¿Qué respeto hacia ellos nos puede ser exigido al contemplar a este grupo de sodomitas meando sobre la estatua del teniente Ruiz, héroe del 2 de Mayo? ¿Hay algún átomo de respeto en ellos hacia los que piensan y viven de forma diferente? ¿Creen que ésta es la mejor forma de eliminar barreras? ¿Qué patriota o católico español movería un dedo por ellos cuando sientan sobre sus cabezas la voluntad de los islamistas de ponerles tasa?
Madrid, 02/07/2017
Las ofensas al Catolicismo y a los símbolos patrióticos empiezan a ser habituales. Desde el 2004 se ha venido sembrado las semillas de la división, del odio y de la intolerancia de un grupo de españoles contra otros. Semillas que ahora brotan en forma de ataques, cada vez más repugnantes, no sólo contra los católicos, sino contra cualquier cosa que para nosotros tenga un valor emocional y trascendente. Por desgracia, hemos visto estos días una espiral de ataques por parte de participantes en el orgullo gay. No hay constancia de que ningún sodomita haya sido colgado de una grúa ni arrojado al vacío por parte de ningún católico ni de ningún patriota. No hay constancia de declaraciones de ningún obispo como las del imán Bilal Philips, nacido en Jamaica y criado en Canadá, en las que exigía la pena de muerte para los homosexuales.
¿Por qué entonces ese odio de muchos sodomitas contra símbolos con los que se identifican millones de españoles? ¿Por qué no se dan contra otras confesiones cristianas o contra el islam? Sencillamente, porque la Iglesia Católica, pese a su cabeza más visible, es la que con mayor firmeza está resistiéndose al proyecto de ingeniería social para la transformación moral de Occidente. A los homosexuales sensatos debería preocuparles la creciente rabia e indignación que, frente a tantas afrentas, siente un sector nada minoritario de la opinión silenciosa española. Si eventos como el orgullo gay responden, según dicen, a normalizar la diversidad, lo que consiguen con imágenes como la que ofrecemos a nuestros lectores es justamente lo contrario. Es decir, que muchos encausen rabiosamente sus prejuicios contra este colectivo, aunque carezcan de altavoces como La Sexta para poder expresarlos.
¿Qué respeto hacia ellos nos puede ser exigido al contemplar a este grupo de sodomitas meando sobre la estatua del teniente Ruiz, héroe del 2 de Mayo? ¿Hay algún átomo de respeto en ellos hacia los que piensan y viven de forma diferente? ¿Creen que ésta es la mejor forma de eliminar barreras? ¿Qué patriota o católico español movería un dedo por ellos cuando sientan sobre sus cabezas la voluntad de los islamistas de ponerles tasa?
Han sido ya demasiados agravios como para que podamos identitificarnos ni comprometernos con lo que dicen reivindicar. Si bien es cierto que los actos grotescos, blasfemos y escatológicos contra imágenes icónicas que robustecen nuestro orgullo nacional y vertebran nuestra identidad espiritual colectiva, son llevados a cabo por unos pocos, no es menos cierto que esa minoría procede de los actos del orgullo gay, sin que hayamos tenido constancia alguna de que sus organizadores ni promotores hayan desautizado a sus autores.
Un continuo goteo de casos alimenta la sospecha de que a muchos representantes del colectivo gay no les importa tanto reclamar derechos como fomentar o amparar las ofensas y ultrajes de muchos de sus miembros. Habiendo ya tantos antecedentes, nos preguntamos qué hace el Partido Popular uniéndose a gente que pretende deshonrar los principios sobre los que se asienta lo poco decente que en España merece la pena conservarse. ¿Qué tiene que ver un héroe de la patria, condición que estos mamarrachos no alcanzarán nunca, con los complejos personales? ¿Por qué echar culpas a quien va a ser el Juez Supremo de quienes le injurian? Lamentamos este nuevo episodio de intolerancia y odio, así como la impunidad que una vez más amparará a sus protagonistas. ¿Qué señales de alarma no habrían activado a estas horas los medios del sistema si un grupo de falangistas miccionara en algunos de los símbolos de la izquierda?
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