
Y ... "Morante". Qué convulsión, su figura y toda la actividad a su alrededor. Lo último ha sido esta retirada por sorpresa.

FERIA DE OTOÑO - 7° FESTEJO / 5ª CORRIDA (VESPERTINA)
VIBRANTES EMOCIONES, POR LAS DESPEDIDAS DE "MORANTE" Y DE ROBLEÑO. POR EL BUEN TOREO DE LOS DOS
Por Juan Miguel Núñez Batlles
Madrid,13 de Octubre de 2025 / Fotografía: Plaza1
Con "lo" de la mañana, el fabuloso Festival para el monumento a "Antoñete", la gente iba más que despachada. Algo histórico, memorable y con más de una lágrima, por la añoranza del toreo que fue marca de un glorioso pasado deslumbrantemente escenificado esta vez por Curro Vázquez y César Rincón. Qué dos pedazos de toreros, símbolos del más puro clasicismo. Los dos, habría que decir en el más genuino y popular lenguaje castizo, acabaron con el cuadro. Triunfo grande para salir ambos a hombros por la Puerta Grande, acompañados por la jovencísima Olga Casado, firme esperanza de futuro.
Y sin olvidarse de los demás participantes, el rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza y los diestros "Frascuelo", Enrique Ponce y "Morante de la Puebla", este último el impulsor de tan delicioso jaleo. Entre todos brindaron una función para enmarcar en los anales de esta plaza y del toreo mismo.
Y habría más por la tarde. Estaba previsto el corte de coleta de Fernando Robleño, un torero de "la resistencia" por las mil batallas que ha librado al cabo de 25 años de alternativa, anunciado siempre con las corridas más duras y exigentes.
A Robleño nadie le ha regalado nada, al contrario, su carrera ha sido un esfuerzo permanente, circunstancias muy valoradas por los públicos y aficiones más sensibles y con más conocimiento del toreo.
Madrid, sin ir más lejos, le ha tenido siempre un aprecio y consideración especiales, valorando mucho sus méritos. Hoy debía ser una fecha importante para él. Y por donde la diosa fortuna, que otras veces le esquivó en los proyectos soñados de su carrera, en esta ocasión le tenía reservado un gran toro, el mejor con diferencia en la tarde. El quinto, de nombre "Tropical", de una excelente clase. Con él dijo Robleño adiós a la profesión. Antes, en su primero, toro que de salida apuntó cosas buenas, no obstante, apagándose pronto, poco o nada pudo hacer con la muleta.
Fue en el quinto donde Robleño se recreó en la interpretación de un toreo pausado, limpio y muy templado por uno y otro pitón. Toro, hay que insistir, con mucha fijeza y prontitud, de nobles y enclasadas embestidas. Y enfrente un torero magistral en la interpretación.

Todo hacía presagiar que Robleño estaría en la Puerta Grande acompañando a "Morante", que en el astado anterior ya había cortado dos orejas, y sorpresivamente se estaba convirtiendo en el epicentro de la función, al decidir también y sin previo anuncio cortarse la coleta después de la triunfal vuelta al ruedo con los trofeos. En el mismo centro del ruedo y sin coro que le acompañara, el de La Puebla se quitó el añadido o castañeta en señal de dejar la profesión.
Ahí fue donde se hicieron más fuertes las emociones. La tarde cada vez más intensa y vibrante. Faltaba sólo que Robleño metiera la espada a la primera. Pero, ay, el sino de mal estoqueador le jugó la última trastada. Pinchazo antes de la estocada definitiva, y lo que iban a ser dos orejas se quedaron sólo en una.

Robleño, pese a esa contrariedad, fue también aupado a hombros por una marabunta de chavales, sus alumnos en la Escuela de Tauromaquia Yiyo que él dirige. Y en torero serio y responsable les dictó allí mismo su penúltima lección, ordenándoles que no enfilaran la Puerta Grande, propia para triunfos al menos de dos apéndices. Robleño salió a hombros por la Puerta de Cuadrillas, como los toreros antiguos y en casos excepcionales a manera de éste.

Y ya "Morante". Qué convulsión, su figura y toda la actividad a su alrededor. Lo último ha sido esta retirada por sorpresa.
Impulsor de todo lo que estaba ocurriendo en memoria de "Antoñete", a cuya figura venía haciendo continuos guiños. Ya está contado lo del monumento que representa a su figura. También el vestido de luces elegido para la ocasión, de "chenel" (una especie de violeta) y oro, que era el color preferido por el maestro. Y el toro de Osborne que eligió para estoquear en el Festival de la mañana, de capa ensabanado como aquel "blanco" de nombre "Atrevido" y de esta misma ganadería, al que el 15 de mayo de 1966, festividad de San Isidro, le cuajó la faena de su consagración a pesar de haberle cortado sólo una oreja por pinchar. Fue, hay que insistir, el toro y la faena que le cambiaron la vida a "Antoñete" para siempre. El paseíllo de la mañana se hizo con los acordes de pasodoble "Genial Antoñete". Todo han sido guiños muy cuidados de "Morante" al maestro Chenel.
Naturalmente que también en estas dedicatorias hay que incluir las estupendas faenas de "Morante", plagadas de magia, duende y genialidad
En su segundo toro, cuarto de la tarde, que iba a ser el del adiós (anoten los archiveros: ganadería Garcigrande, nombre "Tripulante", colorado ojo perdiz, 554 quilos y nacido en enero del 21) le pasó de todo a "Morante".

Una dramática voltereta cuando lanceaba de capote. Conmocionado e inmóvil en el suelo, se vivieron momentos estremecedores aún cuando ya alejado del burel se refugió entre barreras por la incertidumbre de su estado, claramente grogui. Pero al final salió con la muleta para esculpir una obra maestra basándose en el pitón bueno, el derecho (al natural, muy complicado). Toreo de mucho temple y relajo absoluto. Muy valiente para abandonarse así. Y artista de qué manera. Verdaderos monumentos escultóricos. Arrebato y emoción subían del ruedo a los tendidos. Pasión y conmoción ya sin freno en el clima desatado tras la estocada.
Las orejas y las lágrimas. La apoteósica salida a hombros.

El gesto de "Morante" anunciando que se va, ha dejado huérfana a "la Fiesta". A ver ahora cómo se va a llevar "esto" y cuánto puede durar.
Hay que hablar también de Sergio Rodríguez, que confirmaba alternativa después de un año de haberla tomado en Ávila y tras proclamarse triunfador de la Copa Chenel, una especie de concurso-oportunidad para los que empiezan por los caminos más difíciles.

El joven abulense apuntó cosas notables en el de la ceremonia, con un toreo vertical y de cierta prestancia; no obstante, le faltó limpieza al conjunto. El sexto fue tan noble como soso; y la faena, muy voluntariosa "no llegó" lo suficiente.
- FICHA DEL FESTEJO
Toros de Garcigrande, desiguales de presencia y de juego variado. El mejor, el quinto, tuvo mucha clase.
"Morante de la Puebla": cuatro pinchazos y estocada (silencio); y estocada (dos orejas).
Fernando Robleño: tres pinchazos y estocada (silencio); y pinchazo y estocada (oreja).
Sergio Rodríguez, que confirmó alternativa: estocada desprendida y trasera (ovación tras aviso); y pinchazo y estocada baja (palmas en la despedida).
En cuadrillas, Iván García saludó tras parear al cuarto.
Al finalizar el paseíllo sonó el Himno Nacional.
La plaza registró lleno de "no hay billetes" en tarde agradable.

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