Seguimos esperando transformaciones, una limpieza radical que haga que podamos volver a confiar en la credibilidad de las competiciones nacionales. Mientras no ocurra y a riesgo de que nos llamen otra vez conspiranoicos a pesar de los 7,4 millones de pruebas, seguiremos dudando, y será siempre una duda razonable.
La cuadratura del círculo
Antonio Vázquez
La Galerna/15 marzo, 2024
Según consta en los escritos, fue Anaxácoras, un filósofo otomano de la escuela presocrática, la primera persona que planteó el dilema de la cuadratura del círculo, en torno al año 430 a. C. Anaxácoras se encontraba entonces encarcelado por asebeia, es decir, por irreverencia hacia los dioses del Estado, ya que aseguraba que el sol no era más que una roca incandescente, y que el brillo de la luna era un simple efecto del reflejo de la luz solar. Durante su cautiverio planteó un problema aparentemente simple; dado un círculo, construir un cuadrado que tenga la misma área, usando una regla y un compás. El enigma fue pasando por los escritorios de algunas de las mentes más brillantes de la historia de la humanidad a lo largo de los siglos. Pensadores tan formidables como Aristóteles o Arquímedes no fueron capaces de encontrar una solución, hasta que en 1882 Carl Louis Ferdinand von Lindemann demostró que no es posible ni rectificar la circunferencia, ni cuadrar el círculo. Por lo tanto, pedirle a alguien, por brillante que fuera el individuo, que lo hiciera era enfrentarle a una tarea condenada al fracaso desde su origen.
Al Madrid le llevan pidiendo que cuadre el círculo toda la vida. Habituados a verle protagonizar las mayores hazañas deportivas en el pasado y el presente, lo que se le exigía y se le exige son imposibles, en una condena preventiva que conduce inevitablemente a la frustración. Creo que fue Manolo Lama el que una vez se puso a enumerar todos los títulos que no había ganado el 14 veces campeón de Europa durante la presidencia de Florentino Pérez para intentar insinuar su fracaso, o al menos mitigar la sensación de rotundo éxito. No se está pidiendo que el Madrid venza, se clama por una excelencia perpetua e inquebrantable, que no se da en el deporte, ni tampoco en la vida. Que gane siempre, que brille en minuto de cada partido y de cada competición, y que no se queje nunca, incluso cuando se topa con un sinfín de condicionantes federativos, arbitrales y mediáticos en contra. No se contempla protesta alguna por el hecho de que su gran rival disponga de un abismo en cuanto a saldo arbitral y cuando se ha constatado que el colectivo que debería impartir justicia deportiva le masacraba, como parte de un sistema perfectamente diseñado para su perjuicio.
Por supuesto, en muchas ocasiones no se ha alcanzado a superar todos esos corruptos obstáculos en Liga, teniendo que recurrir al consuelo del oasis, al maná sanador que es la Champions League. Pero la mejor y más difícil de ganar competición del planeta es un ocho mil hasta para aquel que más veces ha clavado su bandera en la cima. Como consecuencia, la sensación de desazón se ha convertido en una constante en un buen número de temporadas. Privando del Madrid de buena parte del éxito local se ha intentado minimizar el impacto de las gestas de una generación que ha hecho historia continental. Solo con lo que ahora sabemos podemos explicar que jugadores cómo Cristiano Ronaldo se fueran del Real Madrid con más Copas de Europa que Ligas españolas en su palmarés. De hecho, el portugués solo ganó dos veces el torneo de la regularidad en España y levantó el doble de Champions con la camiseta del Madrid. No es una anécdota, es un síntoma de lo que ha ocurrido todos estos años de corrupción deportiva y sistémica.
Hay quien sostiene que es precisamente esa exigencia que alcanza cortas absurdas lo que hace que el Real Madrid siga manteniendo un nivel de éxito inimitable. La costumbre de nadar siempre contracorriente hace que los músculos se desarrollen más y, cuando toca desenvolverse en un entorno sin estos escollos, como el europeo, se catapulta el rendimiento del equipo. Como una especie de entrenamiento en altitud y condiciones más adversas, para exhibirse cuando el entorno se normaliza. Ni siquiera entraré a juzgar esta posibilidad; la sola idea de que un club tenga que competir en circunstancias diferentes, en un ecosistema diseñado para ser hostil con él y amable con sus rivales, atenta contra los principios más básicos del deporte.
LA COSTUMBRE DE NADAR SIEMPRE CONTRACORRIENTE HACE QUE LOS MÚSCULOS SE DESARROLLEN MÁS Y, CUANDO TOCA DESENVOLVERSE EN UN ENTORNO SIN ESTOS ESCOLLOS, COMO EL EUROPEO, SE CATAPULTA EL RENDIMIENTO DEL EQUIPO
Lo más preocupante es que no detectamos cambios significativos en el hábitat nacional. La 'gilmanzanada' de Valencia no es más que un capítulo más en una sucesión gigantesca de episodios similares, aunque normalmente no tan descarados. Huyendo del sambenito de madridista, que sin duda ha privado al árbitro español más reconocido a nivel internacional de pitar numerosos clásicos, derbis y finales coperas, el extremeño cometió una injusticia a sabiendas. Todos saben qué carril hay que seguir para que el CTA te premie con los grandes partidos. Es la senda que transitaban los Iturraldes, Clos o Hdez. Hdez., equivocándose siempre a favor y en contra de los mismos y arbitrando una y otra vez los encuentros más destacados en España, mientras sus carreras internacionales eran muy modestas por su evidente falta de nivel.
Seguimos esperando transformaciones, una limpieza radical que haga que podamos volver a confiar en la credibilidad de las competiciones nacionales. Mientras no ocurra y a riesgo de que nos llamen otra vez conspiranoicos a pesar de los 7,4 millones de pruebas, seguiremos dudando, y será siempre una duda razonable.
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