El novillero venezolano no solo fue el primer gran triunfador de los Sanfermines 2017, su actuación de ayer en la plaza de Pamplona en donde debutó, fue la constatación de que estamos ante un nuevo fenómeno llamado a protagonizar espectaculares triunfos. Su gran faena al quinto novillo de El Parralejo premiada en toda justicia con dos orejas, lo que le permitió salir a hombros y todo cuanto hizo con capote, banderillas, muleta y espada, no fue un triunfo casual. Fue un dechado de intachable valor, capacidad resolutiva, incondicional templanza y alegre espectacularidad. Como asimismo lo poco que pudo hacer con el segundo novillo al que no pudo matar tras echarse el animal nada más comenzar su faena. No me gustó nada el navarro de Cintruéñigo, Javier Marín, pese a la oreja que le regalaron del primer novillo. En cambio, me agradó mucho, sobre todo con la muleta, el más novel Toñete que perdió salir a hombros por sus fallos a espadas. Salvo el ya mencionado segundo novillo, los demás de El Parralejo dieron excelente juego, sobre todo los lidiados en tercero, cuarto, quinto y sexto lugares.
Colombo es mucho más que el de Madrid
Plaza de toros de Pamplona. Miércoles 5 de julio de 2017. Primera de feria. Tarde calurosa con tres cuartos de entrada.
Seis novillos de El Parralejo, bien presentados y de buen juego salvo el segundo que tuvo que ser apuntillado tras echarse a poco de empezar la faena de muleta. Del resto, destacaron con su nobleza en distintos grados de fuerza y de casta el tercero por su gran clase, el cuarto, el quinto y el sexto.
Javier Marín (almirante y oro): Estocada corta tendida, oreja localista. Pinchazo hondo tendido, estocada contraria atravesada y cuatro descabellos, silencio.
José Enrique Colombo (obispo y oro): Gran estocada, dos orejas. Salió de la plaza en hombros.
Toñete (marino y oro): Pinchazo, media caía perpendicular, pinchazo en el sótano y estocada, ovación. Cuatro pinchazos y estocada, palmas de despedida.
A caballo destacaron Israel de Pedro y Andrés Nieto. Y en la brega y banderillas, Miguel Martín y Raúl Adrada.
Tras el paseíllo y sin deshacerse el desfile de cuadrillas, se guardó un minuto de silencio en memoria de Iván Fandiño.
Lo de José Enrique Colombo, fue un llegar y besar el santo. Ya nos llamó la atención en su actuación en Las Ventas, la tarde en que un estúpido presidente le negó una oreja. “Un venezolano muy venezolano” fue el titulo de mi crónica, argumentada por lo mucho que Colombo me recordó a los hermanos Girón. Pero por cuanto hizo ayer, ahora mismo tengo que decir que estamos ante un nuevo fenómeno del toreo por sobrado de valor – ni se inmutó tras sufrir una cogida y un muy serio revolcón -, base de todas sus encomiables virtudes entre las que destacaron su privilegiada cabeza, su innato sentido del temple, sus espectaculares maneras y la vistosidad con la que imprime tanta alegría como brillantez en los tres tercios, con capote, banderillas, muleta y espada. Un torero poderoso a la vez que enjundioso y enormemente resolutivo que nos llega como regalo de las Américas para engrosar la fila de las brillantes novedades, llamadas a ser gente importante en el próximo futuro.
No puedo decir lo mismo sino todo lo contrario del navarro de Cintruéñigo, Javier Marín, de quien me dijeron va a tomar próxima alternativa en Tudela. Su muy voluntariosa actuación con el primer novillo, quizá el menos lucido del envío por lo mucho que punteó en sus francos viajes sin que lograra templar como fue debido, fue premiada con una oreja gracias a lo pronto que dobló tras un espadazo corto y tendido aunque, por ser navarro, contó con la incondicionalidad del público. Lo mismo le habrían regalado otra oreja del excelente cuarto si lo hubiera matado pronto. Pero fue con este estupendo animal con el que quedó puesta de manifiesto su absoluta vulgaridad y torpeza. No le arriendo las ganancias en cuanto ingrese en el escalafón superior.
Nunca había visto a Toñete y, por lo tanto, las impresiones que me produjo fueron primerizas. No le vi suelto con el capote. Pero me encantó con la muleta por su concepto del toreo más clásico al que imprime naturalidad y apostura realmente encomiables. Es de los pocos que torean derechos y sencillamente elegantes. Se nota que sus mentores le han enseñado el bien hacer y que el muy joven diestro ha desarrollado mucho y prontamente. Espero que le ocurra lo mismo con el capote. Y también con la espada, su garbanzo negro que ayer le impidió cortar un par de orejas y haber podido salir a hombros junto a Colombo.
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