la suerte suprema

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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

jueves, 17 de abril de 2025

La Semana Santa: y lo sagrado refulge en la calle

                                             María Santísima de la Esperanza Macarena

Ese artículo, y esa imagen de una hermosa mujer que aúna tradición y desparpajo, y esa proclama detrás de ella («Hoy estarás conmigo en el paraíso»), y esa Legión que procesiona al Cristo de la Buena Muerte, y ese canto de El novio de la muerte: todo eso lo hemos publicado ya en otras Semanas Santas. En la Semana Santa, en efecto: en esa semana que, preñada de ritos, que es tanto como decir de repetición, enciende cada año —y son incontables— la luz de una misma tradición. Y tradición, en el sentido cabal del término, es lo que pretende conservar no lo que antaño fue, sino lo que siempre será.


Por tales razones, nos sentimos autorizados también nosotros, aquí, en EL MANIFIESTO, a reproducir, como en una especie de rito al que nos sentimos apegados, esos textos y esas imágenes que constituyen nuestra tradición: la de ese periódico cuyo deseo es ser también el suyo. (J. R. P.)

La Semana Santa: 
y lo sagrado refulge en la calle

En la mayoría de España, pero sobre todo en Andalucía, de pronto ciertos días señalados del año ocurre el prodigio, y la calle, la vulgar vía de paso, se transfigura, vibra, revienta de emoción. Por su asfalto anodino y gris transita algo totalmente distinto: voces, músicas, luces, fastos…: los de una especie de templo, o los de un gigantesco teatro en el que actores y público, celebrantes y participantes tienden a confundirse. Ahí, cuando las gentes de Andalucía se lanzan a la calle endomingadas y gozosas, revistiendo las ropas de las grandes ocasiones: ésas que, entre bolas de naftalina y pliegues de almidón, aguardan en arcones y armarios la llegada del gran día.

Pero ¿es realmente gozo lo que brilla en los ojos de ese pueblo que inunda las calles desde el Domingo de Ramos al de Resurrección? Lo es, salvo que ese gozo es todo lo contrario de una placidez: anida en él la emoción de un sobrecogimiento y el destello de un ansia. Y así, entre dichas y ansias, va la gente en tales días. Unos, de pie en las aceras; otros, rompiendo filas, metiéndose en la bulla que atraviesa la procesión, mientras se alumbra en el rostro de todos la luz de un momento excepcional, ese en el que, entrecruzándose las miradas, todos parecen decirse: «Henos aquí de nuevo, como cada año; así somos y aquí estamos».

Quien aquí está es un pueblo, no un público. Y lo que aquí se celebra es un rito, no un espectáculo. Cosa insólita, como insólito es el lugar: ese asfalto del que han desaparecido unos coches que parecen ahora haber sido soñados en una lejana pesadilla; o esas fachadas cuyos rótulos y carteles, publicitando mil productos, se convierten en el más incongruente de los anacronismos. Todo ello es asombroso, pero aún lo es más lo que se juega en las siete jornadas de una semana a la que se llama santa queriendo decir sagrada: toda una antigua historia de Vírgenes y Cristos, de creencias y religión; algo que, fuera de tales días, ha dejado de impregnar tanto las calles de la ciudad como el espíritu de su gente.

¿Por qué esos días se echa a la calle todo un pueblo cuyo mundo ha dejado de estar marcado por lo sagrado? ¿Por qué todas esas gentes en cuya vida no late ni pasado ni tradición se apiñan en torno a algo que no hace sino rezumar memoria y tradición? ¿Por qué parecen como reconocerse y afirmarse todos al paso de sus imágenes?

Tal vez sea que esas imágenes son precisamente eso: imágenes, símbolos. Tal vez sea que a través de tales símbolos se manifiesta algo que va mucho más allá de lo que entendemos estrechamente por religión. Tal vez sea que tales imágenes nos dicen y tales símbolos significan que ni la vida ni los hombres son lo que hoy se pretende que sean: una máquina de producir y consumir.

Tal vez sea que sólo así, reconociendo la verdad honda de lo mítico, el alto lugar de lo imaginario, sea posible que lo sagrado anide de nuevo entre nosotros.

Tal vez sea, en fin, que aún queda, pese a todo, sitio para la esperanza.

(Extracto de El abismo democrático, de Javier Ruiz Portella)

SALIDA EN MÁLAGA DEL SANTÍSIMO CRISTO DE LA BUENA MUERTE Y ÁNIMAS A HOMBROS DE LA LEGIÓN


Nadie en el Tercio sabía
quién era aquel legionario
tan audaz y temerario
que en la Legión se alistó.

Nadie sabía su historia,
mas la Legión suponía
que un gran dolor le mordía
como un lobo el corazón.

Mas si alguno quién era le preguntaba,
con dolor y rudeza le contestaba:
Soy un hombre a quien la suerte
hirió con zarpa de fiera,
soy un novio de la muerte
que va a unirse en lazo fuerte
con tan leal compañera.

Cuando más rudo era el fuego
y la pelea más fiera,
defendiendo su Bandera,
el legionario avanzó.

