¡Qué solos están los muertos! / ¡qué secas de sangre amarga! / Creyeron morir por algo / y no murieron por nada.
LOS HÉROES YA ESTÁN CANSADOS
De aquello no queda nada. / Ya no es tuya ni la guerra / ni la paz de la Cruzada. / Unos tendieron la pluma, / otros guardaron la espada, / y el resto, desalentado / volvió en silencio la espalda.
Así se quedaron solos / todos los muertos de España. / Sin gloria, sin ideales, /porque ya no son caídos, / sino muertos sin alma. / La Historia la escriben otros / que no son tu camaradas. / Tus gestas ya no son gestas, / sólo son simples batallas. / La de Oviedo y la del Ebro, / la del cuartel de Simancas, / el Alto de los Leones, / la defensa del Alcázar… / son lágrimas fratricidas / que pretenden olvidarlas.
¡Que lejos están los muertos / de sus viejos camaradas. / Las Centurias de Castilla, / las Brigadas de Navarra, / las columnas gallegas, la Legión y la Mehala. / Los compañeros de celda / que al despuntar la mañana / morían un poco al darles el último adiós de España. / ¡Qué solos están los muertos! / ¡qué secas de sangre amarga! / Creyeron morir por algo / y no murieron por nada.
Ya no cayeron por Dios / aunque empuñaran las armas / para sacar a la luz las catacumbas de España, / y para dar Fe de Cristo en sus calles y en sus plazas. / Ni cayeron por la Patria, aunque murieran por ella / en un campo de batalla / o en un sucio paredón / de cara a la madrugada, / porque si hubieran caído por su Dios y por España / nadie podría pactar con la frente levantada / Su voto fue limpio y claro, / está escrito con las armas, / quien lo ignore que lo lea ante Dios y ante la Patria.
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