El quinto de la tarde, Hostelero, fue un gran toro con el que Perera dio la dimensión del magnífico momento que atraviesa, consiguiendo un triunfo incontestable con el pupilo de Ricardo Gallardo, que fue premiado con la vuelta al ruedo
Un 'Hostelero' de cinco estrellas-lujo
Paco Mora
Fuente Ymbro se acreditó, una vez más, este sábado en Azpeitia como ganadería de triunfo. El quinto de la tarde, Hostelero, fue un gran toro con el que Perera dio la dimensión del magnífico momento que atraviesa, consiguiendo un triunfo incontestable con el pupilo de Ricardo Gallardo, que fue premiado con la vuelta al ruedo. También Curro Díaz, volteado espectacularmente en el comienzo de su faena al que abría plaza, se encontró al salir de la enfermería, a la que había sido trasladado por las asistencias sin conocimiento, con un cuarto toro de Los Romerales bravo, encastado y embistiendo por abajo que, sin la calidad de Hostelero, le permitió a Curro dejar patente una vez más la profundidad estética de su toro recio y encajado que tanto ilusiona a los buenos aficionados. Se había hecho realidad aquello de “cuando hay toros, hay toreros” …
CURRO DIAZ RECUPERADO Y EN ALZA
Pero eso fue el sábado, porque la corrida del domingo en Azpeitia transcurrió lastrada por el recuerdo de los dos bravos ejemplares referidos. No lo tenía fácil el hierro de Ana Romero. El Hostelero de cinco estrellas-lujo de Fuente Ymbro había puesto el pescado muy caro. Curro Díaz, David Mora y Borja Jiménez hicieron todo lo posible por hacer disfrutar de su toreo a la magnífica afición de Azpeitia, pero los toros, en general, sacaron todo lo duro y difícil de Santa Coloma y muy poco de lo que los hizo el encaste preferido de toreros tan importantes como Paco Camino. Toros broncos e imprevisibles, muy poco propicios para el éxito, que rozaron David Mora y Borja Jiménez con sendas orejas en sus primeros toros.
Curro Díaz, después de un primero imposible (un cabroncete con pintas en el lomo), a base de insistencia y conocimientos consiguió entenderse con el cuarto y ofrecer una faena encajada, armoniosa y templada por encima de los merecimientos de su adversario. Una de esas faenas que justifican los veinte años que lleva este torero manteniendo la ilusión de los que creen en este “Curro de Oro” de Linares desde que comenzó, y que tantos se hayan ido enganchando sobre la marcha a su arte soberano. Pero que sobre todo propició que Curro volviera a sentirse seguro de sí mismo.
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