Y sin temer al empuje
del enemigo exaltado,
supo morir como un bravo
y la enseña rescató.

Y al regar con su sangre la tierra ardiente,
murmuró el legionario con voz doliente:
Soy un hombre a quien la suerte
hirió con zarpa de fiera,
soy un novio de la muerte
que va a unirse en lazo fuerte
con tal leal compañera.

Cuando al fin le recogieron,
entre su pecho encontraron
una carta y un retrato
de una divina mujer.

Y aquella carta decía:
“… si algún día Dios te llama,
para mí un puesto reclama
que a buscarte pronto iré”.

Y en el último beso que le enviaba,
su postrer despedida le consagraba:
Por ir a tu lado a verte,
mi más leal compañera,
me hice novio de la muerte,
la estreché con lazo fuerte
y su amor fue mi Bandera.

Las televisiones se ponen las pilas / por Antolín Castro


Un paso de gigante se está operando, tras el traspiés de Onetoro, con la iniciativa tomada por los canales autonómicos para hacer frente a la retransmisión de las corridas de toros.

Las televisiones se ponen las pilas

Antolín Castro
Opinión y Toros/17 Abril 2025
Posiblemente no sea un tema menor en el transcurrir de la Fiesta Brava en España.

Un paso de gigante se está operando, tras el traspiés de Onetoro, con la iniciativa tomada por los canales autonómicos para hacer frente a la retransmisión de las corridas de toros.

Es cierto que ya había tres cadenas que frecuentaban las plazas de toros, y lo hacían en cantidad suficiente como para saberse que apostaban por los toros de forma indubitada, pero lo de ahora es otra cosa, la apuesta es a mayores, es apuntar muy alto, tan alto como para estar presentes en las plazas de primera, en las ferias de más rango en el orbe taurino.

El canal de pago, con su errático proceder, era la opción que tenían los aficionados para estar en esas citas donde se quiere estar, pero había que pasar por taquilla. Por taquilla se pasa siempre, no olvidemos que son nuestros impuestos los que generan los presupuestos de todas las televisiones públicas, pero tocaba otra vez pagar, antes a Canal+ y ahora a Onetoro.

Pero hete aquí que las televisiones públicas, con esos impuestos, es su obligación atender a sus mantenedores y, entre ellos, están todos los aficionados a los toros. Lo venían cumpliendo a su manera, sin pillar la parte grande de la tarta. Ahora la cosa ha cambiado y parece llegado el momento, excepto la más obligada a ello, TVE, que margina los toros por su constante trato discriminado y sectario.

La apuesta de Telemadrid es total y, ahí es nada, dará en directo toda la Feria de San Isidro y otros carteles cercanos a su feria. Una alegría inmensa para todos, ya que por internet tendrán acceso todos los aficionados.

Castilla La Mancha ha hecho un órdago y además de su tradicional comparecencia en las plazas manchegas, dará todas las de San Isidro que se celebren en fin de semana, en total once. Una alegría más para sus ciudadanos, que no tendrán que pasar por internet para ver lo que les gusta.

Canal Sur ha dado otro paso importante, sabiendo negociar con los regidores de La Maestranza para poder estar presentes en la feria sevillana. Son solo tres carteles importantes de su feria, pero es abrir un camino de cara al futuro.

Aragón Tv no ha querido quedarse atrás y anuncia su presencia este domingo de Resurrección desde Zaragoza.

Está visto que es toda una rebelión contra lo que no hace la televisión de todos. Lo tendremos fragmentado, pero vamos a tener corridas televisadas de las plazas de primera en España.

Una difusión que es un paso importantísimo y que abre de par en par la ventana para, además de dar satisfacción a los contribuyentes aficionados, ser foco de atención para nuevas generaciones de aficionados. Estamos de enhorabuena.

Hughes. Real Madrid, 1; Arsenal, 2. "No fructificó la semilla de la locura"


Cuerpo de guardia

'..Había mucho ambiente aunque el minuto de silencio cortó el rollo. En los 80 no se moría tanto la gente. Homenaje a Beenhakker Vargas Llosa. Algún enemigo de los libros pensara quizás que Vargas era un delantero de los años 60. Bien el Madrid yendo a todo, pero... ¿no era un poco hacer de menos a don Leo?..'

Hughes

Pura Golosina Deportiva

La gente no sólo creía en la remontada. Distinguía entre tipos. "¿Quieres que el primer gol llegue al principio o más cerca del descanso?". De lejos y de cerca venían a la remontada, palabra española que se internacionaliza como guerrilla o liberal.

La remontada es un producto de la irregularidad, o más bien del desequilibrio. Cuanto peor, mejor o: si fuéramos una máquina perfecta, ¿nos divertiríamos así?

Otra manera de verlo es que el fútbol es tan malo en sí mismo que necesitamos algo más, la emoción del todo o nada. La remontada es nuestro jalapeño, nuestro picantito, nuestra salsa siracha...

En esta última semana se añadió, no sabemos con qué origen, la nota del "manicomio". Hay una tontería festivalera alrededor. Falta que hagan pulseritas.

Ancelotti anunciaba a Lucas. Sus opciones en el once, sin Ceballos a tope, se reducen a Lucas o Modric. Ese ha sido el balancín de su año.

