Álvaro Arbeloa anunció el sábado que deja el fútbol. Por el palmarés deportivo del magnífico defensa salmantino vendería su alma al diablo el noventa y nueve por ciento de los futbolistas profesionales: dos Copas de Europa, una Supercopa, un Mundial, una Liga, dos Copas y una Supercopa con el Real Madrid y un Mundial y dos Eurocopas con España, su selección.
Arbeloísmo en vena
Álvaro Arbeloa anunció el sábado que deja el fútbol. Por el palmarés deportivo del magnífico defensa salmantino vendería su alma al diablo el noventa y nueve por ciento de los futbolistas profesionales: dos Copas de Europa, una Supercopa, un Mundial, una Liga, dos Copas y una Supercopa con el Real Madrid y un Mundial y dos Eurocopas con España, su selección. Y digo "su selección" porque, a diferencia por ejemplo de Pep Guardiola que salió disparado gritando que él era independentista en cuanto colgó las botas, con Álvaro no corremos ese riesgo: Arbeloa es español, se siente español, quiere a España, se ha manifestado en innumerables ocasiones a favor de nuestra nación y de nuestra selección y, en unos tiempos tan alocados como los que nos ha tocado vivir en los que da igual todo y no se sabe si el personal sube o baja, esa significación también le ha pasado factura a ojos de los antiespañoles, que suelen ser antimadridistas.
Por el palmarés de Álvaro Arbeloa vendería su alma al diablo el noventa y nueve por ciento de los jugadores profesionales de fútbol y por su calidad lo haría el cien por cien. Porque uno ha de ser bueno, muy bueno, extraordinariamente bueno para jugar 8 temporadas en el Real Madrid y dos en el Liverpool. Entre esos dos equipos suman 17 Copas de Europa y el inglés ya tenía 4 cuando el Barça continuaba siendo virgen. Pase que de la calidad de un futbolista como Arbeloa dude un odiador de Internet, uno de esos innumerables personajes absurdos que proliferan por las redes sociales y cuya única misión es insultar a todo el mundo, pero... ¡que lo hiciera otro jugador profesional!... Cuando Gerard Piqué llamó despectivamente "cono" a Arbeloa cruzó todas las líneas rojas de la decencia y del buen gusto: Piqué odia a Arbeloa porque le teme y le teme por la sencilla razón de que Álvaro representa lo contrario que él.
Además de tener un palmarés y una calidad envidiables, Álvaro Arbeloa se ha caracterizado, sobre todo en los años de plomo del mourinhismo, por ejercer la portavocía del Real Madrid, y no sólo de la plantilla, desde dentro del vestuario. En un país como el nuestro en el que la gente se pone de perfil por si acaso, su lealtad hasta el final, su compromiso sincero y sus principios le han acarreado algunos problemas pero también le han supuesto el cariño y el agradecimiento eternos de la afición del mejor club deportivo de la historia. Alineándose con Mourinho, Arbeloa se distanció tanto del auténtico núcleo de poder de la selección, que constituían Xavi y el propio Piqué, que al bienqueda Del Bosque no le quedó más remedio que firmar con mano blanda y temblorosa su condena deportiva.Álvaro Arbeloa, en fin, se merece lo mejor. Ahora empieza para él lo bueno y algunos creen sinceramente que de lo bueno lo mejor sería verle a él proximamente como portavoz del Real Madrid. Arbeloísmo en vena.
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