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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

miércoles, 14 de junio de 2023

Aníbal entra en Roma / por Antonio Valderrama

 

"...Con el dinero ilimitado que le inyectan a su equipo desde una Babilonia que flota en petróleoGuardiola ha construido un equipo perfecto que por fin se ha impuesto sobre la vieja y decadente realeza europea y todos los virtuosos guardianes de la pureza aplauden encantados..."

Aníbal entra en Roma

Antonio Valderrama
La Galerna/13 junio, 2023
Ha ganado Guardiola, por fin, la Copa de Europa con el Manchester City. Le ha costado siete años y un billón de dólares. Pero lo ha conseguido y yo me alegro por él porque las cosas, estas cosas, hay que hacerlas a lo grande: después de aplastar al Madrid, vengándose del Inter y en Estambul, que es el gran símbolo de todos los mundos perdidos. El sábado 10 de junio de 2023 es ya para siempre un día fundamental en la historia de este juego inventado en Inglaterra durante la Revolución Industrial: Guardiola, en efecto, cambió el fútbol, que herido de muerte por la rica lanza del petróleo, es desde el gol de Rodri al Inter, definitivamente, una mascota de los sheiks de la península arábiga. Una mascota carísima, Europa convertida en bisutería de lujo que los jeques se compran como el pasaporte al mundo civilizado. Al gran negocio de Occidente, que sólo tiene un alma ya y es del color del dinero.

GUARDIOLA, EN EFECTO, CAMBIÓ EL FÚTBOL, QUE HERIDO DE MUERTE POR LA RICA LANZA DEL PETRÓLEO, ES DESDE EL GOL DE RODRI AL INTER, DEFINITIVAMENTE, UNA MASCOTA DE LOS SHEIKS DE LA PENÍNSULA ARÁBIGA

Están las almas bellas contentas, pletóricas. Guardiola se lo merece, escribe Axel Torres en el AS. Se lo merece y se lo ha merecido los últimos tres años, dice el amigo, otro que estaba claramente posicionado contra la Superliga porque iba a romper el fútbol y a dividirlo entre superricos y superpobres. Yo lo entiendo: el año pasado tragaron lo más grande y con Messi y Guardiola, los dos individuos que más cerca han estado de quebrar para siempre el poder del Real, han podido desquitarse por delegación. Simbólicamente, que es una dimensión alternativa en la que ellos siempre ganan. Con el dinero ilimitado que le inyectan a su equipo desde una Babilonia que flota en petróleo, Guardiola ha construido un equipo perfecto que por fin se ha impuesto sobre la vieja y decadente realeza europea y todos los virtuosos guardianes de la pureza aplauden encantados.


El axeltorrismo es otro hijo desviado del cruyffismo, o mejor dicho un subproducto de su sucedáneo mejorado, el guardiolismo. El axeltorrismo llegó también para hacernos a todos mejores, nos redimió del periodismo de gañanes con bufanda y nos sentó a la mesa de un suntuoso banquete donde, por supuesto, éramos nosotros la comida. Su City, el City de Guardiola y de los axeltorres, está programado para destruir el mundo que ellos detestan y reemplazarlo por un paraíso de noventa y nueve huríes, por eso El Pep se acordó socarrón del Madrid nada más ganarle al Inter: trece Copas de Europa de distancia no son nada cuando tienes todo el dinero del mundo.

GUARDIOLA ES UN ENTRENADOR FORMIDABLE. POR ESO EL CITY HA GANADO Y EL PSG, NO, PERO AMBOS SON LA PUNTA DE LANZA DE UN MISMO NUEVO RÉGIMEN QUE SE LO ESTÁ LLEVANDO TODO POR DELANTE

El dinero y el talento, claro, porque Guardiola es un entrenador formidable. Por eso el City ha ganado y el PSG, no, pero ambos son la punta de lanza de un mismo nuevo régimen que se lo está llevando todo por delante. Arabia Saudí está comprando media Inglaterra con vistas a organizar el Mundial del año 2030, igual que hizo en su día Qatar con Francia y la marca París. Pero el peligro ahora es doble: no sólo compran nuestros equipos, sino que se llevan a las estrellas del fútbol europeo allá, a su liga de camelleros, no con la pretensión de ser otra Major League Soccer, o sea, retiro dorado de viejas glorias. El hecho cierto es que de un día para otro un club de chichinabo de un país futbolísticamente insignificante ha puesto cien millones encima de la mesa y se ha llevado al capitán del Madrid. Que tiene, sí, 36 años, pero que también es el actual Balón de Oro, delantero indiscutible del, hace una semana, vigente campeón de Europa, y máximo goleador del equipo más importante del mundo.