El Arsenal salía al césped y los jugadores decían "nothing to fear". Es lo que tiene el inglés, que cualquier cosa suena a eslogan de Nike...

Odegaard ponía cara de ex (pero sigue sin salirle la barba).

La defensa del Madrid: Lucas, Asencio, Rudiger y Alaba. Como cruzarse España con los neumáticos parcheados. Tenían algo de plantel maltrecho, de reunión imposible. Era defensa de acabar la remontada más que de empezarla.

Había mucho ambiente aunque el minuto de silencio cortó el rollo. En los 80 no se moría tanto la gente. Homenaje a Beenhakker y Vargas Llosa. Algún enemigo de los libros pensara quizás que Vargas era un delantero de los años 60. Bien el Madrid yendo a todo, pero... ¿no era un poco hacer de menos a don Leo?

Beenhakker tampoco es que fuera el madridista más afortunado con la Copa de Europa y la música de duelo fijaba su sic transit en el rostro humanísimo y reblandecido de Ancelotti...

El Madrid empezó con anfetaminas cuando tocaban cervecitas preparatorias, con lo que ha sido su fútbol este año: carreras solitarias de Vinicius o Mbappé, a menudo estorbándose. Inútiles en ataque y tan rápidas que partían al equipo. Por mucho celo que tuvieran, los defensas del Madrid no podían seguir a sus delanteros. No era un problema de "balance defensivo" sino ofensivo.

A Alaba le sacaron muy pronto una amarilla, a la primera. Quedaba marcado el tono arbitral, el mírame y no me toques. No se puede culpar al árbitro de nada, pero era un arbitraje malo para una noche de revolución.

El Arsenal tenía sus tres medios, el lateral-interior Lewis y Merino de falso 9 y el Madrid tenía a Valverde, Tchouameni y Bellingham. Cinco contra tres.


El Arsenal se iba siempre donde Saka, que chutó pronto a Courtois.

Tras el desfogue inicial y la parafernalia, ¿dónde estaba el juego del Madrid?

El arbitraje era de un intervencionismo meticuloso. Poco europeo. A los diez minutos, en un córner, le pitaron a Asencio un penalti absurdo. La pelota en el primer palo y él, en otro lugar del área, agarrando a un inglés como alguien agarraría a la novia que se le va en un enfado: ciñendo su talle sin convicción (condeno la violencia en cualquiera de sus formas contra la mujer, incluso si no fuera mujer biológica). Imprudente Asencio, pero penalti ridículo que Courtois le detuvo a Saka, en sobradete panenka.

Courtois la paró como cuando se nos cae la sal y reaccionamos, pero en su caso él también se caía. Su mano era una mano de hombre que se ahoga. Era un "socorro".

Seguíamos desempaquetando al Madrid, a ver qué había, en qué consistía y una voz de la narración dijo "Yo creo que en esa acción Vinicius se ha equivocado". Frase curiosa. Pasmosa si se piensa. En España la crítica la ha recibido el extremo izquierdo.

El Madrid se ordena desde ahí, desde ese jugador corriendo la banda, para bien o para mal, y algo así se intentó en algún momento. Era mejor llegar poco que llegar. El fútbol era nervioso, sin el ansiolítico del mediocampo, del toque, de la ocultación. Todo era zafarrancho y robar, pero a la pobre organización para el pressing del Madrid se unía la dificultad de que el árbitro lo pitara todo, el más mínimo roce. Parecía la estricta directora de un baile de instituto antiguo. No es que fuera malo el árbitro, es que de verdad había algo tecnológico, como si redujera a los propios futbolistas a una impotencia de videojuego, encarcelados ellos también en un algoritmo. El pinganillo introduce una inquietante nota de Black Mirror.

Rodrygo colgaba un balón, Saliba se comía a Mbappé... el Madrid lo intentaba, corrían, pero eran como los pececillos esos que echan para comerse las callosidades de los pies.

En el 22 se pitó un penalti a favor del Madrid. Rice agarraba a Mbappé, que con calidad actoral se desmayaba. Había talento y oportunidad porque en el origen los brazos de Rice sí rodeaban, aunque poco, ceñían como en el ensayo de un beso operístico,

El árbitro picó o pitó, pero le llamaron del VAR y estuvo minutos escuchando las impresiones hasta que le convencieron para ir al monitor. Ya sólo les faltaba bajar (cosa que no es descartable que veamos).

Se le hizo al gol un repaso como si fueran caseros chequeando a un posible inquilino. Se le miró a la jugada detrás de las orejas.

Arteta protestaba en la banda. Es Ted Bundy, toda la cara de Ted Bundy.

En el entrañable Carletto la ceja iba siendo sustituida por el belfo...

El árbitro anuló el penalti. Quizás fue la interrupción más larga del juego desde la portería del Borussia. El árbitro despitó.

Al volver ya había pasado media hora. El tiempo presupuestado para cada gol de la remontada. El Madrid se puso más nervioso.

Había balones colgados, tiros lejanísimos de Mbappé, obcecado en tener que hacer... ningún fútbol.

