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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

miércoles, 26 de octubre de 2022

Las corridas duras / por Pla Ventura


"...apoyándonos en una realidad implacable, “gracias” a que los señoritos no están por la labor de enfrentarse al toro íntegro y con problemas, muchos toreros de la llamada segunda división del toreo tiene acceso a ese tipo de hierros que, odiados por unos, son la salvación de los otros. ¿Qué sería de los ganaderos que crían el toro íntegro sin la participación de los diestros de menor renombre que no hacen ascos a nada?..."

Las corridas duras
Pla Ventura
Toros de Lidia/26 octubre, 2022
Las figuras del toreo miran de soslayo a las ganaderías duras porque saben de sus complicaciones, razón por la que huyen despavoridos solamente el verlas anunciadas en los carteles; vamos que, la cosa no va con ellos y, si somos sinceros, es algo que les debemos de agradecer; hombre, tampoco es para tanto porque despreciar este tipo de encastes llamados duros es una forma de escurrir el bulto y a su vez, caminar por esos senderos de lujo como son las corridas comerciales no deja de ser una frivolidad.

Eso sí, apoyándonos en una realidad implacable, “gracias” a que los señoritos no están por la labor de enfrentarse al toro íntegro y con problemas, muchos toreros de la llamada segunda división del toreo tiene acceso a ese tipo de hierros que, odiados por unos, son la salvación de los otros. ¿Qué sería de los ganaderos que crían el toro íntegro sin la participación de los diestros de menor renombre que no hacen ascos a nada? Mal, muy mal lo pasarían porque apenas lidiarían toro alguno, algo que pese a todo les sucede a muchos ganaderos.

De igual manera, los toreros, salvo los bendecidos por la diosa fortuna –llámese empresarios caprichosos- tienen que enfrentarse a ese tipo de toro que, en la mayoría de los casos solo sirven para hacerles la faena de antaño que, en la actualidad no sirve para nada porque nos hemos acostumbrado mal y, muchos, en su ignorancia, quieren que se les haga al toro encastadísimo la misma faena que al toro santificado de la saga Domecq, tarea complicadísima porque, como sabemos, el aficionado no es indulgente para con los diestros; si acaso, la indulgencia se les otorga a lo que no lo necesitan mientras que, a los que se han jugado la vida, a eso sí les exigimos lo que en muchas ocasiones no pueden darnos dada la nula bravura del toro que tienen enfrente. Difícil el dilema, pero real como la vida misma.

Es cierto que todos quisiéramos que las llamadas corridas exigentes, las que tienen casta, peligro y que trasmiten emoción a los tendidos, todos desearíamos que las mismas fueran como el toro que lidió Fernando Robleño en Madrid, un ejemplar de José Escolar que nos puso a todos de acuerdo y que elevó a Robleño a las más altas cimas del arte.

Sospecho que, incluso a los que van por la vida de aficionados, a muchos nos falta por aprender alguna que otra lección si de toros hablamos. Lo digo porque, en un festejo que ahora recuerdo, la corrida de Dolores Aguirre en Bilbao, hasta barrunto que aquella tarde faltó sensibilidad entre los aficionados para comprender lo que estaba pasando en el ruedo. Isabel Laperhedie trajo a Bilbao una corrida fuerte, encastada, durísima, pero que le faltó bravura y, según mi entender, bastante hicieron los toreros que se jugaron la vida sin trampa ni cartón. ¿Se le puede pedir más a un torero cuando está frente a un toro sin bravura y sin la menor posibilidad de triunfo?

Es cierto que, la estructura de la fiesta está montada acorde con los gustos de los señoritos del toreo que siempre se ausentan de lo que llamamos festines de la verdad; pero del mismo modo tenemos que reconocer que existen toreros capaces de emocionarnos con los Albaserradas, por citar una rama de toros que nos apasionan y que, para nuestra fortuna, hasta gozamos de toreros de excelente condición, caso de Manolo Escribano que, entre otras muchas tardes llenas de gallardía, ha tenido que ser este año en El Puerto de Santa María donde dio su tremenda dimensión frente a un toro de Adolfo Martin.

Lo que los demás no quieren, muchos se parten la boca por tenerlo. Es el caso de Damián Castaño que, el hombre está contentísimo al ver que, pasados los años, poco a poco, está encontrando eco en las llamadas corridas duras, al parecer, la “herencia” que le ha dejado su hermano Javier que, con este tipo de ganaderías ha sido un grande en su género. Presagio que, al margen de Cenicientos, mucho ha tenido que ver la gallardía con la que se enfrentó Damián Castaño a un fierísimo toro de Dolores Aguirre en la pasada feria de Bilbao que, de haber acertado con la espada su triunfo hubiera sido de clamor, pero nadie podrá negarle su excelsa faena a un toro como los de antaño que, para su fortuna, hasta le regaló una docena de embestidas para que Castaño emocionara a Bilbao.

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