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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

martes, 3 de julio de 2018

LAS VENTAS. REFORMAS / por Antolín Castro

Fotografía: La Loma
Reformas para mejorar en la primera plaza del mundo

El toro es el cimiento, la base, el torero es el tejado de la Fiesta. Era el toro al que había que haber cuidado, no domesticado. Cuidar de él sin despojarle de su fiereza hubiera seguido confiriendo el dar importancia a lo que los toreros hacen delante de él. Ahora incluso nos parece tarde, muy tarde. 


REFORMAS

Es visible ahora mismo cómo luce la monumental de Las Ventas de Madrid. Está claro que hay reformas en la plaza. Quien más quien menos conoce que han de realizarse obras en la plaza para adaptarla a las normas, de seguridad fundamentalmente, que exigen para la celebración de espectáculos. 

Reformas que requieren de andamios y que ya son visibles por fuera y por dentro de la plaza. Al parecer lo primero será el tejadillo de la plaza ya que hay tejas en muy mal estado. No parece buen augurio, pues dice el dicho popular que las casas no se empiezan por el tejado. Pero en los toros estamos acostumbrados a eso, a que las cosas se suelan hacer al revés, que se empiecen por el tejado.

La Fiesta también necesita reformas, al igual que la primera plaza del mundo. Pero no coincide en la necesidad de que se refiera a la seguridad, a la comodidad. Más al contrario, la Fiesta necesita reformas en el sentido contrario, menos comodidad aunque eso signifique menos seguridad.

También la Fiesta necesita profundas reformas
 para mejorar en autenticidad (Fotos: Muriel Feiner)

De ahí que dijéramos antes que se empezaban las cosas por el tejado. Todos los cambios han ido encaminados a mejorar la seguridad la comodidad de los toreros y por ahí se ha ido la verdadera esencia que sustenta y sostiene la Fiesta Brava.

De no haber empezado, desde hace mucho tiempo, a buscar la comodidad de los toreros, en perjuicio de la casta brava de los toros, otro gallo nos estaría cantando ahora mismo. El toro es el cimiento, la base, el torero es el tejado de la Fiesta. Era el toro al que había que haber cuidado, no domesticado. Cuidar de él sin despojarle de su fiereza hubiera seguido confiriendo el dar importancia a lo que los toreros hacen delante de él. Ahora incluso nos parece tarde, muy tarde. 

El reclamo lo protagonizan, en casi todos los casos, y salvo muy raras excepciones, solamente los toreros y los resultados saltan a la vista.

Si se quitan las ferias largas, al conjuro de los nombres más sonoros de las figuras no se llena una plaza. Recientes los casos de León y Zamora.

En León no tres figuras, cuatro. Parece que debería ser suficiente con tres pues ponen a cuatro y la llaman corrida monstruo. Una corrida al año debería tener a los aficionados ansiosos y no saturados, pues dos tercios de aforo cubierto. Los nombres de los toreros los decimos, no sea que alguno piense que no eran las figuras: Morante, Manzanares, Talavante y Roca Rey ¿Hay quién de más? Días después en Zamora, a Talavante y Roca Rey se les añade El Juli: alrededor de dos tercios otra vez.

Lo dicho, hacen falta reformas pero que no empiecen por el tejado.

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