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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

lunes, 18 de marzo de 2024

“It’s a fucking goal!” / por Ignacio Ruiz Quintano


"..A Bellingham se le está poniendo cara de loco en España. Vino a jugar con Mbappé y de momento juega con Joselu. “What the fuck is this?”, le preguntó al árbitro en un derbi. Luego, el “It’s a fucking goal!”. Muchas noches debe de soñar con la Premier.."

“It’s a fucking goal!”

Ignacio Ruiz Quintano/Abc
En el día que cumplía ciento veintidós años, con eliminatoria de Champions en el Bernabéu, las instituciones españolas tuvieron con el Real Madrid dos detalles finísimos: la filtración a la prensa de una petición fiscal de un lustro (¡esperemos que no sea un lustro de los de Urtasun!) de cárcel por impuestos para Ancelotti y la sanción de dos partidos a Bellinhgam porque un señor de Don Benito apreció “agresividad” en la frase “it’s a fucking goal!” que el futbolista dijo en Valencia cuando le quitaron, por la “jeró”, el gol de la victoria. Pero en Don Benito “fucking” suena a “fucking”, y eso, si lo untas (con mala fe) en el mejunje de la agresividad, son dos partidos.

La cuestión no es baladí, diría un cronista antiguo. Después de todo, por un acento inglés mal entendido entre pilotos y controladores sobrevino el accidente de Los Rodeos. Al lado de eso ¿qué son dos partidos de sanción a Bellingham porque un tío quiso tomarse el “fucking goal” por la tremenda? A los que hemos visto a Messi empujar a Undiano en un Clásico como si nada nos parece agravio lo de Bellingham, pero sólo es que nos hacemos viejos.

Todo va a seguir igual, pues el fútbol español es un espectáculo de fiestas patronales reducido en cada pueblo a intentar tirar al pilón a Vinicius, que es un “rebotao”, pues tú le dices “mono” y él te dice “racista”, ajeno al buen comportamiento que exigen los blanquitos de la comunidad. Hay un tipo en la TV que va de viejo morrosko, y al que uno ha visto zumbarle en Las Ventas a un abuelo que increpaba al matador Abellán, que ahora pide valores (¡valores!) a Vinicius. Y es que Vinicius juega cargando a la espalda el macuto de todo el antimadridismo, andancio social y mediático (un telepollas –hallazgo terminológico de Cela– hizo “la previa” de Valencia con una foto “adarwinada” del jugador como fondo de pantalla), muy de país corrupto, pazguato e invivible. Es el síndrome del “trastorno de Vinicius” que anida en el antimadridismo: antes hubo un “trastorno de Mourinho” y luego habrá un “trastorno Mbappé”. Eso sí, lo de Vinicius duele más porque pasó de meme del periodismo a máximo generador de goles en las tres últimas Champions, por delante de Mbappé y de Haaland. “Fucking”, pues, al muñeco, al que hay que echar del Madrid porque la noche del Leipzig empujó a Willi Orban, un hipócrita luterano que le había arañado la cara con garras de Ursula von der Leyen.

–Yo nunca he visto esto en el fútbol –había dicho, así, en general, Camavinga después del partido de Valencia.


En la política, sí. A la “visira” americana Victoria Nuland la pillaron diciendo “Fucking Europe!” y, como no había delante un Gil Manzano, tampoco pasó nada con su “fucking”. Con Bellingham sí hubo Gil Manzano, que justificó la roja en el campo con la morcilla de la “agresividad” en el acta. España es un país tertulianés, y por tanto, morcillero. Arrabal tiene contado que en el teatro del XVIII a los esnobs se los enviaba al “desván de la inteligencia”, un palco donde se citaba a Tertuliano, por lo cual “un actor morcillero” llamó tertulianos a los esnobs, y a su palco, tertulia. La morcilla arbitral de “agresividad” en el caso Bellhingam es como la morcilla jurídica de “corrupción” en el caso Gürtel: una tertulianada.

La agresividad, nos dejó dicho Malinowsky, comienza, como la caridad, en casita (“at home”), así que todos sabemos en qué consiste. Con su tormenta de errores en Valencia, Gil Manzano pudo decidir una Liga (priva de dos puntos del Real Madrid) y un Pichichi (priva de un gol a Bellingham, más los que podría conseguir en los dos partidos de la sanción), a lo que hay que añadir los daños al espectáculo, pues priva a los espectadores de la estrella de la competición, y de paso, refuerza a una “potencia extranjera” (Inglaterra), que se beneficiará del descanso obligado de su futbolista-insignia. No sé, Rick, pero ese árbitro no debería volver a pisar una cancha de fútbol… por el bien del fútbol.

–Corriendo hacia mí en actitud agresiva…

La única explicación psicológica del mitin valenciano de Gil Manzano la dio, también en Valencia, el matador Victoriano de la Serna en mano a mano con Domingo Ortega. En el último toro, De la Serna se acercó a Ortega, que ya había asegurado el triunfo, y le dijo: “¡Eh, paleto! Tú saldrás por la puerta grande, pero mañana los periódicos sólo hablarán de mí”. Se sentó en el estribo, dejó correr el reloj, el toro volvió al corral y se formó el escándalo.

A Bellingham se le está poniendo cara de loco en España. Vino a jugar con Mbappé y de momento juega con Joselu. “What the fuck is this?”, le preguntó al árbitro en un derbi. Luego, el “It’s a fucking goal!”. Muchas noches debe de soñar con la Premier. Si viene, tampoco se librará Mbappé. Consultado el Consejo de Ancianos del Relato Antimadridista, el más solemne, que gusta de que lo afeiten mientras le lustran (un limpia de los de Nicolás Guillén) las botas en una barbería de la Milla de Oro, ya lo ha avisado: Mbappé es “un vago” de siete suelas (¡nada que ver con el estajanovismo de Messi!) para un escenario, el Nuevo Bernabéu, que es “una fiambrera”, donde se reúnen los piperos, no para animar a sus estrellas (caso único en el mundo), sino para que las estrellas les animen a ellos, tal que la noche del Leipzig.

[Sábado, 9 de Marzo]

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