“¿Por qué Morante? Porque es un torero absolutamente necesario en unos tiempos extraños en los que la tauromaquia está tomando unos caminos preocupantes”, explica Aguado.
Y dice más: “Es el más valientes de los toreros artistas, y el más artista de los valientes; Morante es el torero artista más trascendente de las últimas décadas”.
“Para torear como lo hace Morante”, continua el autor, “tan despacio y pasándose los toros tan cerca hay que tener el máximo arrojo; hay un valor para la lidia, otro para enfrentarse a los toros duros, pero el valor supremo es ralentizar el toreo y dominar al toro a milímetros de la taleguilla”.
“No es necesario hablar con Morante; ¿alguien habló con Mozart o Beethoven? A Morante hay que sentirlo”
El libro no es una biografía al uso, sino un intento de descifrar las claves humanas y artísticas de la tauromaquia de Morante de la Puebla “con un empeño clarificador sobre la importancia de un torero que sufría cierta incomprensión, y cuya amplia lista de matices y su contenido pasaban desapercibidos incluso a aficionados muy señalados”, según figura en el texto que a principios de este año ha publicado la editorial El Paseíllo.
Sostiene Aguado, además, que el libro no es morantista. “Así es; es un análisis sobre una forma de torear que, a mi juicio, debe permanecer porque ha sido la esencia de la tauromaquia durante años, y que hay que defender en unos tiempos complicados como los actuales”.
Aclara el autor que solo ha hablado en tres o cuatro ocasiones con el torero y nunca en profundidad. “No hay necesidad de hablar con Morante” apunta; “¿alguien habló con Mozart o con Beethoven?, con verlo torear basta, porque se desnuda cada vez que torea, y saca a flote todo lo que lleva dentro, vivencias, tristezas y alegrías; a Morante hay que sentirlo, él representa al toreo en su máxima expresión”.
- ¿Qué aporta a la sociedad de hoy un torero como Morante?
“Autenticidad. Es uno de los grandes artistas de nuestro tiempo comparado con quien se quiera de otras actividades. El toreo es como la música y genera reacciones viscerales directas, unas emociones profundas”.
Aguado está convencido de que Morante “es la fusión de muchos toreros”. “Le obsesiona Joselito el Gallo”, afirma, “pero el toreo que vimos hace dos ferias de San Miguel en Sevilla, desgarrado y abandonado, era puro belmontismo, no había ciencia ni inteligencia, solo pasión”.
Argumenta Aguado que Morante aprendió a torear en la calle, y ha madurado con las aportaciones de mucha gente, y gracias a su gran afición a la historia del toreo.
“Morante no es un erudito, pero le gusta indagar en las fuentes, es un enamorado de la fotografía antigua, y posee una gran cultura taurina”, prosigue el autor. “Sabe torear por muchos toreros, tiene asumidas muchas formas de torear; ha llegado a dar el salto de la rana en un festival en Murcia y lo hizo perfecto. Conoce la historia de los toreros de Sevilla, y ha ido creando su propio universo. En suma, Morante tiene en la cabeza y en el corazón una idea muy amplia del toreo, es un compendio de otros muchos”.
“Morante es un antisistema, y no ha sido complaciente con ciertos sectores de Sevilla, lo que ha permitido que se le vea con cierto recelo”
Y, además, posee, a juicio de Aguado, una técnica prodigiosa.
“Hablamos de la técnica buena; cuando se dice que un torero es muy técnico, me mosqueo. La técnica la tiene que ver el toro y no el espectador. Cuando escuchas una sinfonía no estás pendiente de la técnica, sino del sentimiento que te produce. Los toreros más técnicos que yo he conocido son Morante, Diego Urdiales y José Tomás. Cuando torean estás viendo su entrega, su expresión, y utilizan la técnica para dar cauce a todo lo que tienen que contar y no para venderla. Conseguir que toros complicados acaben embistiendo requiere una precisión extraordinaria. Este tipo de toreros hacen ver a los toros mejores de lo que son. Ahí radica su dominio de la técnica”.
Paco Aguado repasa en el libro distintas etapas en la trayectoria artísticas del torero, y concluye que “Morante no siempre ha hecho lo que ha querido, y en muchas ocasiones se ha sometido al sistema, y ha sido el peor Morante porque ha carecido de ilusión. El artista más auténtico llega cuando abandona a su apoderado Matilla y se alía con su amigo Pedro Jorge Marques, lo que sucede en la Feria de San Isidro de 2021 que se celebró en la plaza de Vistalegre de Madrid”.
“Se torea como se es y se torea como se está”, enfatiza Aguado para justificar las distintas fases de la carrera de Morante, “un artista muy sensible a los influjos que surgen a su alrededor, que ha sufrido peleas psicológicas consigo mismo”.
Y Sevilla.
Aguado hace hincapié, finalmente, en la extraña relación que Sevilla ha mantenido con el torero de La Puebla.
“Morante es un antisistema”, afirma; “vive a su aire, al margen de Sevilla, no ha sido un torero complaciente con ciertos sectores de la ciudad, los más tópicos y apolillados, y esa actitud ha permitido que se le vea con cierta distancia y recelo”.
Recuerda Aguado que tomó la alternativa en Burgos y no en La Maestranza, y no se le ha perdonado “como a otros” que haya tardado en reverdecer laureles en esta plaza tras su salida por la Puerta del Príncipe en 1999.
Morante de la Puebla vuelve este Domingo de Resurrección a Sevilla, y un cartel de ‘no hay billetes’ recordará que la afición espera que el torero responda otra vez a la pregunta del libro de Aguado: Por qué Morante…
El más valiente pero de los toreros que torean el medio toro. Es decir, el más valiente de la tauromaquia esteticista y decadente, previa a su extinción, si las cosas no cambian mucho.
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