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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

domingo, 11 de junio de 2023

Nadie mata a un comunista como otro comunista / por Eduardo García Serrano


"...Yo, la verdad, prefiero a una malabestia de pelo en pecho como 
Enrique Lister que a un excremento como Yolanda Díaz, a una hez como Ione Belarra o a una deposición como Irene Montero, defecadas todas ellas con lombrices del intestino de Pablo Iglesias..."


Nadie mata a un comunista como otro comunista

Eduardo García Serrano
NTV ESPAÑA/10 Junio 2023
Nadie mata a un comunista como otro comunista. Trotsky y Andreu Nin (entre otros muchos) son el paradigma de la dialéctica comunista y de su lírica crueldad en sus discrepancias políticas; el ruso con un piolé trepanándole los sesos, y el español desolladito vivo en Alcalá de Henares. Los que ellos llaman fascistas son bastante más misericordiosos con los comunistas, y si esos fascistas son franquistas y falangistas, además de “paz, piedad y perdón”, como clamaba Azaña cuando se dio cuenta, demasiado tarde, de que los comunistas eran más peligrosos para él, para su República y para España que el General Franco y sus Legiones, les dan trabajo y futuro, como al abuelito de Pablo Iglesias, cuyo nietecito jugaba de pequeño a arrancar del álbum familiar las fotos del abuelo con su camisita azul y su canesú y a quemar, como un nazi furibundo, los libros de exaltación del Régimen franquista, de Franco y de la Falange que su abuelito escribía, motu propio, con la paga extraordinaria del 18 de Julio en el bolsillo.

Los comunistas, singularmente los españoles, son todos como Audax, Ditalco y Minuro, los asesinos de Viriato. En cuanto olfatean la derrota, en una décima de nanosegundo, traicionan a sus camaradas, le dan matarile al jefe que idolatraban y se pasan al enemigo ajustando su materialismo dialéctico al materialismo de la victoria, que es mucho más rentable y productivo. He ahí a La Pasionaria y a Santiago Carrillo, las ratas anfibias del comunismo español que hicieron de la traición una bella arte para sobrevivir a todas las purgas de Stalin, llenándole el Gulag al tirano soviético de tovarich españoles. Por eso, la malabestia de Enrique Lister, en su primitivo y brutal salvajismo bolchevique, odiaba más a Carrillo y a La Pasionaria que a cualquier fascista de botas altas y saludo romano.

La purga que, al olor de la derrota electoral, hoy estamos viendo en lo que queda de Podemos, penúltima crisálida del comunismo español, bien es cierto que de un comunismo Barrio Sésamo con iletrados y tontitas, con gilipollas ilustrados y tolilis del progresismo sin fronteras liderándolo, es una purga de parvulario de ursulinas en comparación con las de los camaradas Stalin, Mao, Castro y Pol Pot y sus Jemeres Rojos.

Ésos si que se fajaban en la matanza y la carniceria, y no estos rojillos de mierda y de banderita LGTBI que nos gastamos hoy en España. Yo, la verdad, prefiero a una malabestia de pelo en pecho como Enrique Lister que a un excremento como Yolanda Díaz, a una hez como Ione Belarra o a una deposición como Irene Montero, defecadas todas ellas con lombrices del intestino de Pablo Iglesias, cuyos puntos de encuentro ideológico son las boutiques de Carolina Herrera y de Óscar de la Renta. Ya visten todas como Tamara Falcó, y las que sobrevivan a la purguita electoral de Yolanda acabarán acompañando a Fátima a la Dama Boba de El Hormiguero. Pablo Echenique ni por esas, que Tamara Falcó es muy exquisita. De momento, la que tiene todas las papeletas es Ione Belarra, que ya le ha entregado a Yolanda Díaz a Irene Montero, como un entomólogo clava una cucaracha en un corcho, con tal de hacerse un hueco en una lista electoral de Sumar. Aunque sea de relleno.

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