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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

jueves, 7 de marzo de 2024

La responsabilidad del torero sobresaliente / por Pla Ventura

 
"..Estos hombres cabalgan a lomos de la incertidumbre y, desde que salen del hotel hasta que regresan, están concienciados de que, a lo sumo darán un quite en un toro determinado, pero nada más. ¿Qué pasaría por la mente de Álvaro de la Calle aquel día que todos conocemos de repente vio que tenía que matar cinco toros y en Madrid? No. No quiero ni pensarlo.."

La responsabilidad del torero sobresaliente

Pla Ventura
Toros de Lidia/7 marzo, 2024
Analizo a diario la figura del sobresaliente en las corridas en las que actúan dos espadas en reñido mano a mano y, hasta me asombro ante dicha cuestión. Dicha figura, a priori, parece que sea un adorno para el espectáculo que, en el noventa y nueve por ciento de las ocasiones así es pero, cuidado que puede ocurrir una desgracia en una tarde determinada, quedarse solo el sobresaliente y sea lo que Dios quiera.

Cierto es que, los toreros que actúan como sobresalientes lo hacen porque no encuentran contratos de otro tipo y, ganarse un sueldo como tales me parece fantástico, es una honrada forma de vivir, de sentir y, ante todo, para seguir alimentando el sueño que les hace enfundarse el traje de luces en las tardes en las que actúan de “relleno” o, como se diría en el lenguaje de la calle, “por si acaso”.


Ante una eventualidad como la que ha ocurrido algunas veces en las que el sobresaliente ha tenido que hacerse cargo de un toro, dos, si acaso más como le ocurrió a Álvaro de la Calle en Las Ventas la tarde en que cayó herido Emilio de Justo, nadie puede ponerse estrecho con la actitud de estos hombres que, por encima de todo son jornaleros, en la plaza y en otros lugares en los que laboran.

Claro que, si lo mirásemos con ojos críticos, el sobresaliente es un torero más de los que piden oportunidades y, de forma lamentable, llegado el caso, fracasan en el empeño. Si triunfar, toreando todos los días es un hecho épico, hacerlo de repente, sin esperarlo porque nadie de los sobresalientes está mentalizado para enfrentarse a la lidia y muerte de un toro sabiendo que, él, está de reserva y que por regla natural son los dos espadas del cartel o el único, el que tiene que matar la corrida. Otra cosa muy distinta sería que el sobresaliente saliera a la plaza con la mentalización de que mataría algún toro. Lo digo porque la mente, en estos casos juega un papel decisivo.

Estos hombres cabalgan a lomos de la incertidumbre y, desde que salen del hotel hasta que regresan, están concienciados de que, a lo sumo darán un quite en un toro determinado, pero nada más. ¿Qué pasaría por la mente de Álvaro de la Calle aquel día que todos conocemos de repente vio que tenía que matar cinco toros y en Madrid? No. No quiero ni pensarlo. Dentro de su cerebro se armaría una amalgama de sensaciones difíciles de explicar, pero, la realidad era la que era; había que matar la corrida. Y Álvaro de la Calle la mató con total dignidad.

Cierto es que, una cosa es matar una corrida porque te ha caído encima y, otra muy distinta es triunfar con ella. Matarla, insisto, cualquier profesional lo hace, pero ya que uno tiene la oportunidad de su vida, si el toro ayuda, el éxito debería de ser el acompañante fiel al diestro que ha realizado la proeza. No es el caso. Digo esto, por supuesto con todo el respeto para Álvaro de la Calle que, en aquella “oportunidad” inesperada, para su desdicha, le salieron dos toros de bandera y el pobre, tras un esfuerzo tremendo, salió ileso de la plaza que si se me apura fue todo un éxito de clamor.

¿Hubiera querido Álvaro de la Calle aquella oportunidad antes de ejercer como sobresaliente? Seguro que sí. A nadie le amarga un dulce. Pero, amigo, los hechos demostraron que el diestro no estaba mentalizado para acometer aquel reto que, insisto, lo acabó con tremenda dignidad, pero ahí acabó todo.

Cuidado que, no estoy criticando a nadie, estoy quitándome el sombrero ante estos hombres que ejercen un papel complicadísimo que, para colmo, en un segundo puede cambiar su figura decorativa en auténtico protagonista del festejo y, ¿quién está preparado para ello? Muy pocos. Yo diría que casi ninguno. Estos toreros ninguneados por las empresas si en realidad son capaces de hacer del sobresaliente una forma de vida, con ello ya van más que sobrados. Luego, si se me apura, conozco algunos que, en calidad de sobresalientes, y como artistas sin fortuna en el mundillo de los toros se llevan para su casa, al final del año mucho más dinero que el noventa por ciento de los diestros del escalafón. Lo comido por lo servido.

-En la imagen de Andrew Moore, Álvaro de la Calle, el día que lidió con tremenda dignidad cinco toros en Las Ventas, actuando como sobresaliente en la corrida en la que cayó herido Emilio de Justo.

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