Y si de triunfo grande hablamos, éste no ha sido otro que salir ileso de la tremenda voltereta que le ha dado el toro de Domingo Hernández. El dramatismo no ha podido ser mayor puesto que, al caer, Román ha apoyado todo su cuerpo con su cabeza y todos temíamos lo peor. Estaba Dios allí, no se puede entender de otro modo. Cogida muy similar a la que sufriera Emilio de Justo en Madrid que, pese a salvar su vida estuvo cinco meses en el dique seco. Otra cogida de similares características la sufrió El Pana en México y tras la cogida, días más tarde, entregaba su alma a Dios. Ese mismo toro que ha volteado a Román, tras la estocada le ha prendido de nuevo y se ha librado de milagro y, aunque a priori parecía ileso, sospechamos que tras examinarlo alguna que otra contusión tendrá dl diestro que salía en hombros totalmente adolorido.
Yo aplaudo a Román su gesto de no engañar a nadie en cuanto al trapío de los toros, los pitones, su morfología porque, todos, sin distinción, eran toros de verdad. Luego, como pudimos ver el juego ha sido muy diverso. El primero de El Parralejo con apenas fuerzas pero muy noble, no tenía argumentos para conectar con la gente pese al tremendo esfuerzo de Román. Digamos que, el más completo ha sido el de Fuente Ymbro, un toro que no presagiábamos nada bueno, en la tercera serie le ha dado por embestir y Román ha tenido una faena brillante, hasta el punto de cortarle la oreja a su enemigo. El de Pedraza de Yeltes, sin ser un mal toro no ha tenido emoción, más que nada, era pura fachada. Una pena porque el toro nos hizo presagiar algo importante. Sin que nadie lo esperáramos, Victorino Martín trajo una auténtica alimaña, lo digo porque hacia siglos que no veíamos un toro con esa fiereza tan tremenda; un animal que revolvía en un palmo de terreno buscando su presa. Matarlo ha sido una épica.
Como dije, el toro de Domingo Hernández que, por su procedencia esperábamos todo del mismo, al final resultó un manso refugiado en tablas que, como explicaba pudo haberle dado a Román el mayor disgusto de su vida. Y ha salido el último de Luis Algarra que, sin ser el toro soñado tenía bravura y ganas de embestir, un animal que, pese a un Román maltrecho y dolorido ha estado muy bien con su enemigo. Ha toreado a placer y se ha sentido torero, algo que tenía mucho mérito tras comprobar las condiciones físicas en las que se hallaba el diestro.
Dos orejas en total, un premio justo pero, su éxito más grande no ha sido otro que salir ileso de la contienda, haber traído seis toros serios y con trapío y, en su honor, tres cuartos largos de plaza.
Por cierto, Román intentó poner un par de banderillas puesto que, pese a que no es matador banderillero, nos habían contado las ponía muy bien, pero hoy no ha tenido fortuna; ni lo intentes, matador. Un factor negativo ha sido la actitud de no permitir que saliera el segundo sobresaliente que la empresa había contratado. El reglamento habla de que tiene que haber un sobresaliente pero en ningún lugar del mundo se manifiesta para negar que no puedan ser varios, dos en este caso. Un presidente muy estrecho que ha jugado con el jornal que tenía la empresa para Amor Rodríguez que ha tenido que quedarse en Valencia como espectador.
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