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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

lunes, 24 de agosto de 2015

Crónica de un autobús apedreado / por Juan Manuel Rodríguez


Autobús del Real Madrid en Gijón

"...La pregunta es la siguiente: ¿Nos preocupa realmente la violencia en el deporte o lo que nos preocupa es la escenificación de la preocupación por la violencia en el deporte? ¿O nos preocupa más la violencia en el deporte ejercida sobre unos que la cometida sobre otros?.."

Crónica de un autobús apedreado

Madrid, 24 de Agosto de 2015 -
Ayer apedrearon el autobús del Real Madrid a su llegada al estadio de El Molinón de Gijón. "Cuatro locos", sí, de acuerdo, pero "cuatro locos" de Gijón, salvo que Alfredo Relaño llegue a la conclusión, que todo se andará, de que el apedreamiento fue llevado a cabo por aficionados madridistas residentes en Gijón y molestos por el traspaso de Iker Casillas al Oporto. Después del apedreamiento a la llegada, la afición del Sporting a la que pertenecían esos "cuatro locos" que recibieron a pedradas al autobús del Real Madrid fue catalogada como modélica desde el perfil de Twitter de algunos relevantes periodistas deportivos, como es el caso de Manolo Lama. En líneas generales estoy de acuerdo con Lama porque a la afición del Sporting no puede achacársele la reacción de "cuatro locos", pero... ¿ni una sóla referencia al apedreamiento del autobús? ¿Ni un reproche? ¿Nada?... Ganas de quedar bien, supongo.

La pregunta es la siguiente: ¿Nos preocupa realmente la violencia en el deporte o lo que nos preocupa es la escenificación de la preocupación por la violencia en el deporte? ¿O nos preocupa más la violencia en el deporte ejercida sobre unos que la cometida sobre otros? ¿Cuál habría sido la reacción, por ejemplo, del diario As si ayer el autobús apedreado hubiera sido el del Sporting y los "cuatro locos" pertenecieran al Real Madrid?... No lo sé. Lo que sí conocemos es la reacción del As hoy, después del apedreamiento del autobús del Real Madrid por "cuatro locos" del Sporting; el titular es el siguiente: "¿Qué gritos tuvo que escuchar Florentino Pérez a su llegada a Gijón?"... Los gritos, supongo que de "cuatro cuerdos", que tuvo que escuchar el presidente del Real Madrid fueron los de "¡Iker, Iker, Iker!"... Pero del apedreamiento del autobús ni una línea. El Sport, por ejemplo, sí recoge la información pero llevándola a su terreno: "Trolean el autobús del Real Madrid con el escudo del Barça y lo apedrean". Podría haber sido peor,Sport podría haber titulado así: "Trolean el autobús del Real Madrid con el escudo del Barça, que como todo el mundo sabe es más que un club y que es el actual campeón de Liga, Champions, Copa y Supercopa de Europa, y que tiene a Leo Messi, que es de largo el mejor jugador del mundo, y lo apedrean".

Estaba pensando si el diario As habría tratado de otro modo el apedreamiento del autobús del Real Madrid si el inquilino de su banquillo hubiera sido José Mourinho y no Rafa Benítez. ¿Se admiten apuestas?... Durante los tres años de Mou se insistió mucho (y algunos aficionados picaron, por supuesto) en que al Real Madrid se le recibía con especial inquina por el odio que generaba el portugués; antes, cuando no estaba Mourinho, se justificó (porque es eso y no otra cosa lo que se hacía, justificarse) el apedreamiento del autobús de turno del Real Madrid por la política de fichajes de Florentino Pérez, que era al parecer muy agresiva y levantaba ampollas. Pero no hay más que charlar medio minuto con los jugadores más veteranos del club blanco para llegar a la conclusión de que apedrear el autobús del Real Madrid se ha convertido en todo un clásico desde tiempos inmemorables por la simple razón de que el club blanco es el mejor. Claro que no nos preocupa la violencia en el deporte. Y por supuesto que nos preocupa más o menos dependiendo de quién la reciba. Que se apedree el autobús del Real Madrid presidido por el malvado Florentino Pérez es interpretado por algunos como una reacción normal o, en el mejor de los casos, como la acción de "cuatro locos" que, eso sí, forman parte de una afición simpática y ejemplar. Así nos va.

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