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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

viernes, 15 de marzo de 2024

Colombo, la alegría personificada en el toreo / por Pla Ventura

"..Más tarde o más pronto, Colombo triunfará por lo grande porque, ante todo, se le nota feliz cuando se juega la vida y eso suma muchos puntos a favor del diestro. Ver a un hombre lleno de alegría frente a la cara del toro, eso es sinónimo de afición, vocación, pasión y entrega porque nadie le está obligando a jugarse su bien más preciado, su propia vida.."


Colombo, la alegría personificada en el toreo

Pla Ventura
Toros de Lidia/14 marzo, 2024
No es Colombo precisamente un torero al que se le pueda elogiar por sus virtudes excelsas, ni puñetera falta que le hace. ¿Por qué lo digo? Porque para desdicha de la fiesta, si hablamos de artistas, irremediablemente tenemos que olvidarnos del fundamento llamado toro mientras que, con Colombo nos encontramos con su versión más arriesgada, pero, siempre, midiéndose al toro de verdad, un valor muy de ensalzar en los tiempos que corremos. Como digo, el diestro venezolano derrama alegría a manos llenas con su toreo y si a dicho fervor le añadimos que todo lo que hace se fundamenta con un toro auténtico, bien hallado sea en el escalafón un diestro que no aburre a nadie porque, como digo, se enfrenta al toro fiero y encastado.

Colombo es un diestro atípico. Yo lo explico. El venezolano tiene su sede en España, pero, es un torero para todo el mundo, la prueba es que, acá no contabilizamos sus actuaciones en Venezuela, Perú, México o cualquier otro país al que pueda acudir, pero, si sumamos todas sus actuaciones en distintos países, seguramente nos llevaríamos una sorpresa inmensa si de número de actuaciones hablamos. Un diestro alegre, lleno de valor, facultades al más alto nivel, banderillero excepcional, capotero de una variedad inmensa y, en el tercio final, con la muleta, se juega la vida con la misma intensidad con la que lo ha hecho en los tercios anteriores antes de empuñar la espada que, por regla general sigue siendo un cañón.

Le hemos visto triunfar en plazas de relevancia como Pamplona y Azpeitia, entre otras muchas y, el nivel que ofreció es digno de encomio, siempre, insisto, con el toro de verdad que a fin de cuentas es el que produce la auténtica emoción al espectáculo. El toreo bello de salón es maravilloso; digamos lo que hacen las figuras con el toro aborregado, pero, eso se desvanece de inmediato. Por el contrario, cuando el espectador palpa de repente que un hombre se está jugando la vida no le pide exquisiteces puesto que su corazón queda repleto de emociones. ¿Para qué más?  Colombo es el paradigma de todo lo que digo. Si pretendemos emocionarnos con un torero cabal, el venezolano nos viene como anillo al dedo. Para colmo, estamos hablando de un chaval muy joven que se doctoró apenas siendo un “imberbe”, lo que viene a certificarnos que le queda mucho camino por recorrer.

Más tarde o más pronto, Colombo triunfará por lo grande porque, ante todo, se le nota feliz cuando se juega la vida y eso suma muchos puntos a favor del diestro. Ver a un hombre lleno de alegría frente a la cara del toro, eso es sinónimo de afición, vocación, pasión y entrega porque nadie le está obligando a jugarse su bien más preciado, su propia vida. Y si lo hace con ilusión, ese valor que le desborda en cada una de sus actuaciones, nos encontramos ante un torero singular.


Dejemos que Colombo camine por el sendero que ha emprendido, el de la verdad más apasionada por aquello del toro que mata a diario. Si pudiéramos hacer la prueba de que Colombo y Roca Rey toreasen juntos precisamente los toros que mata el venezolano, con toda seguridad, nos encontraríamos con sorpresas mayúsculas, pero, ya sabemos que, dichos toreros, cada uno juega un una “liga” distinta, por ello es muy difícil que les equiparemos. Como fuere, ánimo, Colombo.


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