En la imagen, Robleño durante la lidia del cuarto toro.
Foto: Antonio Heredia.
Madrid, 4 de junio de 2017. Feria de San Isidro. Corrida de toros en la plaza de Las Ventas. Toros de Cuadri para Fernando Robledo, Javier Castaño y Jose Carlos Venegas.
En las listas de sus ganaderías predilectas que suelen publicar los aficionados “toristas”, nunca falta la de Cuadri. Imagino que ayer disfrutaron mucho con cuatro de los seis que se corrieron. Con los peores, claro, pues a esta gente lo que más les gusta es la metralla. El primero desmintió totalmente sus ilusionadas previsiones por cuasi inválido – debió ser devuelto a los corrales – y el protestadísimo sexto terminó siendo el más manejable del envío. Lo más divertido fue como la cuadrilla de Venegas hizo lo imposible en el tercio de banderillas para que fuera devuelto y esta vez la presidencia se negó en redondo con la razón de su parte. Uno de los grandes especialistas con esta horrible clase de ganado, Fernando Robleño, tuvo ocasión pintiparada para demostrar sus habilidades en el toreo de regate. Hasta pudo haber conseguido una oreja del cuarto si lo hubiera matado medio bien en vez atizar un infamante bajonazo. En la complicadísima lidia de los dos que afrontó el también avezado en estas lides, Javier Castaño, quien sobresalió más con notable diferencia fue el gran rehiletero Fernando Sánchez acompañado por Marco Real tras la también sobresaliente actuación del picador Marco Leal. José Carlos Venegas resultó el peor librado porque fue duramente castigado por el intratable tercero en la cogida más cantada de la tarde y en la que volvió a padecer en el sexto, en esta ocasión por la propia culpa del temerario jienense que acabó en la enfermería por segunda vez con posible fractura de una costilla.
La endemoniada corrida de Cuadri hasta resultó entretenida gracias a la arrojada temeridad de los alternantes
J. A del Moral
Madrid. Plaza de Las Ventas. Domingo 4 de junio de 2017. Vigésimo quinta de feria. Tarde medio nublada con calor aliviado por rachas de viento. Dos tercios largos de entrada.
Seis toros de Celestino Cuadri, en el ensillado y serio tipo de sus características morfológicas. Dieron mal juego salvo el sexto que terminó siendo el más practicable del envío. Invalido el primero. Muy corto de viajes y pronto aplomado el segundo. Brevemente repetidor por el lado derecho y muy peligroso por el pitón izquierdo el tercero. Muy arisco el, en principio, blando cuarto. Con genio endemoniado el quinto. Y muy manejable el aparentemente blando sexto.
Fernando Robleño (añil y oro): Pinchazo hondo tendido y bajonazo, silencio. Pinchazo hondo sin soltar y estocada muy baja. Fuerte ovación con saludos.
Javier Castaño (teja y oro): Pinchazo yéndose, otro huyendo y cuatro descabellos, aviso y pitos. Pinchazo, estocada tendida y descabello, silencio.
José Carlos Venegas (ciclamen y oro): Estocada corta caída tendida y algo atravesada mas dos descabellos, palmas. Bajonazo, aviso y palmas.
A caballo destacó Pedro Iturralde en el segundo toro. Y en banderillas, sobresalió con notoria diferencia Fernando Sánchez en los dos toros que pareó. No a la misma altura aunque bien en palos, Marco Leal.
Finalizado el paseíllo y sin deshacerse el desfile de cuadrillas, todos descubiertos, se guardó un emotivo minuto de silencio por otro atentado más de los asesinos yihadistas en Londres.
Fernando Robleño, apenas pudo mostrar sus reconocidas habilidades con los toros más duros con el primer toro de la tarde, a cuenta de su blandísimo comportamiento. La decepción fue total con este casi inválido aunque franco animal. Pero con el dificilísimo cuarto que empezó mostrando su genio en varas y llegó a la muleta muy corto de viajes y en breves momentos manejable por el lado derecho, pudo desquitarse Robleño. Ducho y sobrado con esta clase de animales, mantuvo la tensión de principio a fin de su trasteo con la muleta hasta que, por fallar a espadas, perdió una posible oreja. Fernando saludó una fuerte ovación del respetable.
