"...Genéricamente y sin entrar en más valoraciones, Roca Rey es un beneficio para la fiesta, paladares exquisitos al margen. Suyo es el mérito de que muchos acudan a las plazas de toros al reclamo de su nombre, incluso que se emocionen con sus diabluras puesto que, en honor a la verdad, si de algo está huérfana la fiesta es de toreros taquilleros, algo que le viene como anillo al dedo a este diestro..."
Un torero heterodoxo
Pla Ventura
Toros de Lidia/14 octubre, 2022
Las reacciones de los públicos que acuden a los recintos taurinos son totalmente imprevisibles y, lo que es mejor –o peor, según se mire- se apasionan justo con los toreros más heterodoxos y, en la actualidad, el modelo exacto de lo que digo se llama Roca Rey que, para su fortuna, es el único torero capaz de llenar una plaza de toros o, en su defecto, arropado por otras dos figuras del toreo. La pregunta es obligada, ¿lo que hace Roca Rey es bueno o malo para el devenir de la fiesta? Hombre, -diría el otro- tal y como está el toreo en la actualidad, Roca Rey es pura bendición para las taquillas de los coliseos y, por ende, para sus empresarios. Nada que objetar al respecto.
Claro que, otra cosa muy distinta es el calado de cada cual entre los aficionados, mejor dicho, el recuerdo que pueda dejar una faena de Roca Rey u otra de Diego Urdiales, por poner un torero de referencia artística. Cierto es que, el torero y el aficionado son dos mundos distintos puesto que, mientras el primero anhela llevarse el dinero de la forma más rápida y cómoda, los aficionados suspiramos por aquellos toreros que son capaces de ofrecernos una faena inolvidable que, al paso del tiempo perdura en nuestro corazón. ¡Qué le importará a Roca Rey dejar más o menos leyenda si lo que ha conseguido es llevarse toda la plata del mundo! Hasta el mismo Roberto Domínguez, en la soledad del campo, cuando están juntos, el vallisoletano le dirá que eso del arte es un cuento que no sirve para nada. Y lo peor es que Domínguez tiene razón.
Como fuere, los aficionados estamos ante nuestro derecho de elegir aquello que mejor nos plazca y, por supuesto, no tenemos motivos para transigir ante lo que la mayoría diga puesto que, de heterodoxos está el mundo lleno y contra eso es difícil competir. Esa es la virtud de Roca Rey que, sabedor –buenos consejeros tiene- de cómo funciona el mundo del toro, el peruano ha aplicado su fórmula que, la misma le sirve para todos los toros y tanto éxito le aporta. No olvidemos tampoco que, como gran figura del toreo que es, Roca Rey, aunque muchos no lo crean, se enfrenta al toro cómodo al que, por supuesto, el diestro le endosa o enjareta su trasteo habitual y, ante los ojos de los inexpertos da la sensación de que su vida pende de un hilo, algo que no es así puesto que dada la bondad de sus enemigos, revolcón al margen que sufriera en Bilbao, su mayor herida se la produjo el miércoles en Madrid cortándose con su propia espada.
Genéricamente y sin entrar en más valoraciones, Roca Rey es un beneficio para la fiesta, paladares exquisitos al margen. Suyo es el mérito de que muchos acudan a las plazas de toros al reclamo de su nombre, incluso que se emocionen con sus diabluras puesto que, en honor a la verdad, si de algo está huérfana la fiesta es de toreros taquilleros, algo que le viene como anillo al dedo a este diestro que, sin mayores argumentos que su técnica unida a su valor, logra concitar la atención de las gentes puesto que, el aficionado, el de toda la vida, se ha ausentado para siempre de los palenques taurinos puesto que, el espectáculo que se les ofrece con ese toro casi siempre moribundo desde que sale de toriles no es del agrado de nadie, razón por la que el aficionado más purista o exigente porque ha pagado para ver a un toro, si el mismo no aparece en la arena mejor quedarse en casa.
La fórmula de Roca Rey es infalible. Valor estudiado acorde con los toros que lidia que, como sus compañeros figuras, sabe que apenas le causarán problema alguno; la misma faena para todos los toros porque, dada su condición, se la admiten sin duda alguna; acierto con el estoque en el noventa por ciento de las ocasiones y un estoicismo que, para los menos avezados en materia da la sensación de que raya en lo paranormal cuando, insisto, ese tipo de toreo que practica Roca Rey jamás se lo haría a los toros de José Escolar, Cebada Gado, Murteira, Miura o Victorino, por citar algunas de las ganaderías que exigen otro tipo de toreros, sin duda, los que no son previsibles para hacer siempre la misma faena, caso de Roca Rey y sus compañeros figuras.
Como quiera que la elección de cada cual es un ejercicio de libertad, respetando a Roca Rey, nos quedamos con las faenas de toreros de la talla de Diego Urdiales, entre otros, de los que llevamos grabadas en el alma algunas de sus últimas faenas y, lo que es mejor, no las olvidaremos jamás mientras que, la gran labor de Roca Rey se difumina tres segundos después de morir el festejo en el que actúa.
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