevilla y en Madrid. Pero, como Padilla aunque salvando la enormes distancia que les separa en estilo y en concepto del toreo, aquella tarde también marcó un punto y aparte en su carrera que fue decayendo poco hasta llegar este año y a esta corrida. El Cid persiste y tiene derecho a persistir. Pero a muchos nos duele verle a veces tan impotente por dentro aunque él trata por fuera de que no se note. Lo de los seis toros, otra vez de Victorino, de este año en Madrid, fue un calvario. No obstante, El Cid sigue portando la moneda y la puede cambiar como ayer con el muy buen quinto toro del que cortó una oreja. En sus mejores tiempos le habría cortado dos.
En un vitalista polo opuesto, el jovencísimo tercer espada llegó a Bilbao tras su gran actuación novilleril del año pasado en esta plaza en la que marcó una altura tremenda con los seis novillos que mató. José Garrido, ya matador de toros, estuvo ayer por eso obligado a igualar y hasta a superar la gran impresión que nos causó en el festejo matinal del año pasado. Aunque el futuro es ya bastante más suyo que el de sus veteranos colegas, ayer se llevó lo peor de la corrida y tuvo que jugarse la cogida con sus dos toros para poder salir de la plaza con la cabeza bien alta. Veamos como ocurrió todo.

Serio y muy montado el primer toro de la tarde. Llegó pronto, remató en tablas y acudió con nobleza aunque sin humillar al capote de Padilla que se estiró por verónicas gritadas. Galleo por chicuelinas y casi derribo del caballo en el primer encuentro. El segundo puyazo lo tomó el toro con fijeza. Quite de El Cid por verónicas. Padilla banderilleó en solitario con suficiencia. El tercer par, al violín, fue muy aplaudido. Empezó de rodillas la faena teniendo que moverse hasta que, ya en pie, continuó por redondos que recetó con fácil rapidez y luego más templado aprovechando la gran franquía del animal. Los naturales que siguieron, de lo más vulgar que se pueda ver. Y la tanda con la derecha posterior, de talanqueras. ¿Para qué seguir contando como fueron los demás pases?… Dio montones sin el menor interés ni buenas maneras. Hay quien se ha metido con Juan del Álamo acusándole de dejar escapar el gran toro de Pueto de San Lorenzo. Pues, ¿qué me dicen de lo que hizo Padilla con este estupendo toro de Jandilla? Malbaratarlo entre los aplausos de sus muchos fieles que tiene en Bilbao. Padilla mató a la primera y como el toro tardó en doblar, tuvo que descabellar. Por esto no se le pidió la oreja que de seguro le habrían regalado.
Al cuarto le recibió con dos largas cambiadas de rodillas. Blando de remos aunque también noble como vimos al obedecer en algunos lances del jerezano. Picado de trámite, Padilla quitó por estrafalarios faroles con buen remate de revolera. Y volvió a banderillear en solitario mejor que en el primer toro aunque clavó sin igualar los tres pares. El toro se fue arriba y así continuó en la faena. Otro toro bueno. Incluso mejor que el primero. Aclamado Padilla en el brindis, llevó a cabo otra faena sui géneris con todo a favor – toro y público – sin estar a la altura como mereció el animal. Por la derecha y por la izquierda, hubo de todo. Momentos buenos junto a otros vulgares. Redondos, circulares invertidos y desplante ostentoso. Hasta se puso en artista en el final con la izquierda. Lo estropeó con un horrible metisaca en los bajos. Y aunque lo medio corrigió luego con un estoconazo traserísimo, lo que iba para locura colectiva quedó en aviso con ovación mientras muchos pedían que al toro se le premiara con la vuelta al ruedo. Cosa que aconteció. Padilla, con más cara que espalda, se pegó otra por su cuenta sin poder evitar las protestas al iniciarla y al saludar tras completarla.

Castaño de pelo fue el segundo toro, más bonito que el que abrió plaza. Suelto del capote de El Cid. Al lancear aquietado, el toro se le metió por el pitón izquierdo y en el siguiente, perdió las manos. Tras medio cumplir en el primer encuentro, flaqueó en el intento de quite del matador. Puyacito en el segundo. Por poco no resultó cogido Garrido en su quite por ir demasiado sobrado a recetarlo. El toro llegó acobardado a banderillas. Salvó el tercio El Alcalareño. El Cid se fue a los medios para torear con la mano derecha distanciado. Con la ventana abierta, sufrió una colada. Pero continuó toreando por las afueras. Muy soso y apagado el toro, la faena no pudo tomar vuelo pese a la porfía del torero que terminó por aburrir a la gente. Algunos incluso le pitaron antes de matar, menos mal, de estocada entera más que suficiente.

Distraído y sin fijarse en nada salió el quinto aunque luego tomó muy bien el templado capote de El Cid. Pese a escarbar antes de ser picado, cumplió en el caballo dejándose pegar excesivamente en el primer encuentro. Le aliviaron el segundo. Vistoso quite de Garrido por perfectas caleserinas. Cubierto desigualmente el tercio de banderillas, El Cid brindó al público. Había toro. Se le vino raudo por el lado derecho desde las tablas hasta los medios. Muy bien El Cid en las sucesivas tandas con la derecha. Otro toro de lio y llevábamos tres. Terminó siendo también muy noble por el lado izquierdo permitiendo a El Cid recetar varios naturales largos y templados. Y ahí debió cortar. Sobró el resto con la derecha. Comprensible, no obstante, al tener en sus manos un animal tan noble en estos momentos tan necesitados de triunfar en una plaza tan importante que, además, había sido suya. Bien matado de buena estocada, medio lo fue otra vez.


El público ovacionó a José Garrido y le obligó a saludar antes de salir el tercer toro. En recuerdo de lo que hizo el año pasado. Sin fuerza en los cuartos traseros y defendiéndose por arriba el animal en su salida. No fue precisamente bravo en varas pese a cumplir en las dos. Muy distraído en banderillas. Garrido brindó al público como no podía ser menos. Y a por todas con la muleta. Arrancó con un farol de rodillas y tras varios pases también arrodillado, se llevó el toro a los medios para jugársela por redondos. Nada fácil este animal, Garrido anduvo por encima en todo momento. También con la mano izquierda sacando naturales que resultaron inverosímiles dada la complicada condición del animal. Se excedió en la postrer porfía con la derecha y acabó desplantado de rodillas, para terminar con manoletinas y doble pectoral jugándose la cogida como si tal cosa. Estoconazo contrario y primera oreja al canto. Al canto y cantada porque salió a cortarla contra viento y marea.

Llamó la atención el sexto por su pelo jabonero. Un bello ejemplar. Garrido le saludó con tres ramilletes de abelmontadas verónicas. Y el toro respondió. Aunque tardeó y escarbó, sobre todo en el segundo encuentro, fue alegre al caballo en los dos. Bien el picador Aitor Sánchez. Sin nada de particular en banderillas, Garrido se fue a los medios para empezar la faena por ayudados por alto a pies juntos rematando con uno de la firma. Siguió pausando las tandas con la mano derecha con gran aguante por lo mucho que tardeó el animal en cada una. Otra vez por encima del toro que compuso el peor lote de una buena corrida. Otro tanto ocurrió al natural. Cuando volvió a derechas, Garrido tuvo que hacer un esfuerzo de convicción para sacarle los pases sin que el animal le ayudara lo más mínimo. Se volcó en la estocada que tuvo rápidos efectos y salió de la plaza con la cabeza bien alta aunque no con el muy esperado y deseado gran triunfo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario