"...Con Haaland, el “fupbol” guardiolés deja de ser la corteza de torrezno dando vueltas en la boca de un viejo sin dientes para convertirse en el alimento de un monstruo que reduce el fútbol a meter goles, con lo que, de paso, Guardiola acredita su españolidad..."
Teoría del delantero centro
Ignacio Ruiz Quintano/Abc
El Getafe-Real Madrid resumió el argumento en favor de la Superliga (ese espectáculo acaba con cualquier afición), pero la Superliga tiene en contra a Zelensky, que escribió (se supone que a instancias de Boris el Confinador, que ejerce de abogado del Diablo, que en este caso es la Premier) una carta al uefo Ceferino instándole a perseverar en su lucha contra la Superliga porque la Superliga es un caballo troyano contra la Democracia Liberal, que sería la encargada, una vez hundido el negocio del fútbol, de pagar las nóminas de Pedri y Carvajal, por citar a las dos estrellas españolas (no sabría uno decir cuál de las dos brilla más) de Barcelona y Real Madrid, que son quienes tiran del carro de los pinchazos de pago en TV.
Ahora que se acerca el Mundial que nunca debió celebrarse, resurge el nacionalismo batueco, y el Relato nos recuerda que, por un español que juega en el Madrid, juegan cinco en el PSG, pasando por alto la relación de copas de Europa (14 por 0) entre ambos clubes. Por cierto, que también al Mundial se apunta el Hombre a la Moda: lo hace de la mano de Rubiales (¿qué puede salir mal?) para organizar el de 2030, fecha en la que, tal como discurren las cosas, lo más probable es que estemos todos calvos.
Mientras tanto, impostemos normalidad. Estábamos con la democracia. Cuando Cruyff decía que el fútbol es el deporte democrático por excelencia, se refería a que lo puede jugar todo el mundo: hombres y mujeres, viejos y jóvenes, gordos y flacos, altos y bajos… Nunca se metió en otros jardines, aunque en su debe figura el personaje Guardiola, construido con un recogepelotas, que después de décadas vendiéndonos el tiquitaca como la fenomenología del espíritu futbolístico va y descubre… el delantero centro.
Pero el idealismo absoluto no son los rondos de la Masía, que no pasan de ser las rosquillas de la tía Javiera que ofrece el Relato. ¡El idealismo absoluto es el Delantero Centro! Hegel se sentó a escribir su fenomenología del espíritu (que me corrija Pablemos, el Alain español, si no es así) la noche en que desde su casa oyó los cascos de los caballos de la escolta de Napoléon camino de la batalla de Jena. Son los cascos de Haaland en la batalla del área de gol. Con Haaland, el “fupbol” guardiolés deja de ser la corteza de torrezno dando vueltas en la boca de un viejo sin dientes para convertirse en el alimento de un monstruo que reduce el fútbol a meter goles, con lo que, de paso, Guardiola acredita su españolidad.
–El pueblo español –nos explicó aquí Ruano– invierte sus ahorros en la lotería en lugar de dedicarlos a la industria, de la misma manera que, en vez de canalizar sus ríos, organiza rogativas durante las épocas de sequía. El trabajo no le inspira ninguna confianza, y, además, le resulta incómodo. Que trabajen los pueblos de poca fe; pero no aquellos que creen en la Providencia.
La Providencia es Haaland, y todo lo demás, trabajar, como se vio el sábado en Getafe, cerca de donde una vez los milicianos “afusilaron” al Corazón de Jesús, sin nadie que aprovechara los maravillosos alborotos de Vinicius, que luego, para el remate, tiene la curva de mortero de Butragueño (¡aquellas semifinales contra el PSV en el 88!), aunque con una Champions más.
Harto de aguantar la chapa del “fupbol”, Ancelotti, el único entrenador que viste como un caballero (aunque se deja tutear en público –¡el tuteo falangista!– por las parpayuelas del Plus o lo que eso sea), ha tenido que contestar a Xavi que “el fútbol no es sólo pasarse el balón”, y con razón. El fútbol, como acaba de descubrir Guardiola, es pasarle el balón al delantero centro, si lo tienes (aquí nos iríamos a la jugosa metáfora mourinhista del gato y el perro de caza). “¿Dónde está el delantero centro?”, es una novela de Gary Lineker escrita para desahogar el estrés que le produjo que Cruyff lo alineara de extremo, cuando él era delantero centro, si bien ha pasado a la historia no por sus goles, sino por sus dichos, alentados por un afán de notoriedad churchilliano (Lineker, como Churchill según el conde de Birkenhead, se ha pasado “los mejores años de la vida preparando ocurrencias espontáneas”) que le ha llevado a apuntarse al victimismo racial: “En Leicester sufrí abusos racistas en la escuela y un par de veces durante mi carrera futbolística por mi piel oscura”, recibiendo un tuitazo de Nigel Farage:
–Oh please, GaryLineker. I know you suffer from guilt, but this is simply ridiculous.
Después de todo, ¿qué podría decir Vinicius? Por ser el jugador más entretenido de la Liga, recibe un trato (mediático, social, arbitral) que en la Premier no ha recibido ni Zouma después de publicarse su video doméstico pateando a un gato, con lo que eso supone en Inglaterra. La España invivible.
LA RAYA DE UNAMUNO
Al Madrid le birlaron un penalti en Getafe porque los comentaristas de guardia, los mismos que en Europa piden penaltis para el Barcelona, gritaron “¡raya!” ¿Raya? Es la raya que imaginó Unamuno: España dividida en dos vertientes por una línea transversal que va del centro del Pirineo al cabo de San Vicente, “y Madrid queda más bien al lado de Levante que del otro”. Eso es todo. Y, como dice el Génesis, Roures vio que era bueno.
[Lunes, 10 de Octubre]
No hay comentarios:
Publicar un comentario