Buffalo Cruyff
-Aquí de lo que se trata es de defender los valores ajenos. Qué valor-
IGNACIO RUIZ QUINTANO
ABC
Día 03/05/2011
La captura (vivo o muerto») de Bin Laden ha tapado los sermones de Méndez y Tocho a los cinco millones de parados, pero no la lata de la Liga de Campeones. Y lo que más escama en este guerracivilismo futbolero Madrid-Barcelona es la obsesiva preocupación de los culés por los valores del Madrid. Cruyff, el amigo de Roures, dando clases de valores es un espectáculo que no se veía desde Buffalo Bill. ¡Buffalo Cruyff!
Éste escribe artículos destinados a barajar los mitologemas del «excepcionalismo» catalán. Él, padrino de Stoichkov, señaló a Pepe para los árbitros. Basa su autoridad en su amistad con Valdano y en «Las Cuatro Ligas», dos de las cuales le cayeron porque el Tenerife de Valdano ganó al Real Madrid con errores de García de Loza y Gracia Redondo, y una tercera porque Djukic falló un penalti para el Deportivo.
Cruyff es al mito catalán del tiqui-taca lo que Bill al mito americano del pim-pam-pum. Los sioux lakotas vencen a Custer en Little Big Horn. Bill, que pretende haber asistido a la muerte de Custer, da muerte en duelo a Mano Amarilla, que nada había tenido que ver en ello: le arranca su «scalp», palabra y práctica introducidas, no como suele creerse, por los indios, sino por los tramperos holandeses. Y esta hazaña es la base de todos los espectáculos con que Buffalo Bill se paseará por Europa, creando el imaginario de la Frontera.
En los treinta se publicaban anualmente dos mil novelas baratas sobre Bill y se rodaban en Hollywood cien películas del Oeste. Se trata del mismo tabarrón que hoy padecemos, procedente de la civilización culé fundada por Cruyff, tan «atleta soberbio y caballero virtuoso» como Bill. Para tapar el único hecho cierto, que es que, en cuanto el partido se pone oscuro, a Mourinho lo dejan injustamente con diez (sólo entonces hace Messi los goles), sale el holandés amigo de Valdano y le corta la cabellera a Florentino Pérez. Porque aquí de lo que se trata es de defender los valores ajenos. Qué valor.
Día 03/05/2011
La captura (vivo o muerto») de Bin Laden ha tapado los sermones de Méndez y Tocho a los cinco millones de parados, pero no la lata de la Liga de Campeones. Y lo que más escama en este guerracivilismo futbolero Madrid-Barcelona es la obsesiva preocupación de los culés por los valores del Madrid. Cruyff, el amigo de Roures, dando clases de valores es un espectáculo que no se veía desde Buffalo Bill. ¡Buffalo Cruyff!
Éste escribe artículos destinados a barajar los mitologemas del «excepcionalismo» catalán. Él, padrino de Stoichkov, señaló a Pepe para los árbitros. Basa su autoridad en su amistad con Valdano y en «Las Cuatro Ligas», dos de las cuales le cayeron porque el Tenerife de Valdano ganó al Real Madrid con errores de García de Loza y Gracia Redondo, y una tercera porque Djukic falló un penalti para el Deportivo.
Cruyff es al mito catalán del tiqui-taca lo que Bill al mito americano del pim-pam-pum. Los sioux lakotas vencen a Custer en Little Big Horn. Bill, que pretende haber asistido a la muerte de Custer, da muerte en duelo a Mano Amarilla, que nada había tenido que ver en ello: le arranca su «scalp», palabra y práctica introducidas, no como suele creerse, por los indios, sino por los tramperos holandeses. Y esta hazaña es la base de todos los espectáculos con que Buffalo Bill se paseará por Europa, creando el imaginario de la Frontera.
En los treinta se publicaban anualmente dos mil novelas baratas sobre Bill y se rodaban en Hollywood cien películas del Oeste. Se trata del mismo tabarrón que hoy padecemos, procedente de la civilización culé fundada por Cruyff, tan «atleta soberbio y caballero virtuoso» como Bill. Para tapar el único hecho cierto, que es que, en cuanto el partido se pone oscuro, a Mourinho lo dejan injustamente con diez (sólo entonces hace Messi los goles), sale el holandés amigo de Valdano y le corta la cabellera a Florentino Pérez. Porque aquí de lo que se trata es de defender los valores ajenos. Qué valor.
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