"1984" Una distopía convertida en realidad
En la UE, con el voto favorable de los grupos en los que se integran PSOE y PP, se ha aprobado el proyecto de lo que será la identidad digital de sus ciudadanos. Algo parecido al certificado de vacunación de Trudeau, Macron y Feijóo. Solo que en este caso podrá incluir todos -digo todos- nuestros datos personales que, con toda probabilidad podrían estar en manos de compañías privadas y en servidores allende de las fronteras nacionales. Es decir, un paso de gigante en la invasión de la privacidad y del derecho a la intimidad. Y un arma letal para el control social en manos de las élites. Lo venden como voluntario, pero de facto se convertirá en obligatorio porque no poseerlo conllevará limitaciones crecientes en distintos ámbitos de la vida cotidiana.
Al propio tiempo, se nos va preparando para la desaparición del dinero físico y la implantación no muy lejana del euro digital. Lo que supondrá la pérdida de cualquier atisbo de intimidad. Sabrán todos nuestros hábitos de consumo y podrán evaluar las emisiones de carbono que según ellos producimos.
El Santander y el BBVA, entusiastas del pacto verde y de las políticas de género - con su visible abanderada Ana Patricia Botín-, ya vienen sin permiso de sus clientes calculando este impacto en base al análisis de los gastos que cargamos en nuestras cuentas.
Ambos, casualmente, con un accionista de referencia que es el brazo armado del NOM: BlackRock. Obviamente, no son los únicos, véase Repsol, Iberdrola o Naturgy. El euro digital en sí mismo ya es un corralito, les permitirá utilizarlo a conveniencia, incluso como decía el ministro francés de Finanzas para financiar a los estados. Y, lo que es peor, para controlar y dirigir nuestros hábitos de consumo.
Y, para colmo de nuestros males, el inefable Trudeau -sí, el que congeló las cuentas corrientes a los camioneros díscolos durante la pandemia- ahora aprueba una ley precrimen que tras el análisis de las intervenciones en redes sociales de los canadienses podrá quitarles Internet y confinarlos en sus domicilios para "prevenir la incitación al odio". Trudeau le hará el trabajo a Zuckerberg. Supongo que en una próxima remodelación de su Gabinete creará el Ministerio del Amor.
Así se explica traten de renovar al títere senil de la Casa Blanca o a nuestra servil Ursula von der Leyen. Veremos si no tienen que maniobrar a última hora si fracasan sus torpedos contra el incontrolable Trump.
Ese es el panorama que tenemos por delante. Es para desertar como ciudadano occidental.
Las elecciones de junio en la UE-Países Bajos y este domingo pasado el Chega en Portugal han mandado un aviso a navegantes- pueden traducirse en un giro a la derecha más tradicional y euroescéptica y, quizás, frenar la amenzante hoja de ruta descrita por Schwab&Partners. Pero con Ursula y Feijóo cabe poco margen a la esperanza.
Orwell acertó de pleno. Su distopía está a punto de ser realidad. Solo se equivocó en el año con el que tituló su libro. Por cierto ¿Fruto de su imaginación o su inspiración partió del privilegio de un buen apuntador?
¡¡Dios salve a Occidente!!
Magistral.
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