“el nacimiento de la Fiesta coincide con el nacimiento de la nacionalidad española y con la lengua de Castilla……… asi pues, las corridas de toros…….. son una cosa tan nuestra, tan obligada por la naturaleza y la historia como el habla que hablamos.”. R. Pérez de Ayala
la suerte suprema
lunes, 31 de julio de 2023
JUAN BELMONTE CUENTA SUS INTIMIDADES TAURINAS / por Rafael Dupouy Gómez
AZPEITIA 1ª. Urdiales a hombros, Luque mejor / por Jorge Arturo Díaz Reyes
Azpeitia: Triunfo de Urdiales en la primera de de la Feria de San Ignacio de Loyola
domingo, 30 de julio de 2023
México. Opinión: El daño de Julián / por Pali Placencia.
El Juli según Barquerito
El próximo 1º de octubre, dos días antes de cumplir cuarenta y un años, El Juli pondrá en la Maestranza de Sevilla fin a su carrera como primera figura del toreo, la privilegiada etiqueta que le ha acompañado a lo largo de sus veinticinco años de intensa vida como matador de toros. Primera figura desde la misma tarde de su alternativa en el Coliseo de Nimes, septiembre de 1998, hasta la fecha de una despedida anunciada en una carta hecha pública ayer y camuflada bajo la enigmática formula de “dejar de torear indefinidamente”, lo que podría entenderse como una retirada no definitiva, es decir, abierta a una posible reaparición sin fecha.
La celebración de los veinticinco años de alternativa no se está prestando de momento a particulares fastos. Tan solo en Nimes, y justo al cumplirse la efemérides, se prepara un particular homenaje cuyos detalles no han trascendido. Tanto en Nimes como en Palencia, Logroño Salamanca y Sevilla, las citas más relevantes de sus contratos de septiembre, El Juli alternará con Morante de la Puebla, apenas quince meses más antiguo en el escalafón pero tres años mayor que él.
Es fácil suponer que en todos los compromisos pendientes del verano El Juli será protagonista sentimental de un adiós inesperado pero insinuado y no precipitado, probablemente calculado con la misma proverbial inteligencia que ha sido la clave de bóveda, no la única, de su deslumbrante palmarés como matador de toros.
Con las veinte corridas toreadas en lo que va de curso, El Juli cerrará la temporada en torno a las cuarenta, como ha venido haciendo en las últimas siete temporadas. Antes incluso de cumplir los veinte años de alternativa, decidido a filtrar y seleccionar el calendario con las solas excepciones de Sevilla, Madrid y Bilbao, ya había renunciado a la pelea por las cifras. Incluso en Pamplona, una de sus plazas emblemáticas, dejó de hacer como solía doblete en feria.
Tres de las fechas pendientes antes de la despedida tienen acento particular. El mano a mano con Daniel Luque del 12 de agosto en Dax con una corrida de La Quinta, ganadería a la que ha sido más fiel en plazas francesas que españolas; la corrida del 16 de agosto en Gijón como único espada, donde se anuncia con toros de tres hierros que conoce más que bien, Garcigrande, Daniel Ruiz y justamente La Quinta; y la del 26 de agosto en Bilbao, una de las plazas donde más querido y admirado ha sido y sigue siendo, alternando con Roca Rey, con toros de Victoriano del Río, una ganadería talismán a pesar de que en abril de 2013 un toro del segundo hierro de la casa le pegara en Sevilla la cornada más grave de su carrera.
Las cifras del palmarés de El Juli son apabullantes, insuperables. Son 1851 las corridas de toros registradas, con presencia muy sensible en plazas francesas y las temporadas americanas. Casi cuatro mil los toros lidiados y muertos por él a espada. De casi tres mil orejas y cien rabos es el botín de tanta fiesta, que incluye su participación decisiva en el indulto de treinta y un toros, uno de ellos, Orgullito, de Garcigrande en la Maestranza de Sevilla hace tan solo cinco años. Ha concedido más de cuarenta alternativas.
En la nómina de sus registros espectaculares cuentan dos: el de ser el matador que con menos edad tomó la alternativa -todavía no había cumplido la edad reglamentaria mínima de dieciséis años-y el de contar en su expediente con siete salidas a hombros por la mítica Puerta del Príncipe de Sevilla. La trayectoria que, a lo largo de un cuarto de siglo discurre entre el genio precoz y el maestro consumado dotado de un sentido del toreo nada común y de una afición sin desmayo, se ha prestado a todo tipo de interpretaciones y valoraciones, incluso polémicas en el caso de la plaza de toros de Madrid, la que sin duda más le ha costado conquistar pero al cabo conquistada.