Rodrygo volvió a realizar esa jugada irritante que consiste en avanzar en diagonal sin regatear hasta comerse el espacio entero. El suyo y el de sus compañeros. Es como si los empujara al fondo del área, al final del autobús.

Lo único bueno es que el Arsenal no amenazaba. Ese miedo se disipaba un rato. Así que el Madrid se volcó en atacar, sin engaño, sin merodeo, sin indirectas, sin escalonamientos (todo lo que se puede asociar al mediocampismo); un ataque directo, frontal, como de indios sin sabiduría, cuando ya se saben extinguidos y se lanzan por honor cheroqui tumba abierta.

Presión y balones colgados para ninguna cabeza, pues no la tienen. De ahí se sacaron en claro varios córners, sin más resultado. Había algo meritorio en el empuje, en las ganas, pero hasta ese colgar balones era formulario, poco convencido. Había brívido robador, pero se traducía en balones a los que Rodrygo transmitía toda su indostánica indolencia. Ver, ver, veíamos a Lucas, todo el rato. El Madrid era una galaxia muriente pero de Beckam hacía Lucas Vázquez.

Al descanso, salpimentado por un enganche de Carvajal con Saka (si nosotros viendo a Lucas sentimos lo que sentimos, ¿qué sentirá Carvajal?), cualquier aficionado entendía que faltaba un medio, alguien donde Rodrygo, y acabar, cual caballo, con el sufrimiento de Alaba, encargado de Saka y con amarilla.

Esto lo pensaba cualquiera, por eso hubo hasta belleza en la reacción de Ancelotti, que fue la inacción.

Volvieron al césped los mismos once cabrones de siempre. Toshack se colaba en el recuerdo a Beenhakker.

Al Madrid, tras el descanso, le caía una luz que lo hacía más lastimoso. Mbappé intentaba las de Butragueño: me detengo, arranco y que sea lo que Dios quiera. Y peor era la salida de la pelota. La proeza de meter tres goles exigía la proeza aun mayor de pasar de mediocampo.

Ahí llevaba Ancelotti la penitencia: su Madrid era una cosa penosa desnuda ante el mundo entero.

La ansiedad ya se comía al Madrid, que necesita futbolistas acabados en pam.

Lucas llegó a chutar desde la zona del campo donde partía Zidane (donde, por tanto, no chutaba Zidane) y Valverde intentó la de Weah, irse de área a área, ser box to box literal y definitivo porque ¿a quién dársela? ¿en quién confiar?

Era escandalosa la debilidad del Madrid y en parte también el arbitraje, que en cierto modo lo maniataba. Se pitó todo, matando cualquier posibilidad de azar.

Cualquier persona sin Copas de Europa hubiera hecho los cambios en el descanso, pero Ancelotti esperó... al minuto 60, cuando dice el convenio de gestor de egos. Se fueron Alaba, Lucas y Rodrygo.

El año entero se habría dado por bien empleado si Ancelotti hubiese llegado a esa conclusión una hora antes.

Aunque tampoco serviría de mucho. El desequilibrio es anterior, de concepto.

Ceballos podía "dialogar" si acaso un poquito más con Bellingham, darle un poco de vida a su fragilísimo candil, pero poco más. El queso estaba agujereadísimo y en el 65 llegó el 0-1: balón largo que peina Merino, en falso nueve, Asencio rompe el fuera de juego, y le vuelve al faux neuf que ante Asencio, en Babia, asiste a Saka para que eleve sobre Courtois con gran piececito.

Un golazo. Asencio es rapidísimo, pero participa en numerosos destrozos y tiene una gestualidad que ni Cannavaro y Ramos juntos... Con todo, ha sido una de las pocas alegría del año.

Inmediatamente empató el Madrid. Vinicius, quién si no. Robó en un fallo del Arsenal y marcó a puerta vacía.

Martínez con sus bibliotecarios

Minuto 60 y el locutor Martínez retomaba lo de "la semilla de la locura...".

El comentario del locutor, a un nivel más profundo y maniaco (en el que nos movemos) era desactivador, desinvocador, gafante.

Todo esto de las remontadas se ha ido de madre. Explotación mediática a costa del psiquismo del club. Reedición de tictac. Verbena de la Paloma donde el ridículo lo pone la entidad.

Esa de Vinicius fue la última que pudo robar, pues el árbitro lo pitó todo. Incluso detuvo el partido para explicarle a Odegaard muy seriamente que no perdieran más tiempo, que ya se bastaba él.

La presión del Madrid no era sobre la salida de la pelota sino tras haber salido, e iban los delanteros intentando robar por detrás como Camavingas. Así se lesionó Mbappé, metiendo el pie, para que no digan.

Se iba cojo y fracasado. Se le hará culpable. El culpable no es Mbappé sino el fichaje de Mbappé. Cuando íbamos por el Tercer Florentinismo preguntando cómo sería eso, si habría estadio para tanta Copa de Europa, volvió el Primero.

El realizador se puso sádico y comenzamos a ver caras de aficionados madridistas (tuvimos que enfrentarnos a lo que somos).

Ni una del palco, por cierto.

