'..La terna acartelada estaba compuesta por Álvaro de Chinchón de verde y oro, veintitrés años, Manuel Caballero, de tabaco y oro, veintidós años, y Miguel Andrades, de rosa y oro, veintinueve años..'
JOSÉ RAMÓN MÁRQUEZ
En el preámbulo de esta segunda novillada, en el despeje de Plaza, nos hemos encontrado con la sorpresa de que les han comprado a los jamelgos tordos sobre los que van sentados don Francisco Javier y doña Rocío una especie de calcetines encarnados, como los manguitos que llevan sus primos los de picar pero en plan finolis y, ¿por qué no decirlo?, algo relamido. Quizás las extremidades anteriores de esos équidos, que trabajan realmente muy poco, estén aquejadas de alguna lesión, quizás a causa del poco ejercicio que hacen, y ello ha hecho precisa la implantación de esos aditamentos para proteger sus debilitados tendones. En cualquier caso ya podían haber puesto las protecciones de un color algo más discreto, porque esos colorines en las manos nos llevan a recordar las enguantadas manos de San Nicasio, Obispo de Reims.
Me contó en una ocasión mi amigo Andrés, constante visitador de Pamplona durante muchos años, que en aquella fiesta lo que se hacia un año y se repetía al siguiente pasaba inmediatamente a tener la consideración de tradición inveterada. Así pues, al estilo pamplonica, aquí tenemos a Plaza1, programando por segundo año consecutivo para la segunda novillada de la temporada una de Sánchez Herrero. Debe ser esta una ganadería de origen milenario, porque el programa de mano nos informa que «en el año 199» pasó a los actuales propietarios, don Esteban y don Juan Sánchez Herrero, esos Matusalenes propietarios, que gozaron de la Pax Romana de la era de los Antoninos y a los que deseamos fervientemente que lo sigan siendo por muchos siglos más, que hoy han traído a Madrid un encierro de variopintas hechuras y de cierta endeblez en el que han destacado el tercero de la tarde, Giraldillo, número 43, y el sexto, Astifino, número 64, por diversas señas que más adelante se darán.
La terna acartelada estaba compuesta por Álvaro de Chinchón, de verde y oro, veintitrés años, Manuel Caballero, de tabaco y oro, veintidós años, y Miguel Andrades, de rosa y oro, veintinueve años.
La cosa empezó de aquella manera con un tal Fabiolo, número 19, que era el vivo retrato de Ernesto Urtasun, si fuera toro. Poco desarrollo de la cornamenta, cara de bobo y endeblez suma eran las señas inequívocas que mandó el Fabiolo al orbe y para el orbe, para todo el orbe salvo para don José Antonio Rodríguez San Román, Presidente del festejo, que veía vigor y pujanza donde toda la Plaza veía endeblez feble y aptitud reptiliana. Tuvo que cambiar a banderillas para cerciorarse de la evidencia y finalmente sacó el trapo verde para que saliera uno de Aurelio Hernando de capa jabonera y se suscitase en la afición la clásica polémica sobre si esto de Hernando es de procedencia Veragua o si su procedencia es tan sólo de un jabonero plebeyo y nada ducal, que dejó su simiente fecunda en ciertas vacas. El caso es que faltan solamente tres años para conmemorar el centenario de la venta del ganado de Veragua a don Juan Pedro Domecq y Núñez de Villavicencio, por lo que muchos ya creemos muy poquito en todo este lío de los Veragua.
El tedio que trajeron a partes iguales Álvaro de Chinchón y Manuel Caballero, ambos sin apoderado, la somnolencia de sus aburridos y ventajistas trasteos, la nada de sus actuaciones no nos hacen presagiar nada bueno sobre su futuro inmediato. Podrás estar mejor o peor, pero no puedes presentarte en Madrid a principios de la temporada como si tuvieses firmadas cincuenta corridas, a pasar el trámite y a no destacar por nada. Ni merece la pena detenerse en ellos.
En cambio Miguel Andrades sí que mandó claramente al tendido el mensaje de que quería que se hablase de él «¡Así se viene a Madrid!» le dijeron desde la grada, y efectivamente ahí había un hombre dispuesto a tratar de no dejar pasar la ocasión de que se hablase de él. Andrades venía precedido por notables títulos: sus actuaciones en 3 Puyazos, Cérèt y Villaseca de la Sagra y su próxima cita en San Agustín de Guadalix, en la Feria del Aficionado 2025 del Club 3 Puyazos, son motivos suficientes para atenderle con interés. Recibió a su primero con estimables verónicas y una media, se lo llevó al caballo galleando por chicuelinas, puso un valeroso tercer par de banderillas de dentro hacia fuera dando ventajas al toro y, en todo momento, estuvo dispuesto a no huir de la pelea, incluso cuando comenzó su faena en los medios haciendo galopar al toro. El toro era el Giraldillo del que hablábamos antes y, bien por su propia inclinación, bien por la perfecta brega que le dio Marco Galán o bien por ambas cosas resultó un auténtico sueño con sus vibrantes y humilladas embestidas y con su disposición a arrancarse al cite de manera franca.
Se fue centrando Andrades con Giraldillo sin llegar a estar a la altura de la excelsa embestida del novillo. Cuando se pasó la muleta a la zurda el bicho le vio y le prendió aparatosamente, sin otras consecuencias que el tremendo porrazo. Con ganas y denodadamente, Andrades buscó el triunfo que prometía el novillo sin obtener otra cosecha que algún muletazo suelto. Aplausos para Giraldillo en el arrastre.
Su segundo, Astifino, era otra cosa, por presencia de toro y por exigencia de casta no exenta de su punto de mansedumbre: la ecuación perfecta para disfrutar los que no tenemos que estar delante. El animal se llevó mil capotazos desde que salió y hasta que cambiaron al tercer tercio, casi ninguno bueno. El bicho se orientó lo justo para poner emoción y dificultades y Andrades no se amilanó ni por la presencia ni por las intenciones del novillo y le planteó una honesta faena en la que le fue robando literalmente los pases. Antes había sufrido otra fuerte voltereta al salir de su primer par de banderillas. Su inicio dominador con la rodilla en tierra fue justamente jaleado y su disposición no dejó a nadie frío. Probablemente sea este ganado más bronco con el que se luzca más, vista la comparación con su labor en el tercero. Mata siempre soltando la muleta y eso ya saben lo que quiere decir, que no es nada bueno. Dio una vuelta al ruedo.
No puedo dejar pasar la ocasión de, como dijo el clásico, «hablar de mi libro». Se titula «Gente pa tó» y junto con el «Cuéntame un Toro» de Manuel Valera son los primeros volúmenes en ser editados por un nuevo proyecto editorial que lleva el bonito nombre de «Letras de Almagre», que fue presentado el pasado día 2 en Casa Club y en el que han puesto su ilusión y sus ganas cuatro buenos aficionados y mejores personas: Rocío, Beltrán, Rafael y Juan, a los que deseamos los mayores éxitos en esta aventura.
Andrades
ANDREW MOORE
Marco Galán
FIN