Digamos que Juan Pedro debería de cuidar su imagen. Quiero decir que, no debería dejar que le televisasen corrida alguna porque cuando no hay cámaras de por medio, el esperpento sigue siendo el mismo, pero lo ven y lo sufren los espectadores del tendido. Ahora bien, si como ha ocurrido en Valencia, ese dislate lo vemos todos, la desilusión y la rabia nos corroen por completo. He dicho millones de veces que el toro puede salir de cualquier forma, eso no lo sabe nadie; pero lo que si se sabe y lo puede ver todo el mundo, es si un toro tiene trapío, seriedad y argumentos para ser lidiado en una plaza de primera como denominan Valencia puesto que, su afición es pueblerina y chabacana. Insisto que, lo de Juan Pedro en Valencia ha sido para echarnos a llorar; no es que no tuvieran fuerzas que no tenían ninguna, es el trapío que brillo por su ausencia; en definitiva, una corrida para Andújar que allí si hubiera valido. Cómo sería la cuestión que, ni El Juli, ni Tomás Rufo cortaron orejas, no hace falta decir más cosas. Eso sí, el tal Rufo, como su maestro, poniéndose hermosos frente a dichos animalitos. Román que sustituyó a Manzanares, de repente, se encontró con la dura realidad y le tocó un animalito santificado para hacer el toreo eterno y, craso error, Román es un hombre que dice mucho frente al toro bravo y encastado pero, con la burra tonta aburre hasta Dios. Le dieron una oreja de pueblo o quizás por su gran estocada pero, el santo varón que le cupo en suerte era para bordar el toreo y, Román que es un valiente a carta cabal no está para bordar nada. Hasta el mismísimo Juan Pedro tuvo el valor de reconocer el esperpento que son sus toros pero, amigo, sigue lidiando todos los días. Podrá lidiar lo que quiera pero, con El Juli media plaza. ¿Tiene salvación la feria de Valencia? Lo veo muy crudo.
Ayer, con los burros de Matilla, Olga Jiménez, más de lo mismo pero, con un dato preocupante y revelador, toreaba Roca Rey y había poco más de media plaza. A Talavante le dieron una oreja que no venía a cuento, Cayetano hizo otro de sus consabidos ridículos porque este diestro es capaz de tirar de raza como hizo en Pamplona, sin dejar nada para el recuerdo pero, esa raza a veces la muestra. En esta ocasión, no sabíamos quién era peor los toros que lidió o él mismo. Faenas ínsulas, carentes de todo contenido, digamos que, otro ridículo de espanto. Los toretes eran de pueblo, lo digo porque esos toros, como los de Juan Pedro, los traen a Cenicientos y queman la plaza. Roca Rey, como siempre hace, nada deja por hacer pero, ver aquellos bicornes tontorrones, sin el menor atisbo de casta y el peruano vendiendo la burra, el espectáculo no podía ser más grotesco. Hasta le pidieron una oreja que el presidente, con acertado criterio no concedió.
Estos espectáculos sin toros son lamentables. Por supuesto que, apenas se picaron y, respecto a la pica, cuando nos enteramos de que en Céret los toros recibieron cuarenta varas en los tres festejos, a partir de ese momento ya entiende uno la burla, la estafa que supone que se lidien toros con los picadores de adorno en el ruedo. Es la fiesta de las figuras que, con sus acciones han conseguido echar a las gentes de las plazas, Valencia es el testimonio más grande que podemos ofrecer. Eso sí, la gran noticia de las dos primeras corridas de la capital valenciana no ha sido otra que Roca Rey se marchó de vacío, como El Juli. Tomás Rufo y Cayetano y, las orejas de Talavante y Román más esperpento todavía. Confiemos que los Miuras pongan la seriedad que tanta falta hace en una plaza de toros.
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