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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

domingo, 26 de octubre de 2025

Ser supuestamente es defenderse / por HUGHES


'..la delirante inversión que supone tachar de extremismo etarra a Ortega Lara y Abascal va más allá de lo perverso; recibe Vox, a la vez, un odio antiespañol, clásico ya y metabolizado, que amenaza por costumbre su libre expresión política y otro, de nuevo cuño, por lo opuesto, xenófobo y hasta racista acompañado, no pocas veces, de crudo antisemitismo..'

Ser supuestamente es defenderse

HUGHES
Últimamente, analistas que estuvieron en el centro-liberal hablan de política industrial china, teología política, inmigración, incluso leí a uno preocupado de repente por la raza blanca en Londres.

Estas personas, hace no muy poco, consideraban que tratar estas cosas (aunque de raza no se habló) era estar fuera de la democracia. Todo ha cambiado y Bernie Sanders reconocía esta misma semana que con las fronteras, Trump lo ha hecho mejor que Biden. Vete tú ahora con un artículo de hace una década a pedir una reparación…

Donde hay pelo hay alegría y donde centristas, futuro político y por eso, con toda simpatía, hay que observarlos como a golondrinas del cambio político.

Por ellos se sabe que la realidad está dando la razón a una cierta gente, aunque pueda parecer todo lo contrario.

Porque sin fijarse mucho, y sin ánimo de ser exhaustivo, que diría el polímata, esto es lo que sufrió Vox en solo unas horas: en línea con el nuevo mantra, en el programa de Losantos hablaron de «técnicas batasunas»; un mitin de Garriga en Sabadell fue asaltado, y se produjo una especie de escrache en redes sociales a una concejal de Vox en un pueblo catalán por ser venezolana, una variante de lo que solía hacer la izquierda: buscar al concejal falangista de Villacascajo para montar la narrativa.

Son normales los ataques y las críticas resultan enriquecedoras; si uno lo piensa bien, son la materia prima de la política, pero aquí hay un salto cualitativo, una vuelta de tuerca: la delirante inversión que supone tachar de extremismo etarra a Ortega Lara y Abascal va más allá de lo perverso; recibe Vox, a la vez, un odio antiespañol, clásico ya y metabolizado, que amenaza por costumbre su libre expresión política y otro, de nuevo cuño, por lo opuesto, xenófobo y hasta racista acompañado, no pocas veces, de crudo antisemitismo.

El odio de la extrema izquierda parece ya lo más agradable.

Es curioso recibir en muy pocas horas los siguientes epítetos: batasuno, fascista, pancho, marrón y judío… Hay algo casi meritorio en ser capaz de recibir todo eso.

Este cóctel haría las delicias de los buscadores de «odio» en los medios, pero de esto no hay noticia y Vox sigue siendo el partido que promueve oficialmente los discursos de odio.

La crítica es normal, además hay gente que tiene por hobby, como un deporte, explicarle cómo ha de funcionar un partido «patriota» al presidente de los Patriotas europeos, pero esto es otra cosa. Se sube otro peldaño. El efecto es un amedrentamiento, un apocamiento, una no participación, una inhibición…

Lo de los medios no sorprende. Lo de Internet es digno de observar, siempre tiene algo de burbuja y laboratorio, revelador. Por ejemplo, esta semana salió la noticia de que Vox había conseguido en la Comunidad Valenciana un detalle estadístico del impacto de la inmigración en los servicios públicos. Una noticia así debería celebrarse por quienes más sensibles dicen ser con la inmigración, sin embargo, la repercusión fue escasa.

A medida que la realidad da la razón a Vox (que llegan las aves propicias del centrismo), se escenifica en los medios (los tradicionales y los nuevos) su soledad mediante ataques desde todas direcciones. Si pones una tele, coges un periódico, miras una pantalla, enciendes una radio la demonización adquiere formato panorámico, en 360º.

«Ser es defenderse» fue el lema escogido, y la posible defensa está más asediada todavía. Ya es un clásico la información de El País contra la Fundación Disenso y este medio, al que el diario de las élites denomina «supuesto portal de noticias». No portal de supuestas noticias (a las noticias las llaman «munición informativa») sino supuesto portal. La propaganda gubernamental tiene ese efecto: dudar de la propia existencia. Yo seré un supuesto plumilla. Soy supuestamente.

Pero sabemos que es una forma de criminalizar ya que poner ultraportal sería risible hasta en ellos. Todo es ominoso: el destino de los fondos, el origen de los mismos, si son públicos (oh) o si son privados (ah), y el PSOE vuelve a mandar al Tribunal de Cuentas. Es una chalupa contra la Sexta Flota pero no pueden tolerarlo.

Hay una clara persecución que corona todas las demás y es tan constante y está tan asumida que lo revelador, y decepcionante, es ver la actitud de quienes deberían apoyar o al menos hacerlo notar.

El asedio, la soledad, la estigmatización… son cosas ya habituales mientras la realidad da la razón a Vox y a gentes de fuera de Vox que se dedicaron a hacer su trabajo.

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