El axeltorrismo, que blasonaba de hablar de fútbol sin fijarse ni en los árbitros ni en cualquier otra cosa que no fuera el puro juego —como si algo así pudiera existir, extirpado de las condiciones que lo rodean y condicionan—, sigue escribiendo en los periódicos y hablándonos por la televisión como si todos fuésemos discapacitados mentales y en el fútbol antes ganara el Madrid por todas esas cosas que todos sabemos y ahora lo haga Guardiola porque es el mejor.

Lo de Benzema es revelador de por dónde pueden ir las cosas en el futuro. También forma parte de lo mismo que lo de Guardiola. El Pep, que es un fenómeno, dejó uno de los gigantes de la historia del fútbol mundial, el Bayern, para irse a entrenar a un Osasuna hipervitaminado. El City, desde que un jeque lo cubriera de oro, apenas había ganado dos ligas en un campeonato en donde era capaz de vencer hasta el Leicester. Con Guardiola llevan cinco en seis temporadas, algo extraordinario que empieza a ubicar a la Premier, tan cacareada como mejor liga del mundo, en un plano análogo al de la Bundesliga, la Ligue 1 o la Serie A: campeonatos en franca escocianización, si se me permite el término, aún peor, pues en Escocia al menos estaba la dualidad Celtic-Rangers para darle algo de alegría a las temporadas.

EN UN LUGAR DONDE TODO ES MENTIRA, EL PEP ES EL REY, CON SU INTELIGENCIA ADEMÁS PARA APRENDER Y SU AFÁN EXISTENCIAL DE ABSORBER TODO LO QUE SIGNIFICA EN EL MUNDO LA PRESENCIA DE SU NÉMESIS PERSONAL, EL REAL MADRID CLUB DE FÚTBOL

El Madrid necesitó de una serie fabulosa de milagros para tan sólo postergar el rumbo irreversible de la historia, que era que los sheiks, por fin, tuvieran su juguetito. Europa se está museificando y el domingo todo Dios celebraba la victoria de Guardiola como un triunfo moral, como algo parecido al establecimiento definitivo de la paz en el mundo. El día en que en China se aficione la gente en serio al fútbol en los equipos europeos jugarán los niños y las viejas glorias, como ha terminado pasando en Sudamérica. Guardiola tiene eso, esa capacidad para el artificio irresistible, que como dice Ángel del Riego, lo ha convertido en el Mesías de la Cataluña contemporánea. En un lugar donde todo es mentira, El Pep es el rey, con su inteligencia además para aprender y su afán existencial de absorber todo lo que significa en el mundo la presencia de su némesis personal, el Real Madrid Club de Fútbol.


Él, que es un actor de primera, no consigue sin embargo disimular del todo una genuina admiración por la institución a la que aprendió a odiar de niño y a la que juró destruir de adulto. Debajo de todas esas capas de phoeniké estratagema, la poderosa facultad fenicia para envolver como una nube de humo tóxico al enemigo y derrumbarlo entre vapores mefíticos que tantos buenos catalanes cultivan, late un amor auténtico y freudiano que puede que esté en el fondo de su naturaleza ganadora: es el primer gran catalán que, en efecto, gana, que gana soberbiamente, rotundamente. Su City pasó por encima del Madrid en semifinales, que es la carta de naturaleza que todo don nadie necesita, en España y en Europa, para ser admitido en los grandes salones. En ese 4-0 ya había ganado la Copa de Europa y la final, con el Inter, otra leyenda del pasado, fue sólo un trámite difícil, como todas las finales, pero predeterminado de antemano. Estaba escrito en las estrellas, como dijo Guardiola después de la final.

EL FUTURO PINTA TURBIO PUES AÚN NO HAN LLEGADO LOS ÁRABES CON DROMEDARIOS CARGADOS DE ALFORJAS CON BILLETES DE QUINIENTOS PREGUNTANDO POR VINICIUS, VALVERDE O CAMAVINGA, ES DECIR, LAS ESTRELLAS DEL FUTURO. PERO ESE DÍA TAMBIÉN LLEGARÁ Y LOS PEPS ESTARÁN AL OTRO LADO, PONIENDO TODO SU INMENSO TALENTO EN LA BALANZA DEL MAL

Lo comentaba con un amigo viendo el partido. El Inter formaba parte de nuestro mundo, y es nuestro mundo el que está pereciendo. El Inter, el Bayern, la Juve, el Manchester United, el Arsenal, el Marsella, todos esos equipos ya no son: carne de Europa League, donde ahora copan las eliminatorias finales, de donde se libra el Madrid porque el Madrid es, en sí mismo, un milagro. Pero el futuro pinta turbio pues aún no han llegado los árabes con dromedarios cargados de alforjas con billetes de quinientos preguntando por Vinicius, Valverde o Camavinga, es decir, las estrellas del futuro. Pero ese día también llegará y los Peps estarán al otro lado, poniendo todo su inmenso talento en la balanza del mal. La historia ha dado un vuelco y han perdido los romanos. Los cartagineses han capturado las últimas posiciones militares. La guerra ha terminado.

Getty Images.

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