Y dentro de todos los males, menos mal que tenemos a Roca Rey que enciende la mecha, conecta con el personal y lleva gente a la plaza que, si lidiara corridas encastadas sería el colmo de la grandeza pero, el hombre prefiere la comodidad de ese tipo de toro amorfo que, para su trabajo le sirve como agua de mayo. Hay un dato revelador, el peruano desarrolla su guion con una perfección inusitada; es más, vende la burra como si tuviera dientes. Lo digo porque tras la cogida que sufrió en Toledo, no es que le cogiera el toro como ayer sucedió en Madrid, es que se quedó parado frente al animal en uno de sus absurdos arrimones y, el bicorne, levantó la cabeza y se lo encontró en su camino.
Esa circunstancia, Roca Rey la ha vendido como si de una tragedia se tratare porque, o el diestro es de goma, o la cornada interna de la que hablan no ha tenido –para su suerte- las consecuencias que nos han querido hacer ver. Cuesta mucho creer que, un hombre de carne y hueso como es su caso, pueda resistir una cornada interna como el que se fuma un cigarro en pleno catarro. Ayer, insisto, ni le vimos el menor atisbo de dolor, ni cojear en lo más mínimo; vimos, eso sí, un hombre en plenas facultades para seguir toreando como lo hizo en Las Ventas. Pese a que mis gustos van por otros derroteros, me alegré mucho de que saliera ileso del duro trance ante aquel toro que, para su suerte, le volteó pero no hizo por él ya en el suelo.
Pese a todos los males, como digo, tenemos que agradecerle a Roca Rey su presencia en los carteles porque, apenas ya congrega tres cuartos de aforo salvo en Madrid que, como se ha demostrado tenían más ganas de toros que un cocainómano por la heroína. Lo digo porque en la pasada feria de Granada, la última tarde, con tres artistas en el cartel, Cayetano –bueno, calificarle de artista es una expresión muy generosa- Juan Ortega y Pablo Aguado, apenas congregaron a tres mil personas siendo muy generosos y, estamos hablando de la feria del Corpus granadina.
Es cierto que, aunque no lo creamos, ese tipo de toros que anhelan las figuras es el que ha echado a las gentes de las plazas de toros porque por muy buena qu sea una faena, sino hay emoción y riesgo, todo queda parodiado. Un ejemplo de lo que digo no fue otra cosa que la encerrona de Fortes en Antequera que, aunque muchos idiotas lo han calificado como auténtico acontecimiento, aquello fue un entierro de tercera porque no había toros y, cuando todos creíamos que el de Victorino Martín salvaría la tarde, resulta que era un burro de la misma estirpe que lo de Garcigrande que se lidió en último lugar.
Foto de Andrew Moore
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