"..Como cualquiera puede entender, una cosa es el triunfalismo que reina en las ferias cuando torean las figuras y, otra muy distinta cuando el éxito llega por el sendero de la verdad. Esa verdad que buscamos y proclamamos, ayer no apareció por Castellón; es más, era imposible.."
El triunfalismo
Pla Ventura
Toros de Lidia/9 marzo, 2024
Cualquiera, desde el más recóndito lugar del mundo mira la foto en la que en el día de ayer, Roca Rey y Tomás Rufo salían en volandas de la plaza de Castellón y, hasta tiene derecho a emocionarse y mucho más si se queda con el parte escueto del destejo. Claro que, otra cosa muy distinta es lo que allí sucedió puesto que, el triunfalismo reinó de forma alarmante, hasta el punto de que la otrora digna plaza de Castellón ha quedado como un coso de talanqueras. Una pena, pero así está el toreo y, lo que es peor, nadie lo remediará. Eso sí tres cuartos de plaza en un cartel “soñado”.
¿Cómo lo explicaría yo? De entrada, ver que se lidian toros de Juan Pedro Domecq ya es sinónimo de pobreza, de burla constante hacia el aficionado y de maldita complacencia para los claveleros que, sin tener la menor idea de los toros, conceden, mejor dicho, piden orejas por doquier y, el memo del presidente las concede, todo ello, amén de haber aprobado una corrida indecente en la que el trapío se quedó en Lo Álvaro; el trapío y muchas cosas más, pero esos animalitos son los que hacen felices a los toreros y, sin duda, a los aplaudidores de las figuras que, todos juntos, en una parodia sin límites se lo pasan de maravilla.
Como cualquiera puede entender, una cosa es el triunfalismo que reina en las ferias cuando torean las figuras y, otra muy distinta cuando el éxito llega por el sendero de la verdad. Esa verdad que buscamos y proclamamos, ayer no apareció por Castellón; es más, era imposible. Se juntaron todos los componentes para que la broma resultara graciosa puesto que, ningún aficionado de los que acudió al coso de Ribalta se acordará de lo que ayer pasó y han transcurrido menos de veinticuatro horas. Esa es la diferencia, cuando el toreo cala en el alma de los asistentes y, como en el caso que se cita, cuando todo se convierte en un esperpento para complacer a las figuras de turno. Muy sencillo se lo han puesto a Tomás Rufo que, vete tú a saber las razones por las que ha sido elegido al festín de las figuras. Lo de Roca Rey ayer en la capital de la Plana rozó la vergüenza más absoluta, pero, para mayor cachondeo, con orejas de regalo, al final, la puerta grande asegurada.
Y, cuidado, como siempre y en todas las plazas, salvo en Madrid, eso es lo que veremos a diario. No nos rasguemos las vestiduras puesto que, no tiene sentido quedarnos desnudos ante la infamia. Cómo sería todo que, Manzanares, un avezado lidiador de este tipo de toros moribundos, no encontró ni eco en los tendidos ni ánimo para que sus animalitos embistieran. Eso sí, hemos leído, como decía, el triunfalismo que allí reinó y, lo más sangrante de la cuestión es que los protagonistas no tienen el menor rubor en acariciar esas orejas pueblerinas que les entregan, lo digo porque no hace muchos años, cualquier torero lleno de dignidad, ese tipo de trofeos ni los recogían, saludaban una ovación y aquí paz y allá gloria. Ahora todo ha cambiado; vamos que, las orejas que les entregan por poco se las comen.
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