La piedra angular del toreo, los aficionados, son los que sostienen los tres pilares de la fiesta, empresarios, toreros y ganaderos pero, como decíamos, dicha piedra angular la han lacerado hasta el extrema de su demolición, lo que viene a demostrar que se viene abajo la fiesta. Nos queda el toro como último elemento salvador de este espectáculo y, si desaparece como viene siendo habitual, RIP para la fiesta. Está clarísimo.
Los tres pilares
Pla Ventura
Empresario, torero y ganadero, son los tres pilares de la fiesta pero, cuidado que, los mismos se sostienen sobre la piedra angular del toreo que no es otra que los aficionados. Menudo dilema el que planteamos cuando, como es notorio, nadie hace el más mínimo caso a esa “piedra” que, de tambalearse se nos viene todo el entramado encima. ¡Qué digo! Hace años que se tambaleó porque los aficionados desertizaron en acudir a las plazas de toros y, así está el toreo ahora mismo, huérfano de clientes como miles de veces hemos dicho y, la prueba más reciente ha tenido lugar en La México en que, apenas ocho mil personas acudieron a ver el doctorado de Juan Pedro Llaguno con Antonio Ferrera como padrino de alternativa, todo ello en una plaza que alberga a cincuenta mil almas.
De que la fiesta necesita una innovación urgente es algo que clama por sí misma; los aficionados han dejado de acudir a las plazas de toros por muchas razones pero, la fundamental no es otra que la desaparición del toro de lidia. Sí, he dicho bien. Que nadie crea que he enloquecido porque lo que cuento está sustentado por la realidad. Como fuere, hay un hecho revelador y es que los aficionados jamás seremos los culpables de todos los males que atañen a la fiesta; todo lo contrario, porque en verdad somos la solución pero, ¿a qué precio? Algo nos tienen que dar para que retomemos la ilusión y volvamos a donde solíamos.
Son ellos, los tres pilares antes mencionados los que con sus ideas e innovaciones deben de lograr que volvamos con ilusión a las plazas de toros, que las llenemos por completo para que la fiesta retorne a un pasado no muy lejano en que, encontrar una entrada para una feria era casi una quimera y, en muy poquitos años, para cualquier feria, lo único que sobran son entradas.
Desdichadamente, esta realidad que mostramos no la quieren ver los protagonistas que organizan los festejos para que los aficionados acudan. O se conforman con muy poco o les tiene sin cuidado el futuro de los toros que, por otra parte, si es así, veremos de qué van a vivir cientos, miles de personas que, de una u otra manera están ligadas a los toros.
Hemos dicho miles de veces, lo hemos repetido hasta la saciedad y nadie nos hace caso. Las pruebas de las críticas con fundamento que siempre hacemos las tenemos en las primeras ferias de la temporada en que, las figuras, todos, arropándose unos junto a otros, están anunciados en dichas ferias pero, ¿en qué tipo de corridas? Esa es la pregunta que no tiene respuesta porque como saben hasta los niños de pañales, innovación no hemos visto ninguna, razón por la que esa piedra angular de la que antes hablaba se está resquebrajando, hasta el punto de que, los tres pilares antes descritos están por los suelos.
El taurinismo en su conjunto todavía no se ha dado cuenta que, al margen de los errores que ellos cometen, para que la desdicha sea todavía peor, tenemos enemigos externos que nos atacan sin piedad, llámense antitaurinos, políticos de nueva ola y demás gentes estrafalarias que, en vez de ayudar, todavía condenan mucho más a la fiesta, llámense informadores que les ríen las gracias a los taurinos cuando, la crítica, por parte de todos debería ser algo común en todas las ramas del periodismo.
Seamos serios porque, aquí no hay destructores como muchos nos señalan, hay personas que pagan su entrada que además informan de los problemas de la fiesta. Muchos, para nuestra fortuna, no somos de la grey que el taurinismo busca para encontrar culpables que no existen. Lo dije antes y lo repetiré las veces que haga falta, si hay que buscar un culpable jamás lo encontraremos en todos aquellos que pagamos una entrada para acudir a un recinto taurino. Aquí no hay animadversión alguna, todo lo contrario porque todos quisiéramos que la fiesta fuera grande como antaño. ¿Por qué Rafael Nadal no encuentra crítica alguna ante su menester, salvo esos hijos de puta que le odian por ser español? Está clarísimo, porque es el mejor deportista español de todos los tiempos y, como se sabe no comete fraude alguno para lograr sus éxitos porque lo hace con su talento, esfuerzo, sabiduría y ambición deportiva.
Pues esos mismos valores, talento, esfuerzo y sabiduría son los que le faltan a los pilares antes mencionados y, lo que es peor, mientras los mismos no esgriman dichos valores, esa piedra angular a la que hemos mencionado no es que se vaya a resquebrajar, es que se demolerá por completo y como antes dije, veremos luego quien es el valiente de la pone de nuevo en su sitio.
Estamos viviendo una época nefasta, criminal, cruel, desalentadora porque, ¿habrá algo más desolador que una plaza vacía mientras se celebra un festejo taurino? Y, además de desolador, con las consecuencias económicas que ello conlleva ¿verdad? Pues no quieren darse cuenta. Se conforman con muy poco como antes dije porque, amigos, que los taurinos se regocijen de que llenaron la plaza de toros de Valdemorillo en su feria el día de Morante es como para ponernos a llorar. Y hablamos de cuatro mil personas. ¿Cabe mayor escarnio para la fiesta de los toros?
La piedra angular del toreo, los aficionados, son los que sostienen los tres pilares de la fiesta, empresarios, toreros y ganaderos pero, como decíamos, dicha piedra angular la han lacerado hasta el extrema de su demolición, lo que viene a demostrar que se viene abajo la fiesta. Nos queda el toro como último elemento salvador de este espectáculo y, si desaparece como viene siendo habitual, RIP para la fiesta. Está clarísimo.