Tras los cambios, el Madrid era mejor equipo en el campo. Habían salido los pocos medios que hay, Modric para un ratito y hasta Brahim. Los jugadores estaban más o menos en su sitio.

En el minuto 86 (1-4 en el global), el narrador Martínez aun hablaba de un posible "milagro".

Aunque era la honrilla lo que estaba en juego.

Minuto 88 y Martínez seguía con la mística, la leyenda y el todo es posible en Granada.

El Madrid moría por Vinicius, por dónde si no.

Pero tampoco había fútbol para sostener la honrilla y el Arsenal marcó en el 92. Martinelli cruzó el campo a una velocidad distinta, como un meteorito. Si lo fuera, la NASA o Elon Musk habrían avisado, alguien lo hubiera interceptado, pero en el Bernabéu llegó hasta el final y marcó gol.

"No fructificó la semilla de la locura", sentenciaba el locutor Martínez.

Minuto 92. Aun quedaba tiempo de descuento para quizás tres goles. Pero Arteta, con sus ojos de haber troceado a algunas personas, agotó los cambios para comerse también el descuento. Fin, por tanto.

En el estadio ultramoderno no sonó ya el viejo himno. Lo que servía de mítico contraste, de parangón para la ira o la simple nostalgia ya no está. Es ya un bucle de florentinismo.


Su merecido

Iniciativa Legislativa Popular para prohibir los toros / por Rafael Comino Delgado


La ILP tendrá que votarse en el Congreso y el resultado lo decidirá el PSOE. El PP y VOX votaran en contra, nacionalistas separatistas y toda la izquierda extrema, no PSOE, votaran a favor, izquierda moderada no hay ahora en España, y el PSOE, que también es izquierda extrema, hará sus cálculos para ver que le interesa más políticamente.

Iniciativa Legislativa Popular
 para prohibir los toros

Rafael Comino Delgado
Los antitaurinos  han presentado una Iniciativa Legislativa Popular (ILP) con el objetivo derogar la ley 18/2013 que declara la Tauromaquia como Patrimonio Inmaterial Cultural de España, y por tanto protege la Fiesta de los toros, por lo que entendemos que es un primer paso para después prohibirla.

Los impulsores de dicha ILP piensan que el toreo es tortura y no arte, aunque ellos dicen, “No es cultura”, lo cual demuestra que desconocen el concepto de Tortura y el de Cultura (al que se tortura no se le permite defenderse y el toro se defiende atacando, y según la UNESCO las tradiciones de los pueblos son parte de su Cultura). Pero no es solo que desconozcan ambos conceptos, es que también desconoce todo lo referente al toro de lidia, como vive, como se cuida, sus características anatómicas y fisiológicas, como funciona su sistema nervioso y endocrino, pues es un animal único en la naturaleza, especialmente dotado y diseñado anatómica y fisiológicamente para la lucha, de tal manera que cuando alguien invade lo que él considera su territorio ataca con la intención de matar. 

Cuando está luchando segrega gran cantidad de una hormona, llamada beta-endorfinas, en su cerebro que bloquean los receptores del dolor, anulándolo casi en su totalidad, y además le producen un estado de bienestar. Ningún otro animal produce tan gran cantidad de dichas hormonas, por eso el toro es tan valiente. Al picarle o al ponerle las banderillas experimenta un dolor físico pero muy leve comparado con el que experimentaría otro animal irracional o un humano si recibieran la misma agresión. Si ese dolor fuese muy intenso no volvería a embestir al caballo. 

Cuando se practica el acoso y derribo a campo abierto, donde pude huir si quisiera, también vuelve a atacar al caballo, lo cual quiere decir que cuando lucha está sometido a un estrés, no muy elevado, pero no a un importante dolor. De he cho, se ha comprobado científicamente que cuando el toro sufre más estrés es cuando es transportado dentro de un cajón, en el camión, donde no puede luchar contra nadie y no cuando está peleando en la plaza. 

Es algo incuestionable que el toro de lidia está especialmente dotado para luchar, y que si se prohíben los toros esta raza desaparecería inmediatamente de la tierra porque no tienen otra utilidad.

Las personas que quieren prohibir el toreo deberían preguntarse antes de exigir algo tan absurdo: 

a)¿No sufre más una mascota, perro, gato, canario, etc. obligados a vivir en cautividad en un piso, cuando su naturaleza es vivir libremente relacionándose con otros de su especie?;  

b) ¿ No están humanizando a los animales irracionales y deshumanizando a los racionales?; 

c) ¿No sería más democrático dejar que cada uno vaya o no vaya a los toros, y en todo caso intentar convencer mediante la palabra (no  con la violencia como hacen a veces) y los hechos científicos a los aficionados, para que dejen de serlo, y cuando nadie vaya a una plaza de toros dejaría de existir el toreo?;

d) ¿Por qué es una fiesta que gusta a miles de personas de las ciencias, las artes, las letras, de todo tipo, con alto nivel cultural e intelectual?; 

e) ¿Todas esas personas están equivocadas y ellos son poseedores de la verdad absoluta?; 

f) ¿Por qué es el arte que más inspira, con gran diferencia, a las demás artes?; g)Por qué  quieren imponer sus gustos y forma de  pensar a los demás, en muchas ocasiones mediante la violencia?; 

h) ¿Por qué quieren privar de la libertad torear y ver torear a los que no piensan como ellos? Toda su forma de actuar es típica de tiranos, totalitarios, que quieren imponer su voluntad sobre los demás por la fuerza. No se hacen ninguna de esas preguntas porque para hacérselas, y contestarlas correctamente es necesario tener un cerebro bien organizado y respetar a los demás. No respetan a los que no piensan como ellos.