España al borde del precipicio / Fernando del Pino Calvo-Sotelo
La probable permanencia en el poder de un personaje como Sánchez sólo se entiende por un motivo: es un gobernante que nunca ha tenido oposición digna de tal nombre. En efecto, la no-oposición, blandita como el algodón, de Rajoy II (Casado) y Rajoy III (Feijoo) ha sido un regalo extraordinario que le ha permitido cruzar todo tipo de líneas rojas sin recibir coste de respuesta más allá del trémulo piar de un pajarillo. Este estilo político de no-oposición se basa en esperar a que caiga la fruta al suelo en vez de cogerla de las ramas del árbol, en ponerse con parsimonia a la cola esperando que antes o después le llegue el turno, en concentrarse en andar de puntillas y no hacer mucho ruido más que en levantar la voz. Es como un café tibio, algo insulso y poco apetecible y la antítesis de la osadía y audacia necesarias para alcanzar el poder, que la ultraizquierda leninista supo utilizar con tanta eficacia.
Errores de bulto y expectativas frustradas
Algunas críticas sobre el modo en el que el PP ha realizado su campaña electoral me parecen justas. La forma más frecuente de ganar unas elecciones es metiendo miedo a la población y diciéndole a quién culpar de ello. Mientras el PSOE dominaba esta estrategia tan burda como eficiente con el miedo a la “ultraderecha” (particularmente en Cataluña, donde los votantes no separatistas prefieren el apaciguamiento a la firmeza y confrontación, al contrario que los separatistas), el PP aludía como socio preferente a un PSOE moderado hoy inexistente a la vez que denigraba a su socio de gobierno natural: la oposición haciéndose oposición a sí misma. En abierto contraste, el PSOE trataba con guante blanco a sus socios comunistas sin mencionar en ningún momento el “voto útil” a pesar de que la izquierda está tan dividida como la derecha – dividida, pero no enfrentada.
Tras afirmar sentirse “más cerca del PSOE que de Vox” (¿será cierto?), el PP cayó en la trampa de asumir el discurso de su adversario y realizó una campaña acomplejada y a la defensiva centrada en disculparse por sus pactos.
¿Tan difícil era poner como ejemplo el éxito de Madrid, donde tras un gobierno del PP con el apoyo de Vox no sólo no han desfilado las huestes franquistas por la Castellana, sino que los ciudadanos, encantados, han otorgado al PP mayoría absoluta?
La patológica falta de combatividad de la no-oposición le impedía incluso fingir indignación y exigir explicaciones a Sánchez por la estable alianza del psicópata con la “ultraizquierda” y el separatismo de pasado golpista o terrorista. Que le haya sido más sencillo al PSOE asustar con la “ultraderecha” que al PP asustar con la alianza subversiva que personifica Sánchez (y que asusta incluso al minoritario socialismo moderado que tantos añoramos) resulta increíble. Por último, la ausencia del líder del PP en el segundo debate fue algo tan patético como el escaño vacío de Rajoy en su moción de censura.
Por lo tanto, aciertan quienes señalan como un problema al principal partido de la no-oposición, pues, como en Hamlet, “algo huele a podrido en Dinamarca”. En efecto, la dinastía Rajoy no terminó con su marcha de la política, sino que continuó con sus sucesores, que permanecieron fieles a ese estilo timorato que he descrito antes y que supone una verdadera bendición para un gobernante agresivo y sin escrúpulos como Sánchez. Éste es el verdadero nudo de la cuestión, y muestra un problema mucho más profundo que afecta a la política española desde la Transición.
