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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

viernes, 23 de junio de 2023

Roberto Roca Rey / por Ventura


"...Me quedo asombrado ante las declaraciones de Roberto Domínguez en torno a lo que para él supone la crueldad del público de Madrid, todo ello porque no le dieron la oreja a Roca Rey tras aquella puñalada previa que le asestó al toro antes de la estocada posterior. No entiendo nada. Los toreros tienen tardes de todas clases, que se lo digan al propio Roberto que ha sido torero y, por supuesto, de los buenos..."


Roberto Roca Rey
Pla Ventura
Toros de Lidia/22 junio, 2023
Me quedo asombrado ante las declaraciones de Roberto Domínguez en torno a lo que para él supone la crueldad del público de Madrid, todo ello porque no le dieron la oreja a Roca Rey tras aquella puñalada previa que le asestó al toro antes de la estocada posterior. No entiendo nada. Los toreros tienen tardes de todas clases, que se lo digan al propio Roberto que ha sido torero y, por supuesto, de los buenos.

Claro que, el vallisoletano, coetáneo mío, todavía no se ha dado cuenta de que, las grandes exigencias las tienen los grandes toreros pero, a su vez, los detractores; no a todos nos tiene que gustar Roca Rey que, el hombre, a su manera y con ese tipo de toros hace diabluras a los animales pero, ¿es bella su labor? Esa es otra historia que, por supuesto, es la losa que pesa sobre su persona. Para gustos, colores, en aquellos años esplendorosos de Roberto Domínguez en activo, yo era partidario suyo antes que de Paco Ojeda pero, mientras Ojeda se hizo rico como torero, Domínguez se tuvo que conformar con ser el torero más ilustrado de aquella época y, a su vez, se compró una finca. Y, de verdad, ¡mira que toreaba bien Roberto Domínguez!

Según este hombre que, dicho sea de paso, está ganando más dinero desde que ejerce de apoderado que cuando impartía bellas clases de torería por los ruedos, – y ganó mucho- todo el mundo tiene que vitorear a Roca, hasta el último mono que se encuentre en el tendido. Eso sí, el día de la Hispanidad del pasado año cuando Roca Rey salió por la puerta grande de Las Ventas, Domínguez no se quejaba de nada. Qué cosas, ¿verdad?

Roca Rey tiene un valor desmedido, eso no lo duda nadie pero, ¿a qué tipo de toros le hace sus diabluras? Está clarísimo. Analicemos las ganaderías que lidia y tendremos la respuesta. Por supuesto que, al pisar esos terrenos que el diestro sabe que son del toro, en más de una ocasión ha sufrido un cabezazo o una voltereta pero, sin más consecuencias. En el momento del arrimón, Roca sabe que toro ya está vencido, por tanto, sin ánimos para nada salvo para pedir la muerte a gritos. Nadie le negará su mérito que, en honor a la verdad lo tiene pero, nosotros, en calidad de aficionados tenemos un gusto cada cual y, hay gente que, hasta le gusta como torea Diego Urdiales, ¿y por qué no? ¿O será que estamos en lo cierto?

El toreo ha cambiado mucho y, cuando creíamos que habíamos avanzado por aquello del tamaño del toro que suelen lidiar ahora los diestros, especialmente en Madrid, justamente en estos últimos años es cuando los toros hieren menos a los toreros, salvo a los humildes y novilleros que, esos sí que no se escapan. Convengamos que, en la época cuando Roberto Domínguez estaba en activo, el toro tenía menos presencia que los actuales pero, las figuras del torero se retiraban cosidos a cornadas. ¿En qué época nos quedamos? Y si hablamos de exigencias y de la crueldad del público de Madrid, en aquello años setenta, ochenta y noventa, algunos diestros si eran criticados con saña, caso de Espartaco, Dámaso González, Emilio Muñoz, Manzanares, Paco Ojeda y algunos más pero, casualmente, todos los que criticaba Madrid todos se hicieron ricos con fincas y cortijos de su propiedad.