La ILP tendrá que votarse en el Congreso y el resultado lo decidirá el PSOE. El PP y VOX votaran en contra, nacionalistas separatistas y toda la izquierda extrema, no PSOE, votaran a favor, izquierda moderada no hay ahora en España, y el PSOE, que también es izquierda extrema, hará sus cálculos para ver que le interesa más políticamente. Puede abstenerse, con lo cual la ILP no va adelante, puede dejar libertad aparente de voto tras saber los que votaran si y los votaran no, y en base a eso decidirá lo que más le convenga, pero que nadie espere una actitud totalmente democrática del PSOE.

Recordando a Mario Vargas Llosa: su tesis doctoral, su disciplina y un chocolate en Valencia / por Andrés Amorós

 
Mario Vargas Llosa, en una presentación literaria en el año 2010Europa Press

Mario Vargas Llosa: Nació en Arequipa (Perú) el 28 de marzo de 1936 y ha fallecido en Lima (Perú) el 13 de abril de 2025.
Escritor, académico de la RAE y de la Academia Francesa, su obra le sitúa entre los más importantes novelistas y ensayistas de los últimos 50 años. Fue distinguido, entre otros galardones, con el Premio Cervantes (1994) y el Premio Nobel (2010).

Recordando a Mario Vargas Llosa: su tesis doctoral, su disciplina y un chocolate en Valencia

Se va un magnífico escritor, un liberal convencido. Nos queda su obra, rica y variada. Y, para los que tuvimos la fortuna de ser sus amigos, el consuelo de su recuerdo.

Andrés Amorós
El Debate/15/04/2025 
Con hondo dolor he recibido la triste noticia de la muerte de Mario Vargas Llosa, gran escritor y viejo amigo. Ha fallecido a los 89 años, en Lima, su tierra, junto a los suyos. En estos momentos, no me gusta recurrir a datos biográficos y bibliográficos, que están en cualquier repertorio: prefiero hilvanar algunos recuerdos personales. Ruego al lector que disculpe la aparente inmodestia de utilizar la primera persona.

El Premio Nobel de Literatura le consagró universalmente, pero también —me confesaba él— revolucionó su vida de escritor, la que siempre había querido tener, al añadir nuevos e ineludibles compromisos…

Mario Vargas Llosa y su familia durante la ceremonia del Premio Nobel, en 2010GTRES

Desde cuarenta años antes, Vargas Llosa tenía un muy sólido prestigio como narrador: los relatos Los jefes y Los cachorros muestran ya una madurez realmente sorprendente; las novelas La ciudad y los perros (1963), La casa verde (1966) y Conversación en la catedral (1969) son ya verdaderas obras maestras, a las que no ha afectado la mordedura del tiempo.

Aparecieron estas obras cuando surgía el llamado boom de la novela hispanoamericana. Recuerdo muy bien el asombro y la admiración que nos produjeron a muchos lectores españoles estas obras, junto con las de García Márquez, Julio Cortázar, Rulfo, Onetti, Carlos Fuentes, Cabrera Infante

Lo que unía a unos escritores tan dispares era el empeño de superar la vieja tradición de la novela hispanoamericana costumbrista, descriptiva, telúrica, incorporando técnicas tomadas de la gran novela de vanguardia: Proust, Faulkner, Musil, Virginia Woolf… Con brillante metáfora, resumía Carlos Fuentes que se trataba de llevar a la vez las riendas de dos caballos, el estético y el político.

En aquella España, no todos lo apreciaron, en el primer momento: bastantes escritores estaban presos en el realismo social y político, para oponerse al Régimen de Franco. Un grupo de críticos defendimos entonces a estos narradores hispanoamericanos: Joaquín Marco, Félix Grande, Rafael Conte, yo mismo… Lo han contado Marco y Jordi Gracia en el libro La llegada de los bárbaros.

A Vargas Llosa dediqué yo, en 1971, un capítulo de mi libro Introducción a la novela hispanoamericana actual. Al leerlo, me escribió, con agradecimiento. Desde entonces, hemos mantenido una ininterrumpida relación amistosa.

Mario Vargas Llosa y Andrés Amorós/Cedida

Lo conocí personalmente cuando vino a la madrileña Facultad de Letras para defender su Tesis Doctoral, dirigida por Alonso Zamora Vicente, que estudiaba la estructura narrativa de García Márquez. Luego, como es sabido, les separó a los dos escritores la divergencia política: García Márquez siguió siempre fiel a Fidel Castro; Vargas Llosa evolucionó desde el izquierdismo juvenil hasta una firme creencia liberal. También les separó la anécdota de una pelea, que ha hecho correr ríos de tinta.