El desequilibrio de fondo de la política española
Este estilo de comportarse se basa en la aceptación de las reglas, del lenguaje y de las definiciones de bien y mal del adversario político (el PSOE state of mind de Quintana Paz), lo que da lugar a la dócil aceptación de un doble rasero. Quien expide los pasaportes de corrección política es la izquierda. Por ejemplo, los comunistas subversivos de Podemos, los filoterroristas de Bildu o los delincuentes separatistas catalanes son partidos respetables, pero Vox es una peligrosa “ultraderecha” a la que hay que encadenar. ¿Se imaginan que al golpista Tejero – que pasó 15 años en prisión – se le hubiera indultado a los 3 años como a los catalanes? ¿Se imaginan que el caso ERE – el mayor escándalo de corrupción de la democracia– hubiera afectado a la derecha? Pero la mayor muestra del doble rasero es que, a pesar de que desde la llegada de la democracia toda la violencia política ha provenido de la extrema izquierda (tanto con el terrorismo marxista de ETA y el GRAPO como con los escraches y las violentas manifestaciones de batasunos y podemitas), es sobre la derecha sobre quien recae la sospecha permanente de extremismo.
El mismo estilo es el que explica la obsesión por el “centrismo”, concepto que nada tiene que ver con la loable definición aristotélica de virtud (el justo medio entre dos extremos), sino con un vacío absoluto de ideas y principios y un abandono de la lucha política rayano en la cobardía. ¿Observa acaso el PP que Sánchez o Podemos hayan alcanzado el poder gracias a su “centrismo”? ¿Cómo aspira a tener éxito un partido que vive atrapado por el miedo a pisar las líneas que le marca su adversario para provocarle una indefensión estructural?
En España la mitad del espectro político decidió hace muchos años dar por perdida la batalla del lenguaje y aceptó jugar con las cartas trucadas sin presentar debate ideológico o cultural alguno, limitándose a un seguidismo de toda iniciativa política que presentara la otra mitad (feminismo, ideología de género, etc.). Naturalmente, esto incluye adoptar el epíteto de “ultraderecha” (los ultras sólo pueden ser de derechas) para demonizar al partido que nació originalmente como una disidencia de los votantes traicionados por Rajoy.
En efecto, la crisis crónica del PP y la división de “la derecha” tienen como responsable último a Rajoy, nombrado a dedo con escaso acierto. Tras dos derrotas electorales consecutivas, sólo pudo ganar las elecciones del 2011 gracias a una enorme crisis económica utilizando como ariete la única acción responsable de Zapatero, que fue congelar las pensiones en un entorno de quiebra técnica del Estado. El PP prometió no congelarlas y bajar los impuestos, pero al llegar al poder aumentó las pensiones un insignificante 0,25%, subió los impuestos más allá de lo que proponía el Partido Comunista y, lejos de avergonzarse, se jactó de ello a través del ministro de Hacienda más dañino para la seguridad jurídica de nuestro país (hasta la llegada de Sánchez y el desastre Montero, naturalmente): “Me río porque hemos desconcertado a la izquierda”, afirmó encantado Montoro. Poco tiempo después, el gobierno del PP volvió a mentir sobre la subida del IVA, que realizó después de las elecciones andaluzas del 2012 tras afirmar que no lo haría.
Tras prometer luchar contra la corrupción (sin comentarios) e incumplir su programa, que incluía “la reforma del sistema de elección del Consejo General del Poder Judicial, para que, conforme a la Constitución, doce de sus veinte miembros sean elegidos por los jueces”, continuó traicionando a sus electores al mantener el protocolo que permitió la salida airosa de ETA tras su derrota policial. Incumplió sus promesas y consolidó todas las leyes ideológicas de ZP, incluyendo la de Memoria Histórica o la del aborto: es más, susurró a sus magistrados afines que metieran en un cajón su propio recurso ante el Constitucional. Increíble.
De este liderazgo tan dañino, del que el PP jamás ha entonado un mea culpa, nació Vox, un partido que tras su inicial ascenso perdió impulso y quedó noqueado con su fracaso en Andalucía, donde intentó pasar de partido nicho a partido mayoritario. Su dificultad para evolucionar desde una política de guerrilla a la de una política de gobierno, sus inoportunas estridencias estéticas y verbales, que favorecen la caricatura y el voto del miedo, la carencia de renovación de sus cuadros y las extrañas inclusiones y exclusiones en sus listas electorales son errores propios de la formación, que sorprendentemente ha omitido toda autocrítica.
La “derecha” puede acudir a las elecciones dividida, pero no enfrentada. El tiempo de despreciarse mutuamente o de apelar al cansino timo del “voto útil” ha pasado.