Roberto Domínguez es el prototipo de lo que debe ser un torero puesto que, en su brillantísima carrera, mató todas las divisas que pudiéramos soñar y, nadie le chilló; es más, aquella irrepetible tarde en Madrid en 1989 –de las muchas bellas que tuvo- cuando se enfrentó a seis tremendos toros de Victorino Martín, salió por la puerta grande con dos orejas –podían haber sido cinco de haber acertado con la espada- mató tres alimañas de cuidado y, al final, por la puerta que conduce a la gloria, pero con el sello de figura del toreo puesto que, al año siguiente, Roberto toreó cien corridas de toros. Y, por cierto, al festín al que aludo, aquel año la Asociación de la Prensa de Madrid invitó a todas las figuras del toreo para matar dicha corrida y, todos se negaron, pero ahí apareció un gran torero para dictar una lección inolvidable. Fueron, sin lugar a dudas, los quince millones de pesetas más justos que cobrara el diestro. Su gesta valía eso y mucho más. Con aquel palmarés, ¿quién podía ser el idiota que le cuestionara? Ni el mismísimo Navalón se atrevió.

O sea que, no se acaba el mundo, Roberto, porque haya gente que discuta al torero peruano; mientras ellos discrepan, Roca Rey ya está rico. O sea, que chillen todo lo que quieran. Digamos que, esa debería ser la postura adoptada por Roberto Domínguez que, no contento con la gloria de su torero, su dinero, su fama y popularidad, todos tienen que rendirse ante sus encantos. ¿Dónde están los encantos de un hombre que, con sinceridad, lo único que hay que reconocerle es su valor y su sagacidad para elegir los hierros que lidia? Recordemos que, Roca Rey es algo así como El Juli, pero más alto.

Las figuras del toreo, desde que Pedro Romero inventó el toreo, todas han sido cuestionadas pero, a su vez, ellos eran capaces de reaccionar ante los ataques furibundos de los aficionados hacia los que se llevaban todo el dinero del mundo. La diferencia estriba en que, por aquellos primeros años del siglo pasado, entre otros, Juan Belmonte y Joselito, sabían defenderse ante las críticas a las que eran sometidos que, hasta ellos mismos les daban la razón a los aficionados. La prueba no es otra que, en el año 1918, Juan Belmonte y Joselito, reunidos una tarde en Gómez Cardeña, la finca de Belmonte, entablaron la siguiente conversación.

“Oye, Juan: -le dice Joselito- El otro día salimos muy mal parados de Málaga, la gente nos chilló de lo lindo, exactamente igual que en la mayoría de las tardes de lo que llevamos de temporada y, así no podemos seguir; esto es un calvario que, si me lo permites, nos lo hemos buscado nosotros con estos toros que lidiamos. Debemos de tomar medidas por salvaguardar nuestro cartel que, a este paso nos arrinconan por completo. ¿Qué te parece si llamamos a EduardoMiura, claro- para que nos reserve una corrida para lidiarla el próximo domingo en Sevilla?

Belmonte que le estaba dando una calada al puro habano que se fumaba, se quedó mirando a su compañero y, de repente, asentó las palabras de Joselito pero, con la siguiente matización:

“Tienes razón, José, pero ya que hemos empezado vamos a redondear la historia. Le pedimos seis corridas a Eduardo, una para Sevilla, tres para Madrid, una para Pamplona y la otra para Bilbao. ¿Qué te parece? Genial, sí señor. Tienes toda la razón del mundo.

Mataron las seis corridas de Miura, triunfaron casi todas las tardes porque como dice la historia, solo una tarde de las tres que tenían contratadas en Madrid, los toros no embistieron y nada se pudo hacer pero, el respeto ya se lo habían ganado y, a partir de aquellos momentos, Juan Belmonte y José Gómez Ortega continuaron siempre siendo los ídolos de los aficionados.

¿Se imagina alguien en estos momentos, reunidos El Juli y Roca Rey, pidiéndole seis corridas a Eduardo? ¿A qué Eduardo te refieres? Contestaría uno de los dos, o quizás ambos al unísono.

Bueno, tras lo visto, que no lo hagan porque se dejarían sin pan a Manolo Escribano y otros héroes sometidos a esta divisa legendaria.

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