No es lo mismo verlo directamente en la plaza que hacerlo a través de la televisión, y eso me ha tocado hacer a mí al estar fuera de Madrid. Ves lo que te dejan ver, oyes lo que te dejan oír, de tal modo que enjuiciar lo sucedido queda sujeto, muy sujeto, al sexto sentido y a la experiencia adquirida como para distinguir qué es lo que te cuentan, qué es lo que aprecias y cómo ha de ser la verdad de lo que sucede. Guardando esas premisas, intentaré llegar a algo parecido a la realidad.
Pasión en la plaza hubo y eso no es malo, pero depende de qué tipo de pasión para calificarla de una manera u otra. Roca Rey encendió la mecha con los pases cambiados por la espalda en su primer toro y siguió con su ya conocida forma de torear, fiel a sí mismo, pero no fiel al toreo. Terminó dejándose tocar los muslos con los pitones tras de tener dominado al animal y volvérselo a pasar por la espalda. Un toreo efectista que, sin duda, no es el toreo que demanda el aficionado.
Es una figura diferente, determinación, firmeza, valor y ambición… todo aplicado a su tauromaquia de cercanías. En esa determinación, tozudez se podría llamar, no se apea de sus formas de manejar la muleta, a veces pico a veces pierna retrasada, a veces las dos cosas. Nada que objetar a su disposición y entrega en aras de complacer al público que acude a verle.
Otra cosa es que se encuentre con la plaza de Madrid, donde hay aficionados que de ese toreo no gustan y que muestran su malestar o protestan esas maneras. Decíamos que se desató la pasión y quienes gustaban, los más, increpaban a quienes discrepaban. Nada nuevo bajo el sol. En tiempos de Manuel Benítez ‘El Cordobés’, la plaza se dividía casi a partes iguales. Ahora, es notorio, existe una mayoría menos documentada que no acepta siquiera que alguien pueda discutir al ídolo. Todo lo he deducido de los gestos del propio Roca para con el público ya que las imágenes y los comentarios no me permitían saber mucho más. Al final le pidieron oreja en ambos toros, con pasión inusitada, y el presidente no quiso que saliera en hombros de Madrid con el 1+1. Hasta Domingo Delgado en la tele salió al quite en favor del prestigio de Las Ventas, indicando que hay que exigir que para salir en hombros se necesiten dos orejas en un toro al menos, como pasa en tantas plazas. Una reivindicación que llevamos haciendo nosotros desde hace muchísimos años.
Una plaza venida a menos, triunfalista a pesar de que Roca se haya entregado plenamente con sus formas. Eso no se discute, pero una corriente puramente orejera no puede hacer descender más peldaños la categoría de Madrid. Algunos dirán que la determinación del peruano le hizo sufrir una fea voltereta, claro que muchos de los presentes ignoraban o no sabían de las hazañas de Paco Ureña hace solo una semana con los victorinos. Aquel no pudo sumar 1+1, hoy no se dieron las condiciones ni hubiera sido justo que el peruano le superara.
El Juli y Talavante estuvieron más conformistas con sus lotes, descastaditos los de Victoriano del Río, y así tampoco se logra poner de acuerdo la plaza, al margen de los seguidores presentes de cada torero.
No se si he visto bien o imaginado mejor, pero al menos es lo que me ha transmitido la tarde en la televisión.
Por cierto, tal y como cautivan esas formas, que tantos aplauden, habría que crear un monumento al pase por espalda y otro para el julipié.
Como me dice una amiga que ha estado presente: la gente se peleaba, unos dando la razón y otros la quitaban. Menudo tinglado teníamos.
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