Video resumen de la gran faena de Enrique Ponce
al cuarto de Luis Algarra en Santander.
El idilio de siempre con Santander
- ISMAEL DEL PRADO
De mejores hechuras que la primera mitad del encierro, el cuarto fue otro castaño de lomo recto, corto de manos y con los pitones bien colocados. Salió suelto, sin fijeza en los de recibo, barbeando lo suyo, y llevó hasta los medios a la cabalgadura de José Palomares. Con movilidad, marcó las querencias y se abrió más de la cuenta amagando con rajarse en más de una ocasión. Sin embargo, Ponce tiró de jerarquía para tejer una faena rotunda, llena de sentido, en la que siempre supo dejarle la pañosa puesta en el hocico y aprovechar las inercias del toro, que tuvo mucha nobleza. Sin apenas perder pasos ligó las series una y otra vez en un palmo de terreno. Limpias y templadas, sin obligar al toro en grado máximo. Final repleto de torería con trincheras por bajo, doblones y poncinas. Sólo el pinchazo inicial le privó de la Puerta Grande, justa oreja.
Alto y con mucho pecho, alto de agujas, ‘Lubinito‘ rompió plaza en la última de la Feria de Santiago 2017. Tomó con fijeza y repetición el capote de Ponce, que meció la capa a la verónica con gusto y cargando la suerte. Echó la cara a los pechos del caballo en el tercio de varas. Comenzó el trasteo Ponce con torería y una suavidad exquisita para sacárselo en paralelo a las dos rayas. Ahí, el valenciano construyó una faena bien ligada con dos partes diferenciadas: una primera en la que dejó a su aire al toro sin apretarlo y otra en la que atacó al animal, manejable pero deslucido, en tres tandas en redondo en las que hubo más reunión y empaque. Caló en el tendido. Dejó más de media en buen sitio tras unos toreros doblones finales y saludó una ovación.
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