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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

jueves, 16 de febrero de 2023

Simón Casas, único / por Pla Ventura


"...cuando habla de lo ruinosa que es la empresa de Madrid, la que él regenta, ahí empieza a temblar el misterio. Según el tipo, las corridas en las que participan las figuras, en su mayoría son deficitarias porque hay que pagarle mucho a los diestros afamados; y continuaba diciendo que los festejos que se montan con toreros humildes todavía son más ruinosos porque no acude mucha gente. Díganos, señor Casas, ¿usted tiene una empresa o una sucursal de Cáritas?

Simón Casas, único
Pla Ventura
Toros de Liria/15 febrero, 2023
Si no fuera porque Simón Casas juega con el dinero de miles de aficionados que acuden a sus plazas de toros, habría que hacerle un monumento. Bien es cierto que, al productor francés le pasa a lo que a aquel gran jugador de fútbol que corría como un gamo, tenía más fuerza que un toro, pero nunca se percató que al fútbol se jugaba con un balón. Digo eso porque bien se le podía equiparar al francés con el citado jugador de fútbol.

Días pasados Simón Casas le concedió una entrevista a Javier Hurtado que, la misma, escuchándole, cualquiera se maravillaría con el citado empresario. Nadie puede negarle que vende humo como si fuera oro, que expone sus ideas con una fuerza apasionada, hasta el punto de que, de no conocerle, todos le aplaudiríamos. Este hombre sería, en política, si a ello se dedicare, el Pedro Sánchez de la actualidad; hablar mucho y no decir nada que es la fórmula de ganar unas elecciones y en el caso del empresario, tras su alocución, intentar que todo el mundo entre al trapo puesto que, él la muleta la pone muy planchadita.

Como decía, si no fuera porque nos tenemos que gastar el dinero para ver los espectáculos de este hombre, pagaríamos por escucharle porque lleva aprendido un guión que maravilla a quiénes le escuchan. Simón Casas mezcla  la cultura, el espectáculo, el arraigo popular del toro, las producciones que organiza, lo funde todo y le sale un cóctel perfecto. El productor francés no responde a nadie, actúa en su discurso, dice lo que le sale de la entrepierna y nos obliga a creerle. Un caso único en la historia del empresariado si le dejan hablar. La claridad que tiene el periodista que le entrevista que, le basta con una sola pregunta para que Casas suelte su “discurso”. Esfuerzo periodístico hay que hacer poco,  digamos que ninguno. Con este hombre que aludimos tenemos la sensación de que hemos perdido a un gran actor, no me cabe la menor duda.

Cierto es que, tras escucharle llega el análisis de lo que ha dicho y se nos caen los palos del sombrajo. Cuando uno comprueba que, todo lo dicho por Simón Casas se asemeja más a un encantador de serpientes que a un empresario taurino, la desolación que podemos sentir no tiene nombre. Es curioso cuando le preguntan por las ausencias de ciertos toreros en Madrid y este hombre te dice la hora que es. Según Casas, por ejemplo, a Juan Ortega le ofreció dos corridas de garantías que el sevillano no aceptó, lo que viene a demostrar que, o Simón Casas miente como un bellaco o que Juan Ortega está sobrado de contratos. Cada cual que saque la lectura que crea oportuna.

Siguiendo con las ausencias, Casas dijo que están todas justificadas porque a dichos toreros ausentes no les puede repetir tanto. ¿Qué entenderá este hombre por “tanto”? Una vez más, Casas demostró que, si le dejan hablar no lo fusilan o, dicho en cristiano, a la hora de defenderse no necesita de abogado alguno. El problema es que la gente que le escucha le crea, eso ya es otro cantar. Es verdad que a él le da mismo; suelta su discurso, ese guión que lleva aprendido y se queda más ancho que largo. ¿Creerá Simón Casas que convence a alguien?

Eso sí, cuando habla de lo ruinosa que es la empresa de Madrid, la que él regenta, ahí empieza a temblar el misterio. Según el tipo, las corridas en las que participan las figuras, en su mayoría son deficitarias porque hay que pagarle mucho a los diestros afamados; y continuaba diciendo que los festejos que se montan con toreros humildes todavía son más ruinosos porque no acude mucha gente. Díganos, señor Casas, ¿usted tiene una empresa o una sucursal de Cáritas? Vamos que, la ignominia está servida cuando habla este personaje. Recordémosle a Casas que no existe ningún empresario en el mundo que lo sea para perder dinero, entre otras cosas porque hay que pagar impuestos. Cuando Las Ventas está a llena por completo, el botín es sumamente extraordinario y, por supuesto que hay dinero para pagarle a todo el mundo y, cuando se congrega media plaza o quizás mucho menos, siempre estamos hablando de un aforo de ocho o diez mil personas. ¿Cuántas corridas se celebran en España con plazas de tres o cuatro mil personas? Y en muchas, hasta actúan las figuras. Por favor, señor Casas, que los aficionados no somos parvularios puesto que, sumar y restar si sabemos.

En honor a la verdad, a Casas hay que reconocerle que, entre tanto barullo dijo una cosa que es muy cierta, pero lo dijo para que los culpables fueran los demás, nunca él. Apuntó que en la actualidad los toreros se hacen viejos como matadores de toros mientras que, hace algunos años, cualquier figura se retiraba con no más de una década como matador. Y de este tema si puede Simón Casas hablar en propiedad puesto que, antes que hacer el ridículo como torero y mendigar ante lo que quieran darle, Casas se retiró del toreo el mismo día de su alternativa, ahí sí que demostró ser el más listo de los toreros. O sea que, siendo muy joven ya apuntaba maneras empresariales, por eso se arropó junto a Manolo Chopera porque sabía que, el dinero estaba siendo empresario, nunca torero. Lo digo porque todos los empresarios taurinos, todos, arreglaron su vida gestionando plazas de toros mientras que, los toreros, salvo un grupo muy reducido, los demás solo aspiran al hambre y la miseria.

Termino la faena diciendo que, de no conocerle cualquiera le invitaría a comer tras escucharle porque, sus palabras son dignas de compasión puesto que, lo único que sabe decir es que pierde en todas las ferias. Esa si es una buena estrategia porque, la misma le sirve como parapeto para que nadie ose pedir nada de ahí que, a los que más cobran les convence para que cobren menos y los que cobran poco, con ese poco andan más que sobrados. Simón Casas, todo un personaje, sí señor.

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