Tarde de inválidos, de cabestros, de tres horas y menos mal que está Florito
"...¡Vengan toros! Que la afición de Madrid lo aguanta todo. Tres horas de festejo, pero tres horas soporíferas, hemos tenido que aguantar para poder irnos a casa..."
9 QUE PUDIERON SER 12
Antolín Castro
S.I.14.- No es lo mismo media docena que una docena y casi es lo que nos hubiera tocado vivir hoy si el Usía hubiera querido devolver todo lo anunciado de La Palmosilla.
El caso es que lo sabían muchos aficionados antes de empezar, incluido el Pronóstico que todos los días se atreve a publicar nuestro compañero Alejandro Martínez.
¡Vengan toros! Que la afición de Madrid lo aguanta todo. Tres horas de festejo, pero tres horas soporíferas, hemos tenido que aguantar para poder irnos a casa, a escribir o a descansar, pero irnos que era lo que estábamos deseando viendo el material que salía por la puerta de chiqueros.
El fútbol, y hoy lo ha habido, dura hora y media y con prórroga dos… y con penaltis dos y media. Pues también cansan esas finales tan largas. Las llaman ‘tan largas’ pero nada comparado con lo que sucede en las Ventas cuando se traen ganaderías que de antemano se sabe lo que va a pasar. Le daremos las gracias al Sr. Presidente pues de haber estado diligente y justo con el pañuelo verde a estas horas estaríamos allí todavía.
Pero es que a la invalidez del ganado titular se ha sumado la invalidez de los espadas que tampoco han estado muy finos que digamos. Una voluntad mostrada que estaba ayuna de clase o calidad, lo que hacía que fuera cundiendo el aburrimiento en los tendidos.
Así ha pasado con Padilla y con el confirmante Escribano, cuya presentación en Madrid no ha podido ser menos brillante. Se ha ido a portagayola, ha puesto banderillas, pero no ha dicho nada con la muleta ni en el de la confirmación, inválido del hierro titular, ni en el sobrero de La Rosaleda de algo mejor condición hasta que se paró.
Lo mejor de Padilla han sido sus brindis, el primero a su amigo Adolfo Suárez Illana, recién salido de una intervención quirúrgica, y a la Infanta Elena presente en una barrera del dos. El resto para el olvido.
El mexicano, Joselito Adame, copará todos los titulares con su vuelta al ruedo, y con justicia se podrá decir que hizo lo más destacado, pero no alcanzó premio mayor que el reconocimiento a su disposición. Tuvo el primer sobrero de Torrealta que le permitió quedarse quieto, si bien tampoco hubo ligazón como para alcanzar el interesar a todos, incluído el presidente. Presto en los quites pero faltándole la alegría que no hace mucho tenía. Se esconde tras de una indolente lentitud en su quehacer y si bien es cierto que en el toreo las prisas no son buenas, andar por la plaza como la pantera rosa tampoco ni siempre es lo más adecuado.
Allá cuando la noche cerrada tenía ya acostados a todos los niños de España se dispuso a recorrer media plaza despacito, despacito para brindar a la Infanta. La plaza, a esas horas, le pidió algo más de rapidez dado cómo había avanzado el reloj, pero prefirió seguir con una gran parsimonia y entró a matar cuando sonaba un aviso; otro más escuchó mientras utilizaba el descabello. En el primero se le ovacionó, en éste ya no quedaban fuerzas para reconocerle nada, mucho menos la insistencia en insistir.
Con no traer determinadas ganaderías adelantaríamos mucho.
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