El segundo toro buscó el salto nada más salir huyendo de su propia sombra pero dio juego de bravo ante el caballo. Muy bien el piquero Pedro Iturralde. Brillante el tercio de banderillas a cargo de Marco Leal y el siempre esperado Fernando Sánchez. Javier Castaño sacó al tercio de su marcada querencia a los tableros para luchar contra los imponderables del animal en la faena de muleta. Muy corto de viajes y derrotando por arriba, poco tardó el aplomarse este pésimo ejemplar que no fue nada fácil a la hora de matar. Castaño lo consiguió de dos pinchazos que recetó huyendo, bajonazo y cuatro descabellos. Últimamente, muchos matadores de toros se agarran al estoque de descabellar sin haber metido la espada y por eso les cuesta demasiado tiempo en rematar a los animales. No pocos, ni siquiera sacan la espada antes de descabellar y así les va. Máximo y pésimo ejemplo de lo que digo en esta feria, fue David Mora que tuvo que escuchar tres avisos dejando al toro vivo hasta que lo apuntillaron desde la tronera de un burladero, Total, que la cosa con Castaño acabó con pitos de los desaprensivos.
La bronca desatada incomprensiblemente durante el tercio de varas en el quinto toro al que, por muy pronto parado, tuvieron que picarlo superando el caballo la dichosa raya interior porque no hubo más remedio que hacerlo así – los toros no suelen cumplir con lo dictaminado en el Reglamento -, resulta por lo menos estúpido que algunos protesten airadamente cuando esto sucede. Habrá que picar como sea, digo yo. Estas irrazonables protestas quedaron de seguido calladas por el extraordinario tercio de banderillas que protagonizaron Marcos Leal y muy especialmente Fernando Sánchez que tuvo que poner tres pares por haber fallado al clavar en el segundo intento. El toro llegó al último tercio con un genio endemoniado y a Castaño le costó robarle algunos pases con la mano derecha al final de sus baldíos intentos. Menos mal que no tardó tanto en matar al animal como al intentar hacerlo en el segundo.
José Carlos Venegas lleva ya mucho tiempo en estas guerras y lides a la desesperada en busca de poder enfrentase a ganado más fácil y el todavía joven aunque ya no lo es, tiene que hacer de tripas corazón y mostrarse valentón que no es lo que lleva en la cabeza. El tercer toro le repitió un poquito en el arranque de su faena por el lado derecho pero enseguida de paró mostrando un tremendo peligro por el pitón izquierdo. Tanto fue así, que la aparatosa cogida que sufrió al intentar pasarlo por naturales estaba cantada de antemano. Desatado de las asistencias, volvió a la cara del marrajo para intentar de volver a la derecha inútilmente. Pasó a la enfermería para que los médicos vieran si había sido herido o no, hasta salir de nuevo al ruedo para hacerse cargo de la lidia del último toro de la tarde.
El de Beas del Segura apuntó veloces verónicas en el saludo capotero, escuchó como todos el concierto de estribos que dio el toro en la suerte de varas hasta que, por evidenciar una supuesta falta de fuerza, muchos espectadores empezaron a gritar pidiendo la devolución a los corrales del animal sin que accediera la presidencia al muy ruidoso propósito con el apoyo añadido de los banderilleros, creo que adrede fallidos en banderillas con la tremolina consiguiente. Ajeno a las fuertes protestas, la presidencia negó la devolución de este animal que, a la postre, fue el más fácil de torear con la muleta de los que se lidiaron como buena o malamente se pudo.
Calmado el terremoto en los tendidos, Venegas consiguió medio lucirse hasta pasarse de metraje en la faena que terminó por bernardinas, resultando muy feamente cogido otra vez con mucha aparatosidad, dolorido y doblado continuó una vez zafado de las asistencias hasta matar de un bajonazo con prisas para volver a la enfermería en donde, una vez explorado, le descubrieron una más que posible rotura de costillas.
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