
En el Valle de los Caídos hay dos grandes cruces. Una que verticalmente trepa hacia el cielo, y la que otra está en el suelo de la basílica, que tiene planta en forma de Cruz.
'..lo que Pedro Sánchez quiere hacer es seguir la estela de sus antepasados políticos, aunque a su modo. El PSOE durante la Guerra Civil fue responsable de checas en las que a los vivos se les torturó y se les asesinó, y Pedro Sánchez quiere utilizar a los que allí están enterrados para hacer la checa de Guelgamuros..'
La checa de Cuelgamuros
Javier Paredes
Pedro Sánchez va a “resignificar” el Valle de los Caídos, palabra que, según el diccionario de la Real Academia Socialista de Alfonso Guerra, quiere decir que no lo va a conocer ni la madre que lo parió. Como es bien sabido, en ese recinto natural de la sierra de Madrid hay una basílica pontificia, acogida a los acuerdos entre la Iglesia y el Estado español, que tienen rango de tratado internacional. Y Pedro Sánchez está dispuesto a saltárselos a la torera, lo cual para él no es ningún problema, porque el presidente del Gobierno es capaz de saltarse cualquier legalidad por alta que sea, como Duplantis, que cada vez que compite bate su propio récord mundial de salto con pértiga.
Pero para no ir por las bravas y que reine el buen rollito, el Gobierno y la jerarquía eclesiástica han cambiado cromos y han llegado a un acuerdo, mantenido en la más negra oscuridad, aunque ya poco a poco se le va viendo la patita, pero por más harina con que la maquillen no consiguen que se parezca a la pata de la madre de los cabritillos. Han dejado al descubierto su zarpa de lobos feroces, que en lugar de cuidar a las ovejas las matan y las devoran. Así es que el enreda del cardenal Cobo, tras otros intentos fallidos y aprovechando que el Papa Francisco estuvo a punto de morirse los últimos días de marzo, consiguió el nihil obstat del secretario del Estado, Pietro Parolin, a continuación Cobo se reunió con los obispos españoles en la plenaria de la calle Añastro y sus eminencias se bajaron los fajines hasta los tobillos unánimemente, según conteo de Francisco César García Magán, portavoz de la Conferencia Episcopal Española.
Al principio, todo se reducía a una cuestión de trienios. Según este bulo, el prior Santiago Cantera llevaba tanto tiempo en el cargo, que había que sustituirle porque había agotado los trienios de mando, que establecían las constituciones de los benedictinos. Cuando se publicó dicho bulo, recibí una llamada desde Barcelona de una persona que había rebuscado en las bibliotecas públicas y en las de varios monasterios y como no había encontrado referencia alguna a los trienios, me llamaba para pedirme ayuda en su investigación.
Busqué sin encontrar nada. En conclusión, que lo de los trienios de las constituciones de los benedictinos no aparecía por ninguna parte, ni en las bibliotecas de Cataluña ni en las de Madrid, porque todo era el cuento de la buena pipa, para tapar los tejemanejes del cardenal Cobo, que había muñido el dichoso acuerdo con el Gobierno de Pedro Sánchez y el Secretario de Estado del Vaticano, para que se pudiera profanar la basílica del Valle de los Caídos con todas las bendiciones.
Por entonces, el ministro de Memoria Democrática, Ángel Víctor Torres, al irse de la lengua en unas declaraciones, fue más lejos de lo del bulo de los trienios, y dijo que al prior Santiago Cantera había que echarle del Valle de los Caídos por ser un nostálgico del franquismo. Dicho y hecho. Y como los desterrados de otras épocas, el jueves pasado Santiago Cantera abandonó su monasterio. Y, como él mismo ha manifestado, ha tenido que abandonar a su comunidad, "con la cual la comunión es total y estamos todos unidos, y aunque se me haya impuesto de esta manera violentar mi voto benedictino de estabilidad".
¡Pero, ¿con que derecho han hecho esto?! Y sobre todo: ¿Cómo han podido aprobar por unanimidad este atentado todos los obispos de España?
Cuando se conoció que uno de los puntos del acuerdo era desterrar a Santiago Cantera, por el enorme prestigio que tiene este monje de una pieza, se produjo la movilización de los católicos de a pie, que ha tenido una doble manifestación. Por una parte, durante el fin de semana pasado, se formaron tan largas colas para asistir a la santa misa en la basílica, que muchos se quedaron sin poder a entrar. Y por otro lado, durante los días en que se celebró la reunión plenaria de los obispos en la sede de la Conferencia Episcopal Española, grupos de católicos fueron allí a protestar por lo que estaba sucediendo.
¿Cómo han podido aprobar por unanimidad este atentado todos los obispos de España?
En declaraciones en una rueda de prensa, el portavoz de los obispos, García Magán, dijo que se habían producido actos violentos; tosca mentira que desmiente la actuación de la Policía Nacional porque allí no se puso ni una multa, ni se detuvo a ninguna persona, ni tan siquiera los agentes tuvieron que intervenir en ningún momento; no fue necesaria la intervención de la policía nacional, ni tan siquiera la de los barrenderos del Ayuntamiento, porque cuando se fueron los manifestantes no se vio ni un papel en la acera de la calle Añastro. La única violencia que allí tuvo lugar fueron las miradas de los obispos a los manifestantes, cuando salían a la calle al final de su reunión, y las marcas de los coches que algunos se gastan.
Los prelados se han equivocado radicalmente de amigos y de enemigos, y eso sí que es una situación religiosa muy grave, ¡Gravísima!, porque sus eminencias han abierto una brecha tan profunda entre ellos y los fieles, que va ser muy difícil cerrarla. Los obispos se van a quedar solos, muy solos, con la única compañía de sus palmeros, cuando organicen algún desayuno informativo.

Y a la vez que todo esto sucedía, saltaban a la red los escritos de los defensores del Valle de los Caídos, para lo que se emplearon dos argumentos: primero, que bajo los brazos de la cruz están enterrados españoles de los dos bandos y que, por lo tanto, esa es una basílica para la reconciliación, y, segundo, que lo que allí se pretende hacer, sobre todo en la cúpula, es un atentado contra el arte. Los dos razonamientos son verdad, pero no dicen toda la verdad.
La verdad completa es que lo que molesta del Valle de los Caídos es el recuerdo de Franco y lo que el personaje significa. El franquismo es Franco con los millones de españoles que se pusieron a sus órdenes por dos motivos, para no dejarse matar en una guerra civil que habían provocado los socialistas, y para defender a la Iglesia católica de la mayor persecución de todos los tiempos, llevada a cabo por los socialistas, los comunistas y los anarquistas, alentados por los masones.
Y entre los molestos por el recuerdo de Franco los hay de dos tipos. Unos son los herederos políticos de los que perdieron la guerra civil, y otros son los católicos moderaditos, que para que no les digan que son franquistas están dispuestos a lo que haga falta, y por eso no tienen inconveniente en ponerse de acuerdo con los primeros para tergiversar la historia por medio de la mentira.
Porque mentira fueron los argumentos empleados por el Gobierno, cuando se llevaron los restos mortales de Franco del Valle de los Caídos, para hacer creer a la opinión pública que aquello no era una profanación, sino un acto en favor de la democracia. Y mentirosa fue también la actitud pasiva de los obispos como si allí no estuviera pasando nada; posición mentirosa además de traidora con quien salvó a la Iglesia de su exterminio en la Guerra Civil y la apoyó después de la contienda.
Porque mentira, y mentira interesada por parte de quien filtró la noticia, ha sido que todo el problema era que Santiago Cantera había agotado los trienios de los mandatos como prior, cuando en realidad lo que se había pactado es que se fuera del Valle de los Caídos “por voluntad propia” ¡Qué hipocresía! Pero cuidadito, que si hasta en las negociaciones con ETA se reflejaron las reuniones y los acuerdos en documentos, a lo mejor algún día los socialistas publican los papeles o las grabaciones de las conversaciones que ha habido, y alguno va a quedar como Cagancho en Almagro.
Porque también es mentira que se vaya respetar la Historia. Se van a tergiversar los hechos a conveniencia. Ya lo llevan haciendo hace tiempo. Y la prueba es cómo se retuercen las palabras. Por la parte civil, al Valle de los Caídos ahora le llaman Valle de Cuelgamuros, para ocultar a los mártires. Y por la parte eclesiática, se oculta a los verdugos y nos quieren vender que a los mártires no les mataron los socialistas, los comunistas y los anarquistas, porque dicen que son “mártires del siglo XX o mártires de la década de los años treinta”.
Porque es mentira, sobre todo, que no se va profanar la cruz, por la sencilla razón de que ya se ha profanado con este acuerdo entre el Gobierno y la jerarquía eclesiástica. En el Valle de los Caídos hay dos grandes cruces. Una que verticalmente trepa hacia el cielo, y la otra que está en el suelo de la basílica, la cual tiene planta en forma de Cruz. Y en el brazo largo de cruz es donde han llegado a un acuerdo el Gobierno y las autoridades eclesiásticas para instalar ahí un museo según los cánones de la Memoria democrática de los socialistas, supongo que con la Internacional de música ambiental.

Esquema de la planta en cruz de la Basílica pontificia del Valle de los Caídos.
En realidad, lo que Pedro Sánchez quiere hacer es seguir la estela de sus antepasados políticos, aunque a su modo. El PSOE durante la Guerra Civil fue responsable de checas en las que a los vivos se les torturó y se les asesinó, y Pedro Sánchez quiere utilizar a los que allí están enterrados para hacer la checa de Guelgamuros. Y que no se confíen los obispos que han aprobado por unanimidad este acuerdo con los socialistas, pensando que la checa de Cuelgamuros va a ser solo para los muertos. Porque cuando estos empiezan, ya no hay quien los pare… Bueno, sí…, rectifico. Sí que hubo uno: Franco.
Catedrático emérito de Historia Contemporánea de la Universidad de Alcalá
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