"..La Fiesta de los Toros se defiende por si sola, apoyándose naturalmente en la verdad y mágica esencia de sus contenidos, pero también y sobre todo por el encanto de sus formas, su liturgia y ritos.."
-El periodista Miguel Ángel Moncholi explicó y ensalzó detalladamente el protocolo taurino
La Fiesta de los Toros se defiende por si sola, apoyándose naturalmente en la verdad y mágica esencia de sus contenidos, pero también y sobre todo por el encanto de sus formas, su liturgia y ritos.
Así quedó definida en una larga, detallista y muy amena explicación que ofreció ayer, jueves, en Vera (Almería), el periodista Miguel Ángel Moncholi, en la quinta jornada de la XVIII Semana Cultural Taurina que organiza el Foro Cultural y Taurino de Vera.
Moncholi, que es también miembro del Consejo del Centro de Asuntos Taurinos de la Comunidad de Madrid, desglosó secretos, enigmas y detalles del espectáculo taurino apoyándose en oportunas y muy ilustrativas imágenes y vídeos referidos a la historia y el protocolo taurino.
Desde los antecedentes que sitúan a la tauromaquia en la leyenda del minotauro en la isla griega de Creta y en la época de la civilización romana, donde se exigía "que se callen y respeten al toro". Ese toro, comenzó diciendo el conferenciante, dios del Mediterráneo, con el que nace el ritual que conocemos y se conserva gracias a la tradición de un pueblo trasladada de padres a hijos.
Ritual que es protocolo que nació entonces basado en la costumbre o práctica habitual. De tal manera que las figuras y maneras del toreo permanecen casi inalterables, constantes e indestructibles. Y además apoyándose en valores asimismo en formato imperecedero y moralista, en aptitudes y actitudes regidas por la disciplina, el arte, la solidaridad y generosidad, el empeño y la tenacidad.
A partir de ahí la charla transcurrió por las explicaciones acerca de la ligera evolución que se puede apreciar desde los orígenes a lo actual en las apariencias y estilos, por ejemplo, de la vestimenta y útiles de "los toreadores" como se le empezó a llamar a los toreros.
La modificación del tocado y el peinado. Y citas, muchas referencias y alegaciones significativas a nombres de la historia; la primera, a Paquiro, que introdujo lentejuelas y alamares para que empezase a ser vestido de luces. Y la montera, ideada por el mismo Paquiro. La taleguilla, prenda ajustada que sustituyó al calzón ancho para hacer menos arriesgados los pases al toro. Juan Belmonte trajo la coleta o añadido, se dijo entonces que para disimular la calvicie frente a las coletas naturales de siempre (Joselito, su rival en el ruedo en la llamada época del toreo, fue el último en lucirla con pelo propio). Las medias blancas que pasaron a ser rosas... Y así, hasta lo actual con muy pocas modificaciones, aunque están también las excepciones con las que han hecho guiños al pasado Luis Francisco Esplá y "Morante". Pero apenas nada se ha alterado, de igual manera que no prosperó la idea de introducir publicidad en los ternos de torear.
Moncholi detalló las vestimentas de todos los intervinientes en la lidia, como las evoluciones en el transcurso de la misma desde la salida del toro al ruedo a la estocada final, contemplándose asimismo la posibilidad del indulto. Y explicó todos los porqués absolutamente de todas situaciones y lances que se pueden presentar en el desarrollo y escenificación de la corrida.
Aconsejó finalmente que se respete toda esta ancestral y a la vez muy actual liturgia. Porque sin sus ritos, esto deja de ser tradición, y se convierte en circo.
Y lo último, un gran alegato en defensa de "la Fiesta" apoyándose en la valiente y muy elocuente respuesta de la actriz norteamericana Sharon Stone, cuando al ser entrevistada por un envilecido periodista antitaurino confeso, izó la muy hermosa bandera de la libertad y los sentimientos al proclamar que "los Toros, el Toreo, son la poesía de España".
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