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Los de OyT, en el retiro segoviano, de charla: Pla, Bautista, Martín y Ortigosa
'..Tu pasión por los Toros fue una bendición, una escuela de vida, de humanidad, de educación y de respeto. En eso coincidíamos plenamente, y quizá en muchas más cosas que el tiempo y las cosas de la vida no nos dejaron descubrir..'
A Pla Ventura
Por Gonzalo Ortigosa - España
Opinión y Toros / 16 de Octubre de 2025
Hace hoy cinco mil ciento sesenta y cuatro días, o ciento sesenta y nueve meses, o catorce años exactos, que Pla Ventura, sin previo aviso, desenvainó su pluma y, sin miramiento alguno...
...escribió estas letras con respecto a mi persona: ORTIGOSA INVICTUS – Artículo de OPINIONYTOROS.com -
Lógicamente, yo me lo tomé como un obituario, una especie de epílogo anticipado de mi vida, un espejo que me mostraba un ocaso vital del que debía huir por si acaso me adormecía entre los laureles. Pensé que aquel texto era la advertencia de que, si me descuidaba, podría darme por amortizado.
Mi madre, que leyó el artículo con el orgullo desbordado que solo una madre puede sentir, lo mandó imprimir y colgó el ejemplar en casa, para que el aire que rodeaba aquella pieza literaria supiera bien con quién se las tenía que ver. Allí quedó, como un trofeo o como una premonición.
Pues bien, Pla, hoy ha llegado el día de mi pequeña venganza. El día en que me toca a mí escribirte para decirte con serenidad y afecto que te quería, que te admiraba y que te consideraba un amigo. Es cierto que en este mundo coincidimos pocas veces cara a cara, pero letra a letra te conocí muy bien. Y confieso que tu uso de las comas querido Pla…, tan libre y tan tuyo…,ha sido una de las diversiones más gozosas que he tenido literariamente hablando.
Confieso que a veces te releía tres, cuatro o cinco veces seguidas, y que siempre terminaba comprendiendo lo que querías decir. Incluso en esas ocasiones en las que alguna coma parecía extraviarse por el camino, acababa convenciéndome de que el que se equivocaba era yo por dármelas de listo. A la postre, todo cobraba sentido, todo sonaba a Pla, y eso, amigo mío, es la prueba irrefutable de que tenías estilo. Guiño.
Siento no haber estado nunca en Tibi contigo, aunque no descarto que algún día me acerque. Estoy seguro de que, si lo hago, me acordaré de ti: de tu bonhomía, de tu manera de escuchar sin interrumpir, de tu forma pausada de estar presente, dejando que el silencio hablara mientras el otro pensaba qué decirte. Esa virtud tan escasa hoy en día, la de saber callar y escuchar, era una de tus grandezas. Seguro que alguno de los tuyos lo ha heredado. Segurísimo.
Y aunque te hayas marchado pronto —como solemos decir para consolarnos—, no es menos cierto que has vivido mucho. Has tenido experiencias intensas, has exprimido la vida con el gusto de quien sabe que todo lo que importa está en lo vivido, no en lo duradero. Tu pasión por los Toros fue una bendición, una escuela de vida, de humanidad, de educación y de respeto. En eso coincidíamos plenamente, y quizá en muchas más cosas que el tiempo y las cosas de la vida no nos dejaron descubrir.
Estoy seguro de que, de habernos cruzado más a menudo, hubiéramos compartido comidas y cenas memorables, conversaciones largas, esas que se alargan hasta que el vino se acaba y las palabras se transforman en confidencias. Pero oye, Pla… otra vez será.
Aquí nos quedamos los que fuimos y seguimos siendo tus compañeros de Opinión y Toros. Has dejado huella en todos, y especialmente en quien más te apreciaba: el señor Antolín Castro, que, créeme, ha quedado tocado por tu marcha. Es normal, Pla. Cuando un amigo se va, algo se ahoga en el alma, y el silencio pesa más de lo que uno imagina.
Déjanos pasar el tiempo, Pla. No te vamos a olvidar. Siempre nos acordaremos de ti, de tus letras, de tus pausas y de esa manera tan tuya de escribir, con alma, con verdad, con vida.
De ti, y del tiempo que pudimos disfrutar de tu compañía.
Con sinceridad y cariño.
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