
Grabado 'Tauromaquia', de Francisco de Goya
La Premio Nacional de las Letras 2025 tiene un sobresaliente poema taurino incluido por Andrés Amorós en su libro ‘Las cien mejores poesías taurinas’
El poema taurino de María Victoria Atencia, la poeta premiada por el antitaurino Urtasun
Miguel Pérez Pichel
El Debate / 31 Oct. 2025
El último Premio Nacional de las Letras, que concede el Ministerio de Cultura, sigue sorprendiendo por lo inusual que el ministerio dirigido por Urtasun haya reconocido, como excepción, a una escritura que no encaja lo más mínimo en el molde de lo que, según la cultura oficial monclovita, debe ser un creador.
María Victoria Atencia, además de ser una poeta de prestigio y una continuadora del legado poético de la generación 27, es, además, una escritora independiente, que huye, precisamente, de toda etiqueta y de cualquier oficialismo.
Ese es el motivo por el que, entre otras cosas, no es tan conocida por el gran público, aunque sí ampliamente conocida y reconocida en ámbitos académicos.
Pero es que, además, María Victoria Atencia es autora de un interesante poema taurino, lo que invita aún más a levantar la ceja toda vez que el Ministerio de Cultura, desde que se encuentra en manos de Urtasun, se ha alzado como todo un ariete contra la tauromaquia, haciendo del sectarismo ideológico una de las banderas del ministro.

El catedrático de Literatura y cronista taurino de El Debate, Andrés Amorós, recoge este poema, titulado Retrato de Frascuelo, en su libro Las cien mejores poesías taurinas (De Gonzalo de Berceo a Joaquín Sabina).
No es Atencia ninguna advenediza, y así lo recoge Amorós en su libro, donde recuerda que Jorge Guillén la bautizó como «Serenísima»; María Zambrano dijo de ella que «la perfección, sin historia, sin angustia, sin sombra de duda, es el ámbito de toda la poesía de Atencia», Vicente Aleixandre también alabó su obra, y no se quedó atrás Antonio Carvajal, que se refirió a ella como «reina blanca de nuestra poesía».
En cuanto al poema taurino, se lo dedicó María Victoria Atencia al torero Salvador Sánchez Frascuelo que, como recuerda Amorós, «fue el gran rival de Lagartijo durante una veintena de años, desde 1868 hasta 1890».
El poema está incluido en el libro La intrusa (1992) y es la descripción de una escena a partir de la fotografía del torero en sepia que conserva la poeta.
Retrato de Frascuelo:
Montera sobre el muslo, pie pequeño, entrecejo
poblado, el fogonazo del magnesio detiene
en tu recuerdo al toro; y en la sepia, tu imagen,
como tuvo la tarde tu capote en suspenso.
Yo te quito las medias de seda rosa, el luto
rural de tu corbata, que en la cómoda cubren
mi peina de carey, mi mantilla de blonda.












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