Un chocolate en Valencia

Personalmente, Mario ha sido siempre un gran seductor: guapo, educado, respetuoso con todo el mundo; hablaba con voz tenue y con gran brillantez. Tenía algo de esa herencia hispánica de un viejo caballero…

Recuerdo una vez que Rita Barberá les invitó a Mario y a Patricia a las Fallas. Yo les acompañé a los toros. A la salida, muertos de frío los tres, los llevé a una vieja chocolatería, con mesas de mármol, para que entraran en calor, tomando un chocolate. Por el camino, mientras admirábamos los monumentos falleros, la masa de admiradores lo acosaba: sin mostrar impaciencia, él charlaba con todos, atendía adecuadamente a todos… Así se ha comportado siempre Mario Vargas Llosa.

Declaró alguna vez que le hubiera gustado dedicarse algo más al teatro, pero no vivió ese ambiente. Hace poco he leído una preciosa conferencia suya sobre la poesía, a la que colocaba —como es lógico— en lo más alto de la literatura… Pero Mario ha sido siempre un novelista, un contador de historias.

¿Qué narradores le influyeron más? Por supuesto, Cervantes, como a cualquiera que no sea un ignorante. Al comienzo, Faulkner, por las técnicas narrativas renovadoras, los juegos con el espacio y el tiempo, la multiplicidad de perspectivas… Siempre, Flaubert. Les une a los dos el haber vivido la literatura como una orgía perpetua (ese es el título de su precioso libro sobre Madame Bovary).

La disciplina del escritor

Creía firmemente en el trabajo del escritor, le encocoraba el camelo de la inspiración y de las musas. Comenté con él lo que cuenta Flaubert en su Correspondencia: para escribir un nuevo libro, se había ido al campo; llevaba allí una vida monástica, con una dieta estricta; había prescindido de las mujeres y del alcohol; no veía a nadie; escribía todo el día. Al cabo de una semana, estaba muy satisfecho: había logrado escribir un par de páginas…

Sin llegar a esa manía perfeccionista, esa era la religión literaria de Vargas Llosa. Lo ilustro con una anécdota. Hace una infinidad de años, nos invitaron a él y a mí a Canarias, una semana, para dar conferencias y formar parte del jurado que fallaría un Premio de novela. Todo fue grato, salvo un detalle: pasaban los días y no nos daban los textos de las tres novelas finalistas, para leerlas. Llegado un momento, nos plantamos los dos y tuvieron que dárnoslos. Descubrimos pronto el secreto: con el aval de Mario, querían premiar a un amigo… Como ni él ni yo nos prestamos, el Premio quedó desierto.

Faltaba sólo un detalle: redactar un texto para comunicar que, a juicio del jurado, ninguna de las novelas presentadas tenían la categoría deseable, etcétera. Cuando me pasaron lo que habían escrito los organizadores, pedí que me lo dejaran y estuve un rato corrigiendo algunas cosas hasta que, a mi juicio, quedó aceptable. Mario me pidió entonces que se lo pasase y estuvo otro rato corrigiendo un texto que nadie sabría nunca quién lo habría redactado. Pensé entonces: eso es un escritor…

Mario Vargas pronuncia su discurso de ingreso en la Real Academia Española (RAE)

También le impresionó e influyó mucho a Vargas Llosa una novela de caballerías de un autor valenciano, el Tirant lo Blanch, de Joanot Martorell. Para la edición que hizo el gran filólogo Martín de Riquer (catalán y patriota español, por cierto), escribió Mario una preciosa Carta de batalla, que luego amplió. Ese fue el tema de la última conferencia que yo le escuché, al tomar posesión como Académico de Honor de la Real Academia de Cultura Valenciana.

¿Qué le atrajo tanto a Vargas Llosa en esa novela de caballerías, aparentemente tan lejana de su mundo y de su estilo? La fantasía, la riqueza de episodios, la finura psicológica, el erotismo, el humor. En definitiva, él ha buscado siempre, en sus novelas, crear una representación de la realidad que no se quede en lo aparente, en el costumbrismo, sino que sea lo más amplia y compleja posible.

Por eso le interesaban tanto los grandes realistas: Galdós, Balzac, Dickens; también, los populares Víctor Hugo, Alejandro Dumas; el sensible miniaturista Azorín; los autores de novelas de aventuras y folletinescas…

Hay otra influencia que me parece evidente, aunque a algunos pueda sorprender (no es absurdo que un autor de menor categoría influya sobre otro, mucho más importante): la de Manuel Puig (Boquitas pintadas), con su humorística utilización del sentimentalismo popular y de la cursilería, algo que tanto le divertía a Vargas Llosa, en su madurez.

Defensor de la Tauromaquia

En los últimos años, he coincidido también con Mario en los toros. Le acompañé a varias corridas en Valencia, Bilbao y Madrid. Le animé a que escribiera sobre la Tauromaquia desde el punto de vista de la libertad; con ese artículo, ganó el Premio Manuel Ramírez, de periodismo taurino.

Cuando acudió a Sevilla, a recogerlo, descubrimos que no había visto ninguna tienta: Pepe Moya le invitó a una fiesta campera en la ganadería El Parralejo, en la que toreó Finito de Córdoba. A Patricia y a Mario les encantó descubrir ese mundo.

Tanto es así que, poco después, Enrique Ponce le invitó a su finca, Cetrina: allí, Mario Vargas Llosa se atrevió a dar unos capotazos a una becerra. (Publiqué yo las fotos de ese singular acontecimiento).

'Me preguntó si valía la pena ver a un torero joven peruano que estaba empezando. Le contesté: «¡Sin duda!». Aquel joven era Andrés Roca Rey'

Me contaba Mario la afición taurina de su familia; la leyenda de un viejo capote que —decían— había pertenecido a Juan Belmonte; cómo él mismo, de chico, igual que tantos otros, soñaba con ser torero…

Una tarde, en la Academia de Cine, me preguntó si valía la pena que acudiera a ver torear a un joven peruano que estaba empezando. Le contesté: «¡Sin duda!». A la semana siguiente, fue a verlo y le encantó. Aquel joven torero era Andrés Roca Rey, del que Mario se hizo partidario.

También le interesaba mucho la riqueza del lenguaje taurino. Una vez, en Las Ventas, vimos él y yo cómo un toro muy bravo acudía por segunda vez al caballo, a pesar del castigo que ya había recibido. Le comenté que eso es lo que canta en su soneto Miguel Hernández: «Como el toro, me crezco en el castigo…». Le encantó la metáfora y me dijo que la incorporaría a su escritura.

Ha publicado también Vargas Llosa algunos artículos, en defensa del arte de la Tauromaquia. Entre otras cosas, afirma que «la fiesta de los toros representa una forma de alimento espiritual y emotivo tan intenso y enriquecedor como un concierto de Beethoven, una comedia de Shakespeare o un poema de César Vallejo».

Concluye, con rotundidad: «Prohibir las corridas, además de un agravio a la libertad, es también jugar a las mentiras, negarse a ver a cara descubierta aquella verdad que es inseparable de la condición humana: que la muerte ronda siempre a la vida y termina siempre por derrotarla».

Enrique Ponce brinda un toro a Vargas Llosa en la Feria de San Isidro de 2014EFE

Luego, con triste ironía, me comentó que había recibido muchos más anónimos insultantes por escribir defendiendo los toros que por su campaña electoral…

También la muerte ha terminado por derrotar a Mario Vargas Llosa, un magnífico escritor, un liberal convencido. Nos queda su obra, rica y variada. Y, para los que tuvimos la fortuna de ser sus amigos, el consuelo de su recuerdo.

miércoles, 16 de abril de 2025

Recordando a Vargas Llosa / por Vicente Bort

Lamentando el fallecimiento de Mario Vargas Llosa, manifiesto mi admiración por este excelso escritor peruano. Muy aficionado a los Toros y defensor de esta Fiesta, como tesoro cultural Hispano.

Esto escribía Vargas Llosa:

 “Entre todas las artes, acaso la más difícil de explicar racionalmente sean las corridas de toros, una fiesta que no conquista jamás, en primer término, la inteligencia y la razón, sino las emociones y sensaciones, esa facultad de percibir lo inefable, lo innominado, que fraguan la sensibilidad y la intuición, exactamente como ocurre con la poesía o la música. La literatura puede llegar a ser explicada e inculcada gracias a la enseñanza y el estudio. Los toros no!”

A Vargas Llosa le conocí compartiendo mantel en la Embajada USA en 1994 en Madrid. Hablamos mucho de toros y sus raíces populares en España y Perú .

Me habló precisamente de un pueblo del interior de Perú llamado Cutervo, próximo a Catamarca, y de sus fiestas populares de exaltacion del caballo y los toros .

También me desveló en ese encuentro que, apoyado por su abuelo , con 14 años hizo intentos de ¡¡ser torero!!

Hace unos años, escribí este poema taurino, con el acento y homenaje al pueblo peruano que amaba Vargas Llosa, Cutervo

Para él y con el deseo de compartirlo, lo dedico...

A Su Afición

Hay una plaza en Cutervo,
Jorge Piedra así se llama,
De fieles aficionados,
Pueblo que a los toros ama.

Virilidad de toreros,
Y Guerreros en la plaza,
Caireles en los tendidos,
Sus mocitas engalanan.

Maestrantes con corceles,
Del color de la esperanza,
Toros de olor a romero,
Y banderillas de plata.

Entre quiebros, y requiebros,
Faenas con duende cantan,
Bajo un cielo azul celeste,
Querubines la acompañan.

Jorge Piedra es una fiesta,
Suenan cinco campanadas,
Mientras los pañuelos blancos ,
Nacen del pueblo, y del alma.

Ay Cutervo con su plaza!!!,
Enciende viva la llama,
De toreros, y guerreros,
Y una afición entregada.

VICENTE BORT
Madrid, 16.04.2025

Plaza de Toros de Cutervo

Martes Santo en Úbeda: Lágrimas en una Noche Oscura


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Semana Santa, Martes, 15 de abril de 2025