Juan José Padilla
Éxitos mayores con distinto premio y otro menor con increíble regalo
José Antonio del Moral
Con una desigual corrida de Núñez del Cuvillo, el público sobrevaloró una vulgar actuación de Juan José Padilla hasta regalarte una inmerecida oreja. Contrariamente, la completísima tarde de El Fandi merecedora de tres se saldó con un solo trofeo mientras Daniel Luque fue el único premiado en estricta justicia al recibir dobles apéndices por la mejor faena de la tarde al último toro.
Valencia. Plaza de la calle Xátiva. Domingo 16 de marzo de 2014. Séptima de feria. Tarde de radiante primavera con algo de viento y tres cuartos de entrada.
Seis toros de Núñez del Cuvillo, bien presentados y de juego vario. Bastante parado y deslucido el primero. Muy noble con poca fuerza y de mayor a menor brío el segundo. También noble con poca fuerza el tercero que duró más por bien lidiado. Muy buen principio y mal final por repentinamente rajado el cuarto. Completo el buen quinto. Blando de salida pero muy noble el sexto. Fue premiado con vuelta al ruedo.
Juan José Padilla (verde botella y oro): Estoconazo, fuerte petición de oreja desatendida, aviso y vuelta al ruedo con algunas discrepancias. Estoconazo de rápidos efectos, oreja delirantemente pueblerina que paseó con la bandera pirata en sus manos.
El Fandi (tabaco y oro): Estoconazo caído, fuerte petición y silencio. Estoconazo, valiosa oreja que debieron ser dos.
Daniel Luque (verde ingles y oro): Pinchazo y estocada, silencio. Buena estocada, dos orejas legítimas.
De la tarde para aficionados degustadores del arte y de sus diferentes paladares, pasamos a la de ayer, séptima del ciclo fallero, en la que muchos de los que acudieron a la plaza lo hicieron llamados por la arrojada espectacularidad del toreo más popular en dos versiones contrapuestas. Hubo ocasión de contrastar lo que hicieron Juan José Padilla y El Fandi con lo que llevó a cabo el más joven de los clásicos sevillanos, Daniel Luque. Tras un par de temporadas sufriendo un relativo bache con respecto a las cuatro o cinco seguidas en las que se hicieron querer por la mayoría de las grandes figuras y por toda la afición, los toros de Núñez del Cuvillo mejoraron bastante aunque no del todo.
Pero antes de entrar en los pormenores del festejo que ocupa esta crónica, quiero referirme a la polémica y a las discrepancias entre críticos que deparó lo acontecido en la triunfal tarde de los artistas porque varios colegas han tratado de demostrar que el gran triunfo de Manzanares tuvo menos importancia que los menores de Finito de Córdoba y de Morante pese a cortar menos orejas. Polémica en la que me cabe terciar intentando poner las cosas en su sitio. Es, digamos, normal que a muchos aficionados y a no pocos críticos el toreo les entre más por los ojos y por el corazón que por la cabeza. Por los ojos y por el corazón se entusiasmaron muchos con lo hecho por los más veteranos que por lo que logró el más joven aunque quepan matices. Y es que si Morante es paradigmático como artista sin par, Finito también, solo que, gracias a su excepcional técnica, lo que hacía y hace desde el año pasado de su reencuentro con lo mejor de sí mismo, es aunar ambas virtudes. Por ello Morante no pudo sacar todo el partido que el segundo toro llevaba dentro y Finito sí del que en su salida pareció peor de lo que luego fue. Me refiero al cuarto con el que, gracias a aplicarse en el toreo en línea recta durante el largo inicio de su faena, luego y una vez logrado que mejoraran las embestidas del animal, pudo hacer su gran toreo. Morante lo hizo al revés, explayarse maravillosamente con el capote y hundirse desde el principio como siempre con la muleta en su faena más lucida y premiada. Razón por la que el animal se vino abajo antes de la cuenta.
La lidia no es otra cosa que hacerle a los toros o no hacerles nada que les perjudique para que mejoren sus embestidas regulares, para sostener las buenas y en todo caso para que duren más.....
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