Los que miran sin ver y escuchan sin entender
Pero el verdadero culpable de que Sánchez pueda seguir gobernando es esa parte del electorado español que le ha votado a pesar de protagonizar la legislatura más escandalosa de la democracia. A esa parte del electorado no parece importarle nada sus mentiras constantes respecto a no indultar a los golpistas catalanes o no gobernar con los comunistas ni con los simpatizantes del terrorismo vasco; o la entrega al País Vasco de las competencias penitenciarias, a lo que se habían negado todos los gobiernos anteriores, que ha servido para acelerar el tercer grado de terroristas de ETA, o la reforma ad hoc del delito de sedición y de malversación para premiar a los golpistas catalanes. Esta parte del electorado tampoco parece darle importancia a la preocupante demolición institucional que ha llevado a cabo, desde su asedio a la jefatura del Estado, al escandaloso cese, sin precedentes, de la directora del CNI o al dictatorial control de un Tribunal Constitucional absolutamente politizado que parece querer bordear la prevaricación sin fingir ya siquiera un mínimo de objetividad.
Los votantes de Sánchez tampoco parecen comprender que votarle significa votar el independentismo catalán y el filoterrorismo de Bildu (ojo, su socio más leal), que amplifican su poder gracias a Sánchez, su topo en la Moncloa. Si esto no les importa, imagínense lo poca importancia que darán a su guerracivilismo desenterrador de muertos, a la sistemática erosión del Estado de Derecho con su abuso del decreto-ley, su ilegal estado de alarma o la aprobación de leyes abiertamente inconstitucionales, o a sus tics autoritarios que le llevan a evitar exponerse al escrutinio público de la prensa o el Parlamento.
Tampoco parece importarles el cambio de política exterior respecto al Sahara y su sometimiento a Marruecos en detrimento de los intereses nacionales tras el sospechoso espionaje a su móvil, actuación que en un país con instituciones más sólidas habría dado lugar a una seria investigación independiente. Por último, también les da igual su estilo macarra y el impudoroso amor al lujo y a los privilegios de que ha hecho gala, más propios de un dictador de república bananera que del primer ministro de un país europeo. El mérito de Sánchez es haber comprendido precisamente esto: que puede hacer lo que le venga en gana porque a una parte de su electorado todos estos escándalos le vienen grandes o le resultan indiferentes.
La lección que extrae un psicópata de estas elecciones es que tiene carta blanca para hacer su voluntad sin límite ninguno. Prepárense.
Especializado en explotar la carencia de contrapoderes del régimen del 78, que no supo crear instituciones fuertes e independientes ni arbitró suficientes mecanismos de autodefensa ante una situación así, Sánchez continuará con su agenda subversiva e inescrupulosa de demolición del sistema con un poder crecientemente autocrático y arbitrario sin que la ley le sirva de freno, pues domina el Constitucional como si estuviéramos en la URSS. No esperen ninguna ayuda de la UE: Sánchez es uno de los suyos, pues saca un diez en todas las asignaturas ideológicas de Bruselas.
Si Sánchez se mantiene en el poder, el daño que producirá a España será difícilmente reparable: el régimen del 78 quedará herido de muerte y la Constitución será papel mojado. Lamentablemente, ni la oposición, ni los medios, ni gran parte de los españoles se han enterado de lo que nos jugábamos en estas elecciones.
sábado, 29 de julio de 2023
México. Con Ponce, Pablo Hermoso y “El Juli” fuera de órbita, llegó la hora esperada… / por Jorge Eduardo
"...Hoy, los tres ases dicen adiós a la profesión. Ya desde antaño los intentos por renovarlos no cuajaron: ni Castella, que añadía estoicismo a la fórmula poncista, el inspirado Talavante o la irrupción de Ferrera le han tapado el ojo al macho. Tampoco Roca Rey ha cuajado en México..."
La tauromaquia en la capital se había sostenido en las sólidas carreras de los ases taurinos de los años treinta. “Armillita” y Garza llevaban 15 años tirando del carro, aunque ya con cierta intermitencia. Mientras Solórzano menguaba, el recuerdo de Balderas permanecía. Más adelante surgieron “El Soldado”, Gorráez o Heriberto García. En los cuarenta se unieron Liceaga, “El Calesero”, Rivera, Silverio, Arruza, Briones, Procuna y Velázquez, entre otros.
¿Y qué cree? ¡Que todos ellos eran mexicanos! Nuestros paisanos llevaban sin torear en España desde 1936, igual que los españoles por estos lares.
Así, una plaza cuidadosamente diseñada ofrecía la mayor parte de sus localidades como áreas de admisión general. En consecuencia, lo lógico allá por 1943 era construir una plaza el doble de grande, en la que la mitad fueran tendidos numerados y el resto generales.
Muchos años después, a mediados de los 90, tanto el retirado David Silveti, como Miguel “Armillita” y Gutiérrez perdieron el foco de la atención del aficionado. Cual bólidos, los dos figurones de la tauromaquia en España impactaron a la afición desprovista de figuras nacionales. José Miguel Arroyo “Joselito” y Enrique Ponce llegaron a cubrir ese sitio.
Es sabido que la balanza de la simpatía del empresario Herrerías se inclinó en favor del valenciano, del que llegaría a ser íntimo. Por su parte, la afición mexicana experimentaba auténticos trances viéndole torear. Aunque los fraudes se realizaran descaradamente frente a la plaza llena, como el 5 de febrero del 2003, la devoción por el de Chiva no decaía.
El último exitazo empresarial de grandes proporciones en la Plaza México se debió a un garbanzo de a libra. Un Mozart, un precoz genio de la seda y el percal. Era “El Juli”, quien a los 14 años se volvió el nuevo ídolo de la capital en 1997. Poca cosa le adeuda el madrileño a esta afición, que lo encumbró como una gran figura del toreo en ambos lados del charco.
Pablo Hermoso de Mendoza completó la saga allá por 1999. El estellés ya venía con aura de gran figura, misma hizo valer durante años. En aquella primera etapa no solo el jinete llevaba a la plaza, sino también los corceles, sobre todo el inolvidable figurón que fue “Cagancho”.
Desde entonces, Herrerías renegó de tener que poner toreros mexicanos en todos sus carteles. Sin embargo, nada desataba sus habituales pataletas con tanta intensidad como la obligación de dar novilladas. Una vez convertidas en un trámite burocrático para vender el derecho de apartado y contratar a Ponce, evidentemente nunca volvió a aparecer un Juli.
Así como escasearon los novilleros punteros, también comenzó a escasear la gente. Hace unos veinte años que Hilda Tenorio metió la mitad de los numerados en una novillada televisada. Hasta esos son tiempos idos, la plaza yacía desolada durante temporadas sin pies ni cabeza, en las que siempre se sospechó que las huestes herrerianas cobraban por torear.
Las temporadas grandes tampoco tenían mejor color. Es cierto que en tiempos del zootecnista abundaron las oportunidades, pero también que pocas veces apoyó con decisión a un torero. Cómo olvidar declaraciones del tipo de que “El Zapata” y el entonces prospecto de ídolo Arturo Macías «ya no eran sus cuates» por quererle cobrar. O bien, el veto sobre Joselito Adame luego de sus grandes triunfos de la temporada 2013-14.
Así, poco a poco se fue destartalando la que alguna vez fue una gran industria. Los dineros se volvieron esporádicos, la actividad económica reducida y la conveniencia de vender para los taurinos, cuestionable. En adelante, toda la actividad taurina giró en torno a los cuatro o cinco carteles anuales en los que se presentaran Pablo Hermoso, Ponce o el Juli.
Esa ha sido la realidad por 25 años, la vida entera de algunos de nosotros. Hoy, los tres ases dicen adiós a la profesión. Ya desde antaño los intentos por renovarlos no cuajaron: ni Castella, que añadía estoicismo a la fórmula poncista, el inspirado Talavante o la irrupción de Ferrera le han tapado el ojo al macho. Tampoco Roca Rey ha cuajado en México.
La ya no tan nueva empresa ha seguido la misma línea, pero si cabe con menos gracia. Al protocolo Herrerías, la compañía Sordo-Bailleres ha añadido la repetición mecanizada ad nauseam de los de casa del monopolio y un cierto elitismo que terminó por vaciar la plaza definitivamente. Nadie ligó cinco triunfos ni acabó llenando los numerados en estos años.
Se plantea, pues, el escenario de la inercia. Sin la consabida tercia continuará la espiral descendente. Tan solo será más acusada la dificultad para meter gente a las plazas. Con La México cerrada, será todo un reto que los triunfos tengan repercusión mediática. Los cosos urbanos serán elefantes blancos y solo los poblados rurales darán tregua a la tauromaquia.
¿Esta es la única posibilidad? No lo parece. Hoy ha surgido una nueva camada de toreros que despierta el interés del aficionado. Le guste a quien le guste, la encabeza Isaac Fonseca.
Detrás vienen los que se han ceñido en mayor medida al estilo corporativo de la empresota. Héctor Gutiérrez, desertor de EMSA, es el que mejor saca la cabeza. San Román continúa en el redil sin capitalizar sus cualidades. Valadez ha cosechado éxitos en España. Gilio es un secreto bien guardado, mientras que Luis David y Miguel Aguilar han reducido su actividad.
Hay que asumir el reto y fijar posturas. ¿Esto continuará como un espectáculo de masas o nos ceñiremos a espacios cada vez más recónditos y privados? Quienes organizan las corridas en México, ¿Aspiran a la grandeza económica y taurina o se quedarán en el estupor con el que subieron sus selfies a redes sociales? ¿Esto es el apocalipsis o una oportunidad?
Feria de San Miguel de Úbeda 2023
- Domingo, 24 de septiembre.
- Sábado 30 de septiembre.
- Domingo 1 de octubre:
Se marcha El Juli / por Pla Ventura
Si de cifras hablamos, nadie puede discutir las que adornan la carrera de este diestro, casi dos mil corridas de toros, éxitos por doquier, algún que otro percance pero, sobresale ante todo en su carrera sus triunfos en todo el mundo, especialmente en Sevilla que, hasta teníamos la impresión de que era su plaza talismán. Un hombre con mucha personalidad que, para su suerte, le eligieron figura el mismo día que se doctoró, otros cientos de toreros no pueden decir los mismo; es cierto que, lo demás lo puso él pero, un contemporáneo suyo, López Chaves, artísticamente mucho mejor que El Juli y, se marcha el hombre esta temporada después de arrastrar una vida de miserias matando las corridas de la heroicidad, esa es la diferencia, de que te elijan o que tengas tú que buscarte la vida.
Se marcha El Juli, en realidad dice que abandona la profesión temporalmente, lo que nos hace sospechar que, un día pueda volver para embarrarlo todo como lo han hecho Talavante y Castella y, cuidado que no convenzan a Ponce entre todos y la ruina será de época. Fijémonos que, para montar todas las ferias de España hacen falta seis toreros, no más. El Juli es uno de ellos que, durante cinco lustros ha colapsado toda posibilidad de que otros jóvenes pudieran ingresar en ese circuito. Al marcharse, más de uno se alegrará aunque nadie lo confesará pero, la gran realidad es que existe otro puesto para ser ocupado por algún que otro torero tan válido como El Juli. Claro que, lo desesperante es que, en estos días, al respecto de este diestro he leído frases lapidarias como que nadie podrá sustituirle por la gran huella que deja en el toreo. Asalariados los hay en todos los oficios.
O sea que, Joselito que era el rey de los toreros en aquellos años veinte fue sustituido; Manolete en los años cuarenta encontró quien estuviera a su altura; Paquirri en los ochenta fue sustituido por otros diestros de su categoría; quiero decir que, por muy importante que sea un torero, siempre, por lógica, encuentra un análogo a su personalidad, por tanto, para ocupar el puesto que otro ha dejado. Ahora, la nómina de jóvenes que tenemos es excelsa, por tanto, que no se preocupe nadie que El Juli será sustituido con toda dignidad y, si se me apura, con toreros más artistas que el madrileño que, a falta de ángel, como antes decía, puso esa técnica fantástica al servicio de su profesión.
Todos lo que tienen más de veinte años en calidad de matadores de toros, por decreto ley, deberían de abandonar la profesión y, exculpo de esta ley a esos hombres luchadores durante toda una vida y, en la actualidad, todavía siguen soñando con poder comprarse una casita para vivir. Pero los que han ganado fortunas inmensas, han cerrado el paso de los jóvenes, han toreado hasta en plazas humildes quitando sueldos a chavales necesitados; todos esos deberían de abandonar porque, con la vida resuelta, se evitarían sufrir alguna que otra voltereta que pueda amargarles la vida.
-Andrew Moore nos muestras unas imágenes de El Juli en Madrid.