
Una marea humana dio la vuelta al ruedo con Morante a hombrosEFE
Todos tenemos conciencia de haber asistido a un acontecimiento histórico. Nadie se ha movido de su localidad, todos contemplamos cómo una verdadera marea humana lo lleva a hombros en una vuelta completa al ruedo y lo sacan por la Puerta Grande.
Morante hace historia en Las Ventas: conmocionado sublima el toreo y sorprende a todos cortándose la coleta
Crónica de Andrés Amorós
El Debate / Madrid, 13 de Octubre 2025
Hemos vivido una jornada histórica para la Tauromaquia, en Las Ventas, en la Corrida de la Hispanidad. Cuando José Antonio Morante está toreando brillantemente con el capote a su segundo toro, el cuarto de la tarde, Tripulante, colorado ojo de perdiz, de 554 kilos, de la ganadería de Garcigrande, es arrollado, sufre un fuerte trompazo, queda inmóvil sobre la arena. Lo llevan a la barrera: parece que no está herido pero si conmocionado. Intenta salir a torear pero no mantiene el equilibrio; hace gestos de que continúe la lidia, mientras se recupera. Visiblemente dolorido, brinda a Santiago Abascal. Desde el comienzo, con la muleta planchada, la faena tiene naturalidad, suavidad, frescura, sin amaneramientos, aunque el toro no es claro, se queda muy corto. El arte auténtico de Morante pone al público en pie, cuando se lo enrosca a la cintura y aguanta un parón. Mata de una gran estocada y se le conceden las dos orejas.
A la emoción de la obra de arte que acabamos de contemplar se une pronto la sorpresa que nadie esperaba: el diestro se dirige al centro del ruedo y, pausadamente, se corta la coleta. Nadie se puede creer lo que estamos viendo, surgen voces, «¡No, no!», pidiéndole que se vuelva atrás: «¡No te vayas!» Morante se dirige hacia la barrera, llorando; se abraza con su cuadrilla, con su mozo de espadas. Una gran ovación le obliga a salir de nuevo al ruedo y se redoblan las súplicas para que no se retire: sin aspavientos, el diestro las corta, con gestos de despedida.

Morante de la Puebla se retira la castañeta, este domingo en Las VentasEFE

Con lágrimas en los ojos el torero mostró el prendido a los aficionadosEFE

Morante ha vestido de chenel y oro, en tributo a AntoñeteEFE
Estamos todos conmocionados por lo que hemos presenciado. Al acabar la corrida, sacan a hombros a Fernando Robleño, que, como había anunciado, se ha despedido de los ruedos. Una enorme masa de gente joven se tira al ruedo para levantar a Morante. La emoción es enorme: nunca había visto yo, en Las Ventas, una escena semejante. Todos tenemos conciencia de haber asistido a un acontecimiento histórico. Nadie se ha movido de su localidad, todos contemplamos cómo una verdadera marea humana lleva en hombros a Morante en una vuelta completa al ruedo y lo sacan por la Puerta Grande, coreando el nombre del torero. Nos quedamos callados, no sabemos si sonreír o llorar: hemos presenciado algo único. Muchos espectadores se sacan fotografías, para guardar el recuerdo de esta tarde histórica. A mi lado, dice alguien: «Los toreros son héroes». Y escucho otra voz: «No hay nada que se pueda comparar a esto». Los dos tienen razón.
Sin adornos retóricos, he intentado contar lo que hemos vivido. Queda completarlo con algunas otras cosas que han sucedido, esta tarde. Igual que por la mañana, la Plaza está abarrotada. (Me pregunta un joven chistoso: «¿Cree usted que habrá venido Urtasun?» No lo creo). Los toros de Garcigrande, serios, bien armados, con movilidad y casta, dan un juego variado.
Ha abierto cartel el confirmante Sergio Rodríguez, abulense, de Las Navas del Marqués. Solamente lleva un año de alternativa pero le avala el haber ganado la Copa Chenel. El primer toro es pegajoso, se mueve pero vuelve rápido. Sergio intenta hacer el toreo bueno y sólo a veces lo consigue: le saca muletazos aceptables por los dos lados, con mucho riesgo, porque se preocupa más de componer la figura que de mandar. Mata defectuoso.
Recibe de rodillas al último y sale del trance con apuros. Comete el gran error de brindar a Ayuso, en vez de a los dos diestros que acaban de decir adiós. Aunque se esfuerza por justificarse, la cabeza de los espectadores –y el corazón, también– estaba en otra parte. Mata mal.
Se despide esta tarde del toreo Fenando Robleño, un diestro clásico, muy querido por la afición madrileña: no se olvidan, por ejemplo, sus extraordinarios naturales, en una faena que no remató con la espada (ésa ha sido siempre su cruz).

Fernando Robleño, con el toro de su despedida, al que cortó una orejaEFE

Morante de la Puebla y Fernando Robleño se abrazan este domingo en Las Ventas, en el día de su retiradaEFE
El tercer toro, abierto de pitones, en cuanto ve al caballo, se arranca como una centella. Las dos veces se agarra muy bien El Legionario. En la muleta, el toro no tiene maldad pero es soso, no repite: los muletazos, uno a uno, carecen de emoción. Mata mal.
Es muy complicado salir a torear en quinto lugar, después de «lo de Morante». Se luce con las banderillas, como siempre, Iván García. Brinda Fernando Robleño su último toro a sus hijos: conduce con maestría las encastadas embestidas, liga bien derechazos y naturales. A pesar del momento psicológico complicado, el toreo clásico impone su fuerza. Pincha antes de la estocada y se queda en una oreja. ¡Lástima grande! Si hubiera acertado a la primera, le hubieran dado las dos orejas, como el público estaba deseando.
Queda hablar de Morante en su primer toro, muy serio, de más de seiscientos kilos. Le basta un lance para sujetarlo y mece el capote en dos verónicas y media preciosas, marca de la casa. En el quite, logra unas verónicas lentísimas. Brinda a Ayuso. El toro se cierne, queda corto, sale con la cara alta, desentendido. Morante muestra al público que no hay nada que hacer y mata mal, sin confiarse. Pero quedaba otro toro…
Así he vivido yo una tarde de extraordinarias emociones. Tiempo habrá de comentar esta noticia, inesperada para todos, que cambia el rumbo actual de la Fiesta.

Morante, visiblemente mareado tras la volteretaEFE

Una certerísima estocada le permitió llevarse las dos orejasEFE

Morante, tras cruzar la Puerta Grande de Madrid (por segunda vez este año y segunda vez en su carrera)EFE
Saliendo de Las Ventas, me he acordado de una anécdota que leí. De joven, Ramón Pérez de Ayala pasó varios meses en los Estados Unidos. Cuando regresó a España y se enteró de que se había retirado de los ruedos Bombita, su ídolo, se lamentó: «He perdido parte de mi juventud: ¡ya no volveré a ver a Bombita!»
Cualquiera de nosotros podría ahora decir algo semejante: «He perdido parte de mi vida taurina: ya no volveré a ver a Morante…» Pero José Antonio llevaba esta tarde un vestido de color lila, porque ése era el color favorito de Antoñete, que se retiró de los ruedos y volvió a los ruedos varias veces. Es posible que Morante imite también en esto a Antoñete: en esta noche triste, nos queda esa esperanza.
- FICHA
Madrid. Plaza de Toros de Las Ventas. Feria de Otoño. Domingo, 12 de octubre de 2025. Corrida de la Hispanidad. Toros de Garcigrande, serios, bien armados, de juego variado.
MORANTE DE LA PUEBLA, de lila y oro, en el segundo, cuatro pinchazos y estocada (división de opiniones). En el cuarto, gran estocada (dos orejas y salida en hombros).
FERNANDO ROBLEÑO (despedida), de salmón y oro, en el tercero, tres pinchazos y estocada caída (silencio). En el quinto, pinchazo y estocada (oreja. Sale en hombros).
SERGIO RODRÍGUEZ (confirmación), de blanco y oro, en el primero, estocada desprendida (aviso, saludos). En el sexto, pinchazo y bajonazo (